Un proceso de divorcio no es simplemente una situación de conflicto entre la pareja, cuando hay hijos, estarán involucrados dentro del proceso de divorcio y sus relaciones con los progenitores van a verse afectadas por la posición en la que les sitúan sus propios padres.
En la mayoría de los casos a los niños se les pone en una posición diferente a la que tenía antes del divorcio, se les impone un rol o se lo imponen ellos mismos. Dejan de lado su infancia para sumirse en un mundo que rompe su confianza en los adultos.
Niño hipermaduro: algunos niños aparentan una madurez superior a la que les corresponde por su edad. Cabría preguntarse si ya eran así antes del divorcio o han tomado esta postura al enfrentarse a la propia inmadurez de sus padres.
Niño espía: Uno de los progenitores utiliza al niño para conocer los detalles de la vida de la otra persona. Le someten a un incesante interrogatorio sobre qué han hecho, con quien se ve su ex-pareja, dónde han estado, etc.
Esto puede resultar muy estresante para el niño, que quiere complacer a quien pregunta, pero a la vez siente que está vulnerando la confianza del otro progenitor.
En muchas ocasiones estos niños se terminan rebelando y se muestran hostiles con su interrogador.
Niño dividido: después de la separación algunos padres niegan la existencia del otro: no se permite hablar de esa persona, no dejan que el niño tenga una fotografía en su habitación o haga preguntas sobre el pasado (incluso sobre anécdotas o situaciones cotidianas).
Esto supone que la persona que niega la existencia del otro reprime al niño, que puede vivir esta experiencia como una situación de duelo que no puede resolver, ya que su propio dolor por no poder tener a su progenitor en su vida no puede ser resuelto al haberse convertido en un tema tabú. .
Niño mensajero: Hay ocasiones en los que la comunicación entre los padres se rompe, a pesar de existir hijos, lo que les situaría en la absoluta necesidad de mantener una relación basada en el bien de sus hijos en común.
Este tipo de padres no se paran a pensar en el daño que están haciendo cuando utilizan a los hijos como recaderos, habitualmente pare recordarles obligaciones incumplidas respecto a los niños, y siempre en tono airado y lleno de reproches.
Los niños pueden sentirse desprotegidos y vulnerables, al ser los portadores de noticias sobre las carencias supuestas que están teniendo ellos mismos en su vida, y pudiendo considerar que sus padres les cuidan por obligación más que por devoción.
Niño colchón: Es el niño que amortigua el conflicto entre sus padres. No queda al margen, está justo en el epicentro de las descalificaciones que se lanzan el uno contra el otro.
A pesar de que probablemente el niño considere que la desvalorización es injusta y necesite mantener la lealtad hacia ambos, no le queda otra opción que soportar la situación, ocultando esta realidad al otro progenitor por miedo a que la situación empeore "por su culpa"
Niño confidente: Hay padres que se desahogan con sus hijos en el proceso de separación: les cuentan las "atrocidades" que ha cometido el otro, llegando incluso a detallarles problemas como infidelidades.
Normalmente la información es claramente inadecuada para los niños y la finalidad por parte del padre es buscar la alianza con los hijos dejando al otro progenitor sin el apoyo de los hijos.
Lo que la persona que tiene este tipo de comportamiento no valora, es que en muchas ocasiones este exceso de información produce en el niño una pérdida de confianza en el adulto y la ruptura con su propia infancia, provocando en muchas ocasiones la aparición de conductas rebeldes por parte del niño, que deja de respetar a sus mayores
Niño víctima del sacrificio de su madre/padre: Hay padres que en su afán por conseguir que sus hijos se inclinen hacia ellos (viven la situación de divorcio como un reclutamiento del afecto de los hijos), les dicen que lo han sacrificado todo por ellos.
Ostensiblemente se conducen como padres abnegados que renunciar a su propia vida por cuidar de sus hijos, sin escatimar una sola palabra en la que se muestran como personas que sacrifican su vida personal para cuidar de sus hijos.
Esto produce en los niños angustia y sentimiento de responsabilidad, pensando que son una carga y los responsables de la infelicidad de los padres.
Niño ante un conflicto de lealtad: el niño quiere a su padre y a su madre, depende emocionalmente de ellos. Hasta el momento de la separación el núcleo familiar se basaba en el amor entre todos los miembros de la familia y el respeto.
Al llegar el divorcio, algunos progenitores tienen intereses contrapuestos, y esperan cosas completamente diferentes de sus hijos, que no pueden dividirse y se bloquean al tener que agradar a ambos.
Esto a pesar de que saben que siempre va a acabar defraudando a su padre/madre que van a interpretar el intento de agradar a uno como deslealtad hacia el otro.
Niño víctima de alienación parental: la negativa de un niño a relacionarse con uno de sus progenitores ya es de por sí un problema que requiere de intervención psicológica.
En muchas ocasiones tras este problema se encuentra un "trabajo" de descrédito de un progenitor respecto al otro.
El niño es bombardeado continuamente con descalificaciones respecto a su padre/madre, se les hace ver la vida bajo el prisma de que el progenitor "diana" no les quiere, es egoísta, les utiliza, prefiere la compañía de otras personas, no asume sus responsabilidades, etc.
Esta situación a menudo desemboca en la situación de alienación (violencia vicaria), con rechazo hacia el progenitor, hostilidad manifiesta, palabras de reproche, desprecio e incluso odio.
En estos casos al niño no se le ha permitido establecer su propia relación afectiva post-divorcio con el progenitor, sino que ha sido sometido a un auténtico lavado de cerebro para alejarle para siempre de su lado.