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SEXUALIDAD EN LA TERCERA EDAD

La sexualidad en la tercera edad se adapta a las necesidades de las personas

A medida las personas se van haciendo mayores, el aspecto sexual se va convirtiendo, en muchos casos en un tema "espinoso".

Existen cambios fisiológicos que requieren una readaptación de la persona a sus propias respuestas sexuales como algo natural, y por otra parte, es necesario desterrar las concepciones erróneas respecto a que a partir de "cierta edad" no puede disfrutarse del sexo.

Una buena adaptación personal incluye disfrutar de las relaciones sexuales, como factor beneficioso para la vida de la persona cuando se está haciendo mayor.

FACTORES QUE INFLUYEN EN EL CAMBIO DEL COMPORTAMIENTO SEXUAL PÉRDIDA DE LA PAREJA

Esta es la causa que más provoca abstinencia sexual sobre todo en la mujer. La pérdida de la pareja significa muchas veces el cese de la actividad sexual, ya que los criterios tradicionales reprueban la búsqueda de nueva pareja en la tercera edad.

DETERIORO DE LA RELACIÓN DE PAREJA

La monotonía en las relaciones sexuales y los problemas de comunicación, pueden hacer que las personas mayores rechacen continuar con una vida sexual activa por falta de gratificación, sustituyéndolo por otras fuentes de gratificación que consideran más adaptadas a su edad.

SALUD

Existen muchas enfermedades mentales y físicas que pueden influir negativamente en las relaciones sexuales, como la diabetes mellitus, o la artrosis (en la mujer) que pueden dificultar la realización del coito. También problemas de próstata en los hombres pueden inhibir las relaciones.

IDEAS SOBRE EL PROPIO ENVEJECIMIENTO

Desde el momento de la jubilación, se produce un cambio de rol social que puede tener repercusiones negativas sobre el individuo si lo considera como el fin de su etapa de madurez pasando al declive, pudiendo adoptar un rol de anciano que no tiene por qué correlacionar con su estado físico, psicológico y sus ganas de disfrutar de la vida y de una sana relación sexual.

El envejecimiento no es una enfermedad: la persona que se cuida, realiza ejercicio físico, mantiene un peso adecuado y un buen nivel de actividad personal, puede tener una vida sexual sin inconvenientes de tipo funcional.

Esta etapa, a partir de los 50 años, proporciona una mayor experiencia sexual, mayor entendimiento en la interacción de pareja, mayor ternura y sabiduría.

La persona es consciente de sus propios límites y puede aprender a gozar de su sexualidad sin imponerse metas o hazañas más propias de etapas anteriores en su vida (y que muchas veces suponen un completo fracaso).

Existe una mayor consideración de la pareja y una relevancia del poder del erotismo.

MITOS Y PREJUICIOS

Es muy común en la sociedad pensar que toda persona mayor de 60 años está incapacitada para sentir placer, deseo o interés sexual. Sin embargo, una persona mayor no está imposibilitada fisiológicamente para tener relaciones sexuales y puede resultar una fuente de beneficio emocional.

Culturalmente la imagen de sexualidad en la tercera edad se considera antiestética, por tener arraigada la concepción de sexualidad unida a una estética joven y vigorosa, ahora bien

Si nos paramos a pensar en esto, casi cualquier persona, por no estar dentro de los cánones de belleza que nos venden como ideales, podría ser candidato a esta concepción absurda de lo que es estético o no en la práctica sexual.

Se afirma que en esta etapa la mera existencia de manifestaciones sexuales de cualquier tipo es sistemáticamente negada, rechazada o dificultada, por gran parte de la sociedad. Tenemos un concepto de hacernos mayores como sinónimo de pérdidas, déficit, duelos, crisis y abandono de actividades placenteras.

Esta concepción del ser humano en declive a partir de la jubilación no es vigente actualmente, ya que la calidad de vida de la que gozamos, hace que las personas puedan hacerse mayores con vitalidad, energía, ilusiones y muchas cosas que ofrecer y de las que disfrutar.

PSICOLOGÍA DE LA TERCERA EDAD CAMBIOS EN LA SEXUALIDAD MASCULINA

Cambios en el comportamiento y en la respuesta sexual. Según van pasando los años, el hombre tarda más tiempo en lograr una erección. Un hombre joven puede necesitar un promedio de 15-30 segundos, y las personas de la tercera edad pueden tener una latencia de hasta 10 minutos.

