Las personas tenemos esa “extraña” cualidad de no estar casi nunca conformes con lo que tenemos, y aún así, de lo que tenemos nos solemos quejar.
Hay personas con una alta sociabilidad, les encanta estar rodeados de personas, que el fin de semana esté lleno de planes y la vida sea un “no parar”. Teóricamente, y dado que vivimos en sociedad, esto sería lo deseable.
En muchas ocasiones estas personas tienen muchísima actividad en redes sociales, muchísimos “amigos” (que en un amplio porcentaje ni siquiera conocen o no se han sentado a tomar un café en los últimos 5 años).
Estas personas altamente sociables, deberían hacer un ejercicio de introspección, determinar si su constante actividad de interacción social se debe a su deseo personal o por evitación de la soledad.
En este caso, deberían trabajar su autoestima, el autoconocimiento y explorar en diversas opciones de ocio que puedan satisfacerles sin necesidad de estar rodeado de otras personas.
En el extremo opuesto tenemos los “antisociales”, aborrecen las fiestas, prefieren quedarse en casa sí o sí y la sola idea de acudir solos a cualquier sitio, por ejemplo, a un cine solos , les aterra.
Detrás de estas personas suele haber dificultades de interrelación personal, por falta de habilidades sociales, por fobia social, timidez, por pensar que nadie les va a aceptar tal y como son… y antes del sufrimiento de pasar por el filtro de lo que ellos consideran el juicio de los demás, prefieren estar solos.
Ambos extremos, como casi todo en la vida son malos. El hipersocial, como tenga alguna dificultad (un simple cambio de residencia por trabajo), se viene abajo porque no es capaz de sacar su vida adelante sin estar rodeado de gente.
El fóbico social, como tenga que relacionarse por “motivos de fuerza mayor”, pasa un rato horroroso presa de sus propias ideas preconcebidas, que no se corresponden con la realidad (normalmente creen que van a ser juzgados, cuando el único Juez IMPLACABLE es él mismo).
Fomentar un acercamiento al punto medio sería lo más adecuado, tanto las personas que necesitan a otras personas para disfrutar como aquellos que se irían encantados a vivir a una isla desierta.
Buscar ese punto medio, con momentos de sociabilización como parte de disfrute y aprendizaje, y esos momentos de introspección como parte de autoconocimiento y generador de sentido de independencia y autonomía personal.
Sería una forma de dar equilibrio a nuestra vida, en la que podemos libremente elegir lo que queremos hacer en cada momento sin ser presos de nuestro miedo a nosotros mismos o nuestro miedo a los demás.
El punto medio es el que nos da la ventaja de la plenitud personal. Reflexionad sobre ello, sobre cómo enfocáis vuestra vida, vuestro grado de dependencia del entorno o por el contrario dependencia de vuestra zona de confort.
Siempre hay tiempo para los experimentos.