LA IMPORTANCIA DE LOS LÍMITES EN LA RELACIÓN
En una relación de pareja se busca un equilibrio en que las dos partes se sientan satisfechas y seguras dentro del marco de convivencia en el que viven.
Al principio de la relación es completamente normal no establecer límites claros en lo que estamos dispuestos a consentir más allá de los temas más habituales, como la fidelidad o la posibilidad de formar una pareja abierta.
Según avanza la relación o la convivencia, nos damos cuenta que hay multitud de temas en los que necesitamos establecer unas “red lines” que no se deberían traspasar, porque nos hacen sentir incómodos o frustrados.
Sin embargo, a veces no dejamos esas líneas rojas bien definidas, de forma que en el momento de ponerlas ya es tarde y causa problemas dentro de la relación: ¿por qué lo que antes al otro le parecía bien ahora es motivo de una bronca?
No se trata de crear un manual de obligado cumplimiento sobre todos los aspectos de la vida en común.
Simplemente hay multitud de factores que afectan tanto al día a día (obligaciones, cooperación), como la libertad que se concede al otro, el tiempo compartido, si se quieren tener hijos o no, las relaciones con la familia “política” o los amigos del otro.
Establecer de antemano unas aspiraciones en la vida es necesario para evitar la divergencia.
Pero esas “líneas rojas” son extremadamente necesarias para evitar problemas serios de convivencia o incluso la alienación y pérdida de identidad de una de las partes, que se ve cada vez más pequeña y débil dentro de la relación.
Si para una persona es fundamental tener hijos, y la otra no los desea, es el momento de desearse buena suerte y seguir cada uno su camino. Ese amor de hoy, en la persona que ha tenido que renunciar a sus sueños se puede convertir en resentimiento.
Otras situaciones que aparecen y no estaban contempladas, pueden ser objeto de una conversación y un claro aviso “por aquí no paso” explicando por qué nos hace sentir mal esa situación
Obviamente si nuestra pareja nos pone como línea roja “nunca puedes tomarte una caña con los amigos”, no estamos hablando de establecer límites, estamos hablando de imposiciones que no deberían ser aceptadas a priori, porque nadie es dueño de nadie.
Si el caso es: “irte de cañas todos los viernes y jamás hacer planes conmigo para ese día, sin excepciones”, puede requerir un límite en el sentido de que la pareja también necesita su tiempo y sus prioridades.
Anteponer nuestro bienestar siempre no es la mejor forma de validar a la persona que queremos.
Por lo tanto, el establecer límites en la relación supone proteger nuestro bienestar e informar a la otra persona de las situaciones que pueden llegar a herirnos, o en algunos casos, suponer el fin de la relación sin sorpresas.
Una relación en la que sepamos qué podemos dar, qué podemos recibir y de qué líneas no podemos pasar, hace una convivencia respetuosa.
Las líneas rojas serán diferentes en cada pareja, pero en serio, es mejor hablarlo, exponerlas. A veces cuando se quieren establecer ya no es posible, o una de las personas vive dentro de una relación en la que se siente resentida o insegura mientras que la otra parte ni siquiera sabe que está haciendo daño.