Romper una relación es una situación difícil para cualquier persona.
Decir adiós definitivamente a alguien a quien has querido remueve la parte de recuerdos y sentimientos bonitos que pugnan por ganar la batalla a la razón que impone que la relación ya no compensa, que es momento de continuar el camino
En muchas parejas el proceso de ruptura supone un tremendo desgaste: intentan una y otra vez recomponer la situación, que cada vez se va deteriorando más.
Cuando ya no queda salida, es el momento de la separación definitiva, pero un adiós para siempre es un poco “la muerte de algo”, y para eso es muy complicado estar preparados.
La ruptura no queda exenta de una esperanza de cambio, de retorno a la situación de inicio, sin darnos cuenta que aquella persona que pensamos que amamos, ya no es la misma que nos enamoramos. Nos aferramos a los “buenos momentos” ignorando la situación actual.
Normalmente el doloroso proceso de “devolverse los regalos” (algo que es completamente absurdo, ni que fuéramos a reutilizarlos con la siguiente pareja: un regalo es un regalo), sigue la célebre frase “podemos seguir siendo amigos”
Pensemos:
PODERMOS SEGUIR SIENDO AMIGOS
Pero, ¿qué es un amigo?: un amigo es una persona a la que llamamos para contarle nuestras preocupaciones, para hacerle partícipe de alegrías, para charlar de temas intrascendentes, para contarle si alguien nos pone ojitos o se lo ponemos nosotros.
El amigo reconforta, apoya, aconseja de una forma desinteresada: nuestra felicidad es una fuente de satisfacción.
Ahora volvemos al ex o a la ex. El supuesto amigo/a Nos va a quedar una conversación muy bonita si le llamamos para decirle que estamos ilusionadísimos/as conociendo a alguien.
Pongo la mano en el fuego que se va a alegrar un montón de corazón (voy saliendo para la unidad de quemados).
El ser humano no tiene esa capacidad de regeneración de sentimientos. Una cosa es que ya no queramos a esa persona como pareja y otra bien distinta que le sepamos feliz con otra persona y nos alegremos.
Nos alegramos, pero nos fastidia más, nos produce celos nos crea inseguridad.
Toda pareja que rompe piensa que el otro o la otra se han puesto guapísimos. Qué casualidad.
Dos personas que han compartido colchón no pueden ser amigos, porque es muy aburrido esquivar temas personales por no dañar y centrarse en banalidades.
Si tiene que llegar esa amistad será más adelante, cuando ambos hallan conseguido recuperar la felicidad, haber creado un nuevo proyecto de vida y puedan recordar aquella relación con cariño, con ternura.
A veces pasa y entonces sí, existe la amistad, pero es importante saber que ni es lo normal en una ruptura ni suele suceder.
Cuando la pareja rompe la medicina es la distancia, si sigues mirando hacia atrás es complicado caminar hacia el futuro.
Ahórrate el intento. Es una muy mala idea, y lo más probable es que esa buena intención os acabe convirtiendo en enemigos.
El corazón necesita un tiempo para recuperarse de una cirugía cardíaca tan invasiva como una ruptura:: tómate tu tiempo de recuperación, pasa página.