La fobia específica consiste en un temor intenso y persistente, que es excesivo e irracional, desencadenado por la presencia o anticipación de un objeto o situación específicos.
Por ejemplo: miedo a volar, a la altura, vértigo, precipicios, animales o insectos, ascensores, espacios cerrados (claustrofobia), oscuridad, inyecciones, visión de sangre o heridas, ingerir determinadas comidas o medicamentos, ir al dentista, etc.
La exposición al estímulo fóbico provoca invariablemente una respuesta inmediata de miedo, que puede llegar a un ataque de pánico. La persona reconoce que este miedo es excesivo e irracional pero no puede controlarlo.
Las situaciones que provocan fobia se evitan o se soportan a costa de una intensa ansiedad o malestar. Estas fobias interfieren marcadamente con la rutina normal de la persona, con las relaciones laborales (o académicas), familiares o sociales.
Un tratamiento psicológico efectivo generalmente involucra las siguientes formas de psicoterapia: Terapia Cognitiva, Desensibilización Sistemática y Terapia de Exposición, en la cual los pacientes se exponen gradualmente a lo que los asusta hasta que el miedo comienza a desaparecer.
Los ejercicios de relajación y respiración también contribuyen a reducir los síntomas de ansiedad.
La mayor parte de los tratamientos para las fobias implican algún tipo de exposición a los estímulos temidos pero las técnicas pueden variar en:
la forma en que se presenta el estímulo temido (directamente o indirectamente, tiempo y tasa de exposición, etc.)
en el tipo de respuesta de los pacientes ante el estímulo fóbico
en el tipo de ayudas para la inducción de la respuesta del paciente (terapeuta presente, modelado del terapeuta, etc.)
en la utilización o no utilización de estrategias de control cognitivo para que los pacientes aprendan a modificar las respuestas cognitivas frente a los estímulos temidos.
TERAPIA DE EXPOSICIÓN
La exposición al estímulo fóbico es el ingrediente común de técnicas como la desensibilización sistemática, la inundación o la exposición graduada.
Todas ellas han mostrado niveles de eficacia satisfactorios en el tratamiento de las fobias específicas. la exposición en vivo es considerada como el tratamiento más potente para las fobias específicas.
Sin embargo, existen algunas excepciones.
La elección de exposición en imágenes es preferible en aquellos casos donde la exposición real sea difícilmente manipulable por parte del terapeuta.
Sería el caso de el miedo a las tormentas y, especialmente, a los truenos o relámpagos; miedo a viajar en avión, especialmente en aquellos casos donde el despegue ocupe un lugar predominante o el miedo se incremente principalmente ante las turbulencias.
Además, debemos considerar la exposición en imágenes como alternativa frente a la real en aquellos casos en que el paciente muestre serias reticencias a la terapia de exposición con estímulo fóbico real.
Muchos pacientes advierten del abandono de la terapia si se les va a someter directamente al estímulo fóbico y otros experimentan un pánico intenso que dificulta cualquier habituación con la presencia del estímulo fóbico real.
Para aplicar una exposición donde el paciente no sienta niveles elevados de ansiedad durante la presencia del estímulo fóbico, la relajación puede ayudar a controlar dicha ansiedad. Además, cuando se emplean jerarquías muy progresivas, la relajación puede hacer menos estresante el proceso para el paciente.