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AGORAFOBIA: EL MIEDO QUE TU ALIMENTAS

La Agorafobia comienza con una sensación de pánico ante una situación en principio cotidiana e inocua (por ejemplo, al entrar en un centro comercial).

La persona de repente se empieza a encontrar mal: palpitaciones, el corazón se le sale del pecho, se le adormecen las manos, se marea...necesita salir urgentemente de esta situación. Y sale, y siente alivio.

PENSAMIENTO AUTOMÁTICO: Si voy a un centro comercial me va a dar un ataque de pánico.

ACTUACIÓN: Evitar los centros comerciales para evitar la situación de angustia.

Acabamos de crear el monstruo de la agorafobia. Ahora tiene el tamaño de un bebé de león.

Ahora tienes un pequeño cachorro de león, todo el mundo le consideraría adorable, pero tú lo ves como una amenaza, crees que te puede comer, y para que no te coma le alimentas....con tus miedos.

Empiezas a tener miedo a que te de un ataque de pánico en el metro, y dejas de ir en metro. Tienes miedo de entrar en una tienda, y evitas las tiendas, sientes que te va a dar el ataque si vas solo por la calle, y procuras no salir, o ir acompañado, y siempre con el miedo al ataque de pánico.

Estás dando de comer al pequeño león para que no te coma, estás alimentando y haciendo crecer la agorafobia.

¿Y que pasa si no te enfrentas a ello?

Has alimentado un gran león que te puede comer.

Por ello, si empiezas a sufrir ataques de agorafobia, no los dejes continuar, no alimentes tu miedo al miedo, aprende a luchar y vencer al miedo. El león se irá, porque tu no le das de comer.

ACTÚA

El tratamiento psicológico de la Agorafobia mediante terapia cognitivo-conductual trabaja con los pensamientos automáticos que tiene la persona sobre lo que va a suceder (una catástrofe, sin duda), iniciando un “diálogo socrático” en el que la persona llega a la conclusión de lo ilógico e improbable de que suceda la situación terrible que da como segura.

A veces se trabaja a la vez con técnicas de Desensibilización Sistemática, por las que la persona consigue bajar su nivel de ansiedad a la hora de enfrentarse a la posibilidad de realizar aquello que tanto teme (por la seguridad de que va a ocurrir algo malo).

Por último (y necesario), hay que realizar una exposición gradual para ir realizando aquellas actividades temidas y viendo que no sucede nada: la normalización de la situación supone un incremento sustancial en la calidad de vida del paciente.

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