El dependiente emocional: Suelen ser personas con una baja autoestima, no creen en sus propias posibilidades de labrarse un futuro satisfactorio, de poder hacer aquello que les guste o proporcione una sensación de realización personal. Viven en un mundo en el que predomina el miedo a la soledad.
Leer másY TU, ¿POR QUÉ GRITAS A QUIEN AMAS?
El refranero popular debería ser asignatura de primero en la carrera de Psicología, y es que recoge la experiencia de la vida de una forma simple y a veces muy certera.
"Donde hay confianza da asco", sería un excelente ejemplo de cómo se tratan algunas parejas según va pasando el tiempo de convivencia: se pierden el respeto.
Visto desde fuera resulta sorprendente como personas que tienen un proyecto de vida en común, y en muchos casos hijos, están permanentemente en lucha, soltando descalificaciones a la mínima, poniendo el grito en el cielo a cada minuto o contestando con ladridos a cualquier demanda de su pareja.
¿Acaso se han dejado de querer? pues no, no tiene nada que ver. Se quieren pero se han dejado en el camino algo esencial que les unió: el deseo de cuidarse, la admiración, el respeto.
Cuando vienen personas a la consulta para una terapia de pareja con este problema (no se aguantan, no paran de discutir en todo el día, se llevan la contraria sistemáticamente, todo les sienta mal), lo primero que observo es la falta de contacto ocular entre ellos, unido evidentemente a la falta de contacto físico.
Se echan en cara auténticas barbaridades, no se ponen en el lugar del otro y sólo parecen estar pendientes de quedar por encima, de demostrar que uno es el bueno y otro es el malo.
La situación lógicamente es de una gran hostilidad, primando el afecto negativo en sus relaciones. Les suelo preguntar: ¿Vd. habla así a su jefe? la respuesta es un no tajante. Mi siguiente pregunta es: ¿si tuviera que elegir, perdería el trabajo o la pareja? la respuesta es el trabajo.
Ya tenemos la ecuación: lo más importante es la pareja, pero a la pareja se le chilla PORQUE NO HAY AUTÉNTICAS CONSECUENCIAS NEGATIVAS. Al jefe no, es algo impensable.
Este es el punto de arranque: "resetear" la pareja a punto inicial, cuando el intercambio de gestos y palabras era gratificante, cuando se intentaba hacer feliz al otro, sintiendo la necesidad de crear amor.
Se pierde la forma, pero no el fondo, que simplemente ha quedado dormido. En terapia de pareja se trata en primer lugar de hacer ver a las personas su actitud, lo negativo de los comentarios que ya han dejado de dar importancia, marcando cada uno de ellos e instando a las personas por expresar sus necesidades, deseos, e incluso lo que le incomoda de forma positiva.
Posteriormente existen técnicas específicas para incrementar los "refuerzos positivos" entre las parejas (es increíble ver cómo cuando se les proponen algunas sencillas técnicas sonríen azorados, como si les diera apuro expresar ternura).
Existiendo una base de amor y un deseo de permanencia por parte de ambos, erradicar los hábitos nocivos que han convertido la convivencia en un intercambio hostil es una tarea ilusionante.
La pareja que pasa por esa experiencia suele relatar después una mejora en la calidad de la relación que no sólo pasa por la convivencia en sí, sino por el deseo de recuperar muchas sensaciones dormidas.
AMOR VIRTUAL, REALIDAD VIRTUAL
La irrupción de las redes sociales como parte de nuestra vida está causando serios estragos en muchas parejas hasta el momento estables.
El proceso, que suele comenzar con un "reencuentro" de viejos amigos en Facebook o un conocimiento paulatino en otras redes tipo Twitter (vamos a dejar de lado otro tipo de redes de contenido explícito para buscar pareja o relaciones rápidas), suele convertirse en un proceso de bola de nieve que acabe con una relación.
Curiosamente es más frecuente que la persona "enganchada" sea un varón, de mediana edad y sin antecedentes de infidelidades.
El sistema es simple, aunque la persona que está pasando por este trance lo ve como una obsesión y no logra comprender cómo ha llegado a este punto.
Los ingredientes son perfectos: falta de compromiso, poder vender una imagen idealizada de uno mismo, atención constante, focalización en temas amorosos o que incrementan la autoestima de la persona y ausencia de todo aquello que puede suponer rutina, compromiso o las situaciones a veces incómodas que se producen en la convivencia.
Normalmente la persona "captada" se siente hechizada ante los halagos que recibe, siempre existe una constante gratificación que le hace alejarse de la realidad, y como si de una droga se tratara comienza a obsesionarse con la llegada de mensajes, canciones dedicadas, verbalización de fantasías sexuales y la sensación de sentirse nuevamente joven, enamorado, apasionado.
Este tipo de relaciones suelen ser simples fantasías donde ambos miembros dejan fluir todo aquello de lo que carecen en su día a día.
En muchas ocasiones el hombre comenta que no puede llegar a comprender cómo ha podido desvincularse completamente de su pareja, a pesar de quererla y ni siquiera estar pendiente de los hijos, como "si se sintiera abducido". No entienden una situación racional directamente porque no lo es.
El sistema de gratificación intermitente es un clásico en las teorías de aprendizaje: si quieres someter a un animal a estar pendiente continuamente de que haga algo, no le refuerces siempre, hazlo de forma intermitente, sin pauta fija ni horarios. Así de simple funciona el aprendizaje y así de simple se crea una ciber-obsesión.
La forma de salir de ella es altamente traumática. Por una parte suele producirse porque la pareja se da cuenta, y es el momento de enfrentarse a la realidad: seguir en pos de la fantasía o intentar recuperar la pareja.
Al principio es complicado: la obsesión es tan fuerte como la droga dura y la persona tiene dificultades para controlar sus deseos de consultar el móvil o el ordenador, piensa continuamente sobre lo ocurrido como algo idealizado. Por otra parte la otra parte de la pareja se siente engañada y con deseos de ruptura.
La terapia en estos casos siempre comienza con la persona que ha sufrido esa obsesