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LA DEPRESIÓN EN OBSESIDAD MÓRBIDA

La obesidad mórbida supone una obesidad de grado III, en la que el índice de Masa Corporal (IMC) es de (≥40.0 Kg/m2), según la Organización Mundial de la Salud.

La Depresión puede ocurrir en cualquier persona, aunque en pacientes con obesidad mórbida exista un porcentaje mucho más alto que en la población general.

En estos pacientes la depresión tiende a ser más severa y con un abordaje psicológico más difícil.

La obesidad mórbida no es por si misma, un motivo para tener depresión, sin embargo, contribuye para la dificultad en la resolución del cuadro por el hecho de complicar, y muchas veces imposibilitar actividades de la vida diaria, interacción social, busca de empleos y relaciones afectivas.

La reducción del peso, combinada con tratamiento médico y psicológico proporciona una salud emocional más equilibrada. El gran problema del paciente con obesidad mórbida (hablamos de pacientes con obesidad mórbida no por causas médicas sino por sobreingesta y sendentarismo) es la satisfacción que muestran ante la comida: les gusta comer y en ello obtienen una fuente de placer.

Se han acostumbrado a no ser "esclavos de su figura", y normalmente expresan que ellos se sienten bien así, pero en determinadas circunstancias, especialmente las derivadas del cuadro médico subyacente (problemas de respiración, fatiga, problemas dermatológicos, dificultades para dormir, etc), les hace plantearse su situación: ante la incapacidad que sienten subjetivamente para dejar de comer, intentan reducir este cuadro de distress justificando que el gusto por comer es superior a su deseo de adelgazar. ¿Estamos ante lo que se suele llamar disonancia cognitiva? probablemente: justificamos una elección que no nos agrada, destacando sus cualidades y obviando sus inconvenientes.

Esta disonancia cognitiva, el "hacer de la necesidad virtud", es una fuente de conflicto para la persona con obesidad mórbida, que cuando se complica con un cuadro médico, suele buscar ayuda. Pacientes sometidos a la cirugía bariátrica muestran mejora en la calidad de vida, en las interacciones sociales, bienestar emocional, oportunidades de empleo y en las condiciones económicas. Es importante la evaluación psicológica en el preoperatorio para ayudar y preparar el paciente para los cambios que ocurrirán con la cirugía.

No todas las personas reúnen las condiciones psicológicas adecuadas para someterse a una cirugía bariátrica, ya que si su intención tras la operación no es seguir una dieta estricta y unas pautas de ejercicio físico, es posible que la cirugía no resulte una buena elección.