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EL INFIERNO INTERNO DE LA SUSCEPTIBILIDAD

¿Pueden ser las personas susceptibles felices? Tal vez en alguna Corte de "esas que cortaban cabezas a los súbditos", si, porque desde luego el Monarca no admitía la contradicción ni que se pusieran en duda sus decisiones o se contradijeran los deseos.

Las personas susceptibles tienen una baja tolerancia a la frustración y sesgan la información contradictoria con sus propios deseos como intentos de llevares la contraria o boicotearles.

La capacidad de autocrítica o el desarrollo de la empatía no figuran entre sus cualidades fundamentales, ya que basan su vida en lo que ellos quieren y necesitan, y cuando no son saciadas sus necesidades, consideran que han sido heridos.

El susceptible sufre, porque es incapaz de comprender que sus derechos llegan sólo hasta donde empiezan los derechos de los demás, y que en ocasiones sus demandas no pueden ser aceptadas por falta de posibilidad o de ganas (que el resto del mundo también tiene sus propios afanes).

Ese mundo agrio, en el que siempre están sufriendo las afrentas del prójimo, sesgando la información para confirmar "que el mundo está contra ellos", les hace perderse maravillosas oportunidades de disfrutar de los momentos y las personas, aislándose y en muchas ocasiones, siendo aislados por el resto, incapaces de relacionarse sin naturalidad, con pies de plomo ante una caja de bombas que puede sentirse herido por cualquier cosa sin importancia.

El susceptible se siente inseguro, se juzga negativamente de forma permanente y es incapaz de ver a los demás como personas sanas, que a veces bromean o simplemente no contestan a una pregunta porque no estaban atentos.

Les encanta felicitar en los cumpleaños, tener detalles, llevar una vida social puntillosamente anotada y recordada, no tanto por el placer de hacerlos, sino por tener la oportunidad de echar en cara la falta de reciprocidad: no pasan una.

Llega un momento que el susceptible puede cansarse de serlo, bien porque se da cuenta de lo agrio de su carácter, bien porque los demás se han cansado de sus reproches y enfados. 

Para reconducir esta situación hay que trabajar la propia autoestima de la persona y realizar una reestructuración cognitiva: analizar cómo procesa la información, eliminando los sesgos negativos que pueblan sus pensamientos y que les hace sentirse vejados sin motivo.

Se trabaja también el role playing, el análisis de posibles situaciones y el desarrollo de la empatía.

Hacer de un "susceptible" una persona que deja de ver un campo de cardos y ve flores, es un trabajo apasionante, es como enseñar los colores a alguien que sólo veía en blanco y negro. 

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