LA EXPERIENCIA DEL DOLOR
El dolor es una señal de aviso de una lesión o un problema.
Normalmente la experiencia de dolor se produce ante una lesión o daño, y al tratarlo desaparece, pero en ocasiones la intensidad del dolor no se corresponde con el daño real.
Esto ocurre porque las personas tenemos diferentes "umbrales de dolor", y algunos lo perciben cuando tiene una intensidad mayor y otras menores.
Es importante que la persona que siente dolor sepa que su experiencia es real. No existe nada más desesperante que sentir dolor, acudir al médico y que le diga que no le pasa nada. Sí le pasa: siente dolor.
Esta experiencia de dolor ocurre porque además de las causas orgánicas, en la percepción intervienen los factores psicológicos (sufrimiento emocional), y la obsesión ante el dolor, estar todo el día "chequeándonos" para ver si nos duele puede incrementar muchísimo la sensación.
Por otra parte, las conductas asociadas a la experiencia de dolor, como es la creciente inactividad para mitigar el dolor, resulta en muchas ocasiones contraproducente, ya que la inactividad física produce una debilidad muscular que es perjudicial para esta sensación.
Igualmente las posturas forzadas para mitigar el dolor pueden ser contraproducentes. La terapia psicológica se centra en técnicas con diferentes objetivos:
Desde el punto de vista cognitivo se trata de reducir la emocionalidad negativa derivada del dolor (tristeza, impotencia, rabia, desesperanza, pensamientos obsesivos)
Desde un punto de vista conductual se busca fomentar actividades que nos alejen del "rol de enfermo", buscando que a través del ocio y la actividad física la persona no se centre en la experiencia del dolor, que con un rol activo produce una sensación de mayor control y una desfocalización del problema
Igualmente se trabajan técnicas de relajación para contrarrestar la tensión (siempre perjudicial) que suele estar presente en todas las personas aquejadas de dolor crónico