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CUANDO LOS PADRES SE DIVORCIAN, LOS HIJOS NO LO HACEN

Siempre estamos a vueltas con el tema de la custodia de los menores sobre el divorcio.

Hace años la patria potestad era ejercida por ambos progenitores, y la custodia normalmente se concedía a la madre de los niños, teniendo el progenitor no custodio el derecho a visitas intersemanales y en algunos casos a pernocta los fines de semana.

De la misma forma, los niños permanecían en el hogar familiar y el progenitor no custodio hacía frente a una pensión de alimentos para cubrir las necesidades de los hijos.

Puesto sobre el papel, de manera fría, puede parecer mejor o peor, pero la situación que se creaba era de un profundo dramatismo.

En esos primeros tiempos, normalmente el padre salía de casa (daba igual la vinculación o cuidado proporcionado a los hijos), y las pensiones leoninas hacían que muchos acabaran viviendo en pisos compartidos o regresaran al hogar de sus padres.

Acabar con la pensión compensatoria, por la que había que pagar un dinero a la mujer todos los meses, afortunadamente ya nos queda un poco atrás y se limita a la ruptura de matrimonios de más edad en los que la mujer se ha dedicado al cuidado del hogar, no habiéndose incorporado al mercado laboral.

Personalmente opino que terminar con esta pensión compensatoria ha sido muy positivo para la incorporación de la mujer al mundo laboral, y poder desarrollarse en igualdad de oportunidades, y a la vez, poder tomar decisiones, como el divorcio, sin estar mediadas por necesidades económicas.

En el momento actual la tendencia es la custodia compartida, algo que a pesar de la naturalidad y el beneficio que representa para los niños, todavía no es bien aceptado en todas las familias, en las que se sigue luchando por la custodia para la mujer.

Desde la Psicología Jurídica ya son pocos los casos en que se hagan periciales para establecer la mejor opción (desde el punto de vista psicológico y psicosocial) como instrumento de apoyo a las decisiones judiciales.

Normalmente los padres no están de acuerdo a la realización de un peritaje conjunto y en ese caso, ya ni qué decir de peritar a los menores, para lo que se necesita el consentimiento expreso de ambos progenitores es imposible.

El hecho de acudir a Juicio para establecer unas medidas provisionales en las que se realice la disolución de los bienes (gananciales) y establecer la mejor situación de convivencia para los menores, es extremadamente infrecuente.

En cuanto se toca el dinero, se monta la Mundial, y del dinero pasamos a los niños y a lo que haga falta.

Yo pediría a los padres que están en proceso de divorcio UN EJERCICIO DE RESPONSABILIDAD.

Exceptuando los casos en los que se dan circunstancias de violencia doméstica, adicciones por una de las partes, alguna psicopatología que ponga en peligro a los niños o cualquier circunstancia real que les afecte negativamente, buscaría la solución de una custodia compartida.

Porque los niños no se divorcian de sus padres, esta es una cuestión de adultos: en ella se metieron, pues que de ella salgan solitos, que ellos no son los muebles del salón.

Entre los últimos motivos para solicitar la custodia de unos menores está, por ejemplo, la reducción de jornada para el cuidado de los niños. Esto se esgrime como un acto de generosidad hacia los niños y dejar aparte el desarrollo profesional.

Aquí diría: cuidadito: hay profesiones en las que no es posible pedir una reducción de jornada, o que ambos progenitores deciden cuál de los dos es el que tiene más facilidades para poder solicitarla.

¿Es malo el que no coge la reducción de jornada? ¿Y si no puede? pongamos un matrimonio que él trabaja de dependiente en unos grandes almacenes y ella es maestra en un colegio.

¿Cuál de los dos tiene más fácil solicitar la reducción? Creo que el hombre, y no por ello la madre es peor ni se involucra menos en el cuidado de los hijos, y claro, por supuesto que el que solicita reducción de jornada está más involucrado en el cuidado de los niños, porque la reducción de jornada se cimienta en el cuidado de los hijos, no en ir a jugar al pádel o ver Tele 5 por las tardes.

Bajo mi punto de vista, en caso de litigio, sería necesario que ambos padres pasaran por un profundo estudio psicológico, en el que se descartara la posibilidad de hacer daño directo o indirecto al niño, y la existencia de psicopatología, falta de responsabilidad, interés, etc, y en caso de que ambos padres fueron adecuados para atender a los niños, se optara por la custodia compartida.

Ojo, no es una cuestión cualitativa: un padre puede ser muy cariñoso con los niños pero darles de cena pizza por no oírles, una madre puede tirarse horas con los deberes del niño y dejarle el resto del tiempo de ocio a que le cuide la Playstation.

De todo hay, lo importante es la voluntad, la calidad no puede ser decisiva en estos temas, en los que por otra parte, muchas veces, la custodia compartida hace que ambas partes se involucren más y mejor con sus niños compartiendo tiempo de calidad y todas las responsabilidades en el tiempo que permanecen con ellos.

Y por favor, los padres deben comprender que los motivos del divorcio no son extrapolables a las decisiones del cuidado de los hijos: un padre o una madre pueden haber sido infieles a su pareja y no por ello ser malos padres, por ejemplo (es que se da mucho).

Y ante todo: una vez que se ha comenzado la vida por separado, intentar que lo que une, los hijos, sirva para seguir siendo familia, ya que lo que no podemos pedir es a la Justicia que obre para la protección integral y prioritaria del menor y luego nosotros, en nuestras casas, estemos diciendo o haciendo cosas que hacen sufrir a nuestros hijos, contraviniendo esta protección del menor.

De las cosas más bonitas que he podido ver en consulta es cuando vienen padres divorciados con un niño, que tiene algún tipo de problema, y vienen ambos, y se involucran, y se ve al niño o la niña perfectamente cómodos, protegidos, relajados.

Ese tipo de padres son para mi los que quieren a sus hijos por encima de todas la cosas, que apartan sus rencores y construyen sus vidas respetando lo más sagrado que tienen: la vida que ellos mismos dieron.

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