Muchos padres se quejan de que su hijo no parece oír a la primera. La madre se desespera porque aunque al final obedece, siempre tiene que repetirle las órdenes varias veces antes de que el niño la cumpla.
El proceso que suele seguirse es el siguiente: la madre le pide que recoja su ropa y la lleve a la lavadora, el niño no contesta y sigue con lo que estaba haciendo.
La madre le repite la instrucción en un tono más alto y espera unos minutos a que el niño la cumpla, no lo hace, de nuevo se dirige a él entono imperativo, muchas veces gritando y exigiendo el cumplimiento de la orden y amenazando con un castigo.
Es posible que llegado a estas alturas el niño conteste un tibio "sí, ya voy", pero su madre está enfadada y le sigue gritando. Si analizamos la situación en término de conductas aprendidas, vemos que el niño está realizando una actividad placentera que entra en conflicto con la que le están mandando.
Evidentemente el niño prefiere continuar jugando, ya que la otra no le refuerza en absoluto, por lo que ignora las peticiones de la madre.
Por su parte la madre, como está enfadada, utiliza un tono cada vez más amenazador, que produce ignorancia en el niño, sólo la posibilidad de castigo moviliza al niño, que finalmente hace lo que le dicen entre las amenazas y gritos de la madre.
Desde un punto de vista conductual es fácil predecir cómo se desarrollarán situaciones parecidas en un futuro. El niño seguirá atendiendo sólo a las peticiones de la madre ante las amenazas y los gritos.
Para intervenir ante esta situación hay 2 posibilidades alternativas, una basada en programas de reforzamiento y otra en la técnica de costo de respuesta, ambas se pueden utilizar de forma complementaria.
Para aplicar el programa la madre debe actuar de la siguiente manera:
Utilizar instrucciones cortas, claras y específicas, hablar delante del niño sin gritarle desde otra habitación.
Establecer las condiciones: si recoges tus juguetes te dejo luego ver los dibujos. Si tras un tiempo establecido el niño no lo hace, volver a repetir las instrucciones
Comenzar haciendo peticiones de acciones que lleven implícito un reforzamiento natural (lleva el cuento al salón y te lo leo).
En cuanto el niño coopere, la madre debe ensalzar su conducta y acariciarlo.
Se debe tener cuidado en los primeros momentos de hacer las peticiones cuando no interfieran en actividades placenteras del niño en las que se encuentra disfrutando.
Además de los refuerzos naturales (besos, alabanzas) y de los naturales (cuentos, comida), se pueden incluir otros reforzadores como fichas intercambiables por chuches, etc
Incrementar poco a poco las peticiones, tanto por lo que se refiere a número como a complejidad
Se favorece el aprendizaje si se establece una rutina
A medida que el niño aprende a obedecer a la primera, se puede ir dejando de reforzar las cooperaciones más simples y empezar a reforzar las complejas.
La segunda alternativa, basada en el costo de respuesta, supone la utilización de una economía de fichas para reforzar el cumplimiento de tareas que pueden ser intercambiadas por reforzadores pactados por ambas partes.