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EL DÍA A DÍA DEL DEPENDIENTE EMOCIONAL

El dependiente emocional es una persona con serios problemas de autoestima.

Probablemente en su niñez no ha sido plenamente aceptada por sus padres: no se ha sentido plenamente querida. En la llegada la edad adulta, tiene una idea romántica y muchas veces poco realista de las relaciones de pareja.

Tiene la necesidad de sentirse amada, deseada, el objeto principal y único de adoración de su pareja: idolatrada. Hay que tener en cuenta que para un dependiente emocional sentirse único y necesario para su pareja es como un contrato de permanencia.

En muchas ocasiones esta persona, que tiene un problema de dependencia emocional, no es la que inicia las relaciones amorosas: no es capaz de enamorarse de una persona si ésta no le corresponde, porque lo que realmente necesita es recibir amor.

Por ello, suelen "fijarse" en aquella persona que muestra interés por ellas, a pesar de no haber sentido al inicio ningún tipo de atracción. Es el amor del otro, el sentirse querido lo que les hace meterse en la relación.

Una vez dentro...comienza el tormento. La persona con una dependencia emocional, una vez que establece una relación de pareja, hace de ésta el centro de su vida, de sus preocupaciones, de sus pensamientos: todo gira en torno a la persona amada.

Deja de lado sus amistades, las actividades que antes le resultaban placenteras, e incluso cambia su forma de ser, cualquier cosa con tal de que su pareja cada día se sienta más próxima a ella.

Ya dentro de la relación, no tienen la capacidad de respetar el espacio del otro, suelen ser tremendamente posesivas y celosas; quieren exclusividad absoluta en la vida de su pareja, y requieren constantemente pruebas de que siguen enamorados de ellas.

Si la persona se muestra distante, o no les "pone el mensajito de la noche", o tarda en contestar una llamada, aparece la ansiedad (producto de su inseguridad), empieza el sufrimiento, las ideas sobre que la otra persona puede abandonarlas.

A veces el dependiente emocional se muestra frio y distante con su pareja, como una maniobra para que el otro redoble su interés, ya que creen que la pareja debe estar siempre al 100%, como en la época del cortejo.

Las relaciones del dependiente emocional son complejas; con frecuentes discusiones derivadas del desgaste que produce la relación a semejante nivel de intensidad.

Son frecuentes las rupturas en las que se comportan de forma histérica, perdiendo la dignidad si es necesario, prometiendo cambiar, plegándose a la relación que el otro quiera establecer, aunque "le queden sólo migajas".

En realidad, el cambio no se produce nunca, y la relación se convierte en tormentosa, con reconciliaciones y rupturas que se suceden continuamente.

El dependiente emocional sufre muchísimo. Son frecuentes los problemas de ansiedad y depresión, y se hace necesaria la terapia, no sólo para solucionar estos problemas, más importante aún es solucionar el problema de base: la falta de autoestima y la necesidad permanente de sentirse objeto de adoración.

El miedo a la soledad, la falta absoluta de autonomía e independencia es un lastre en su vida que tienen que trabajar.

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