"NO PUDE" - "NO PUEDO": EL ÉXITO O FRACASO EN UNA TERAPIA
Muchos de los problemas por los que las personas deciden acudir a terapia se derivan de su incapacidad para superar un problema (esto es humano y no representa ningún síntoma de debilidad).
En alguno de los problemas por los que los pacientes deciden seguir una terapia psicológica derivan de su incapacidad para dejar de pensar en problemas que les obsesionan (como podría ser ante una ruptura de pareja), la imposibilidad de intentar relacionarse con las personas (fóbicos sociales).
En otros casos la imposibilidad de realizar pequeñas tareas o dar un paseo (en los casos de depresión) o dejar de pensar en los síntomas físicos que acompañan a la ansiedad.
Podríamos seguir enumerando muchos problemas en los que se les dan pautas al paciente para modificar sus pensamientos o sus conductas para iniciar su mejoría, pero se sienten bloqueados o incapaces de seguir las instrucciones.
Hay pacientes a los que se les recomienda una pauta en concreto para la semana y cuando vuelven dicen: “no pude”. Esos pacientes van a salir adelante. El “no pude” es un “lo intenté”, y el que lo intenta lo consigue.
Aquí está nuestro trabajo de fragmentar la tarea en tramos más pequeños (tan pequeños como sea necesario), para que ese paciente que quiere y no puede, vaya logrando esos pequeños avances, se sienta orgulloso de ellos.
Y los tramos cada vez puedan ser más grandes, porque comenzar a cambiar el “no pude” por el “me ha costado pero lo he conseguido o casi lo he conseguido”, es síntoma de que el tratamiento va a funcionar, que la persona se ha involucrado activamente en su mejoría.
Es el paciente el que supera el problema. El terapeuta le guía, los fármacos son a veces necesarios para establecer una línea base para comenzar el trabajo, pero exclusivamente la persona es la artífice de su mejoría.
El paciente “no puedo” es el que no lo ha intentado, lo ha pensado “tengo que…pero me siento incapaz”, no hace el intento, tira la toalla y continúa una semana en el mismo plano mental y conductual. Se desesperan, piensan que no tienen solución y en algunos casos tiran la toalla.
Este grupo de pacientes es el de los 15 años con antidepresivos, el de “he ido a 7 psicólogos y no me ha servido para nada”, “lo mío no tiene remedio”.
En estos casos, y como lógicamente hay que intentar establecer una alianza terapéutica con el paciente, alentarle, motivarle, cambiar los caminos para conseguir que se movilice, puede llevar unas sesiones.
En mi caso concreto el límite lo establezco en 4. Buscando caminos y vericuetos, formas diferentes, motivación, dándole razones, indicando los beneficios de un pequeño esfuerzo, todo lo que sea necesario. Con un máximo de 4 sesiones.
El paciente que en 4 sesiones no ha avanzado en absoluto, no es un paciente para terapia. Quiere unos polvos mágicos como los de Campanilla, y eso en terapia no existe.
Piensa que el psicólogo es malo (y para algunos lo seremos, faltaría más), pero está responsabilizando de su falta de colaboración en su mejoría a factores que son externos: todo pasa por el esfuerzo personal.
La actitud, la confianza, el compromiso personal y el esfuerzo son básicos para salir de la situación que nos está arruinando la vida.
Realmente la primera sesión debería dedicarse a escuchar al paciente y darle unas pequeñas pinceladas de cambios que debe realizar: suaves, sin ser excesivas o supongan un sobreesfuerzo.
La terapia debe ir in crescendo, según la propia persona va siendo consciente del origen de su problema, y va viendo que sus pequeños cambios van obteniendo resultados.
El otro día un paciente de alta me dijo: “he salido de esto no por la medicación, no por ti, ha sido por mi esfuerzo” y pensé: “A este le ponía yo en el cuadro de honor de la consulta”. Esta persona había comprendido perfectamente el concepto.
El paciente es el artífice de su cambio con el dolor que a veces supone el proceso, con los esfuerzos, con la lucha contra el propio bloqueo.
Si vas a comenzar una terapia, recuerda que tú serás el que vas a salir triunfador con tu esfuerzo. Tendrás a tu lado al psicólogo, orientándote, corrigiendo, ayudando, comprendiendo tus dificultades y ante todo, alegrándose de tu mejoría.
Pero por favor: no me digas “no puedo”, dime “no pude” y te prometo buscar otra forma de avanzar.