EMPIEZA EL AÑO CON INTROSPECCIÓN
Lo primero y como no podía ser de otra forma, desearos un Año lo más feliz que sea posible.
Y ahora vamos con los propósitos de todos los años. Este año, por favor, antes de lanzaros a las listas de todo lo que vais a cambiar, intentad parad cinco minutos para leer esto y reflexionar. Luego ya, seguid con vuestras listas.
Es típico lo de “Año Nuevo, Vida Nueva” y marcarse una serie de objetivos para cambiar aquellas cosas que no nos gustan de nuestra vida para el año siguiente. El espíritu de superación es maravilloso. La falta de realismo: un desastre.
Normalmente nos planteamos los objetivos en un plano físico y externo: bajar peso, dejar de fumar, dejar de beber, hacer más deporte, tener una rutina de higiene facial…. (por una parte son objetivos lógicos para cuidar nuestra salud y en muchos casos por deseabilidad social).
Los objetivos tienen que ser pocos, realistas, alcanzables y basados en nuestra satisfacción interior.
Y aquí queda la introspección. No nos sirven esos objetivos sin un análisis de nosotros mismos. “Voy a ir al gimnasio todos los días de la semana” puede ser un objetivo inalcanzable si te conoces y sabes que eres perezoso y tienes horarios extensos.
Tal vez pensar: “ir al gimnasio o caminar o hacer alguna tabla en casa puede mejorar mi condición física y permitirme no cansarme al andar o plantearme deportes de mayor exigencia”: bien, existe un análisis de la realidad personal
“Me conozco y sé que pago la matrícula y voy tres días para no volver”, supone un reconocimiento de la raíz del problema, de dónde tiene que actuar la persona.
“Como tengo tendencia a no terminar lo que empiezo, tal vez debería empezar por una rutina en el parque o caminando y cuando haya cumplido un tiempo, me planteo apuntarme al gimnasio”.
Perfecto: existe una forma adecuada de afrontar el problema de la falta de constancia: objetivos que deben subirse como una escalera para lograr objetivos más altos. De esta manera se previene la “crónica de una muerte anunciada”, el fracaso por tener expectativas demasiado altas.
He puesto el ejemplo del gimnasio, porque es un clásico, pero existen multitud de facetas en las que “decimos” que las cosas van a cambiar y no cambian. El motivo.: nuevamente falta de introspección.
Si no nos conocemos, si no sabemos nuestros puntos fuertes y débiles, si no somos capaces de reconocer que algunas cosas que nos van mal es por nuestra actitud ante las personas, las cosas, el trabajo, las relaciones, ¿cómo vamos a cambiarlas si pensamos que somos víctimas de la situación?
Luchar por los objetivos es importante. Pero que sean objetivos alcanzables y que dependan de nosotros, hagamos una atribución interna de nuestras conductas (locus de control interno), que el chachachá ya se ha hartado de ser siempre el culpable de nuestros errores.
Seamos ambiciosos en lo personal. Luchemos por arañar a la vida tiempo para ser felices. Simplifiquemos las cosas, las tareas, los compromisos para priorizarnos. Eso ayuda bastante a no sentirse constantemente bajo presión.
Tal vez el mayor objetivo del Año 2025 sea intentar concedernos tiempo para ser más conscientes de lo que queremos, de cómo nos comportamos, del esfuerzo que ponemos en las cosas.
No miréis arriba de la montaña: poned el foco en el siguiente paso, en lo que la vista alcanza a ver. Y si, de forma muy importante: de vez en cuando mirad para atrás para sentiros orgullosos de vuestros logros. Eso os dará fuerzas para avanzar en vuestros propósitos, que se construyen cada día.
Os deseo que este Año podáis regalaros atardeceres, tazas de café mirando al horizonte, momentos de auténtica paz interior, y una mayor capacidad de autocrítica constructiva.