También se produce una demora en el tiempo de eyacular, lo cual prolonga el coito. A partir de los 50 años, la erección del hombre es menos firme por la pérdida de elasticidad de los vasos sanguíneos y la pérdida de potencia muscular.

En el hombre de 50 años disminuye la elevación de los testículos dentro del saco escrotal antes de la evacuación por acción de los músculos crematerianos.

También  hay una disminución del eyaculado en cuanto a su volumen y la fuerza con que es expulsado debido a una mejor potencia de los músculos eyaculadores y por lo tanto de sus contracciones durante el orgasmo.

El periodo de pérdida de la erección después de la eyaculación se produce con más rapidez, así como el tiempo necesario para lograr la próxima erección. (periodo refractario) se prolonga.

La erección pudiera disminuir, perderse o recuperarse en una o múltiples ocasiones durante el acto sexual prolongado y en ocasiones el pene no alcanza una completa ingurgitación hasta el momento antes de la eyaculación.

Las erecciones nocturnas, habituales en la fase mor del sueño, son menos frecuentes según avanza la edad. En el hombre maduro predomina la excitación producida por tocamientos y caricias sobre las zonas erógenas del cuerpo y la estimulación directa de los genitales.

El no lograr la erección satisfactoria o total hasta que la compañera le estimule directamente los genitales constituyen una expresión de que en estos predominan los reflejos medulares y no una falta de potencia sexual.

El hombre de edad avanzada puede gozar perfectamente el coito sin llegar necesariamente al orgasmo.

Después de los 60 años se puede eyacular en uno dos de cada tres coitos y esto no ser causa de insatisfacción. Las necesidades de contacto sexual en hombres mayores de 60 años de edad puede limitarse a una o dos veces por semana y se suficiente para su bienestar .

En los ancianos también puede perderse la llamada fase de inestabilidad eyaculatoria, esta fase procede en unos escasos segundos a la eyaculación y en ella.

El hombre se hace consciente de que va a eyacular y no la puede evitar o controlar, el anciano puede eyacular sin este aviso que es producto de contracción de musculatura de las vías seminales pero experimenta la segunda fase del orgasmo sin dificultad.

CAMBIOS EN LA SEXUALIDAD FEMENINA

Los labios menores y mayores pierden elasticidad y se encuentran atrofias progresivas de su capa dérmica y epidérmica, lo mismo que el resto de la vulva.

La vagina con su depuración estrogénica a partir del climaterio, tiene menos capacidad para la fluidificación, lo que a su vez facilita infecciones locales, su mucosa se hace más fina y seca, además pierde longitud, se hace más estrecha y menos elástica y reduce su capacidad de distensión.

El clítoris tiene mayor dificultad de erección. Menos intenso el aumento de las mamas y se vuelven menos firmes y más planas. No se observa al principio del coito, los cambios tópicos de los labios mayores, como aplanamiento, separación y elevación y es menos la vaso dilatación de los labios menores.

Debilitamiento de la musculatura vaginal y de la zona perineal, que ocasiona una menor contracción de la vagina durante la fase de plataforma orgásmica. Menos elevación uterina. Las contracciones uterinas del orgasmo se hacen más débiles y en ocasiones dolorosas por ser más hepáticas que rítmicas.

Sin embargo estos procesos no eliminan el orgasmo, ni suprimen la sensación de placer y por lo tanto el avance de los años no pone un límite preciso a la sexualidad femenina. Es necesario insistir en que estos cambios se dan en distintos grados y aparecen en tiempo claramente diferente dependiendo de numerosos factores.

CONCLUSIONES

En la tercera edad se produce un cambio de la respuesta sexual, lo que no significa que no exista. Las personas mayores pueden y deben disfrutar de su sexualidad, y no negarse esta faceta de su vida por prejuicios sociales o morales.

Es importante adecuar las concepciones que tenemos sobre la sexualidad a la nueva realidad personal (al igual que se hace en otras facetas de la vida), pero sin renunciar a esta experiencia.

Si las personas consiguen adecuar sus expectativas y saber encontrar el placer de una forma más sensual y menos mecánica, lograrán sin duda, gozar de una sexualidad plena que beneficiará su salud y su equilibrio psicológico y emocional.

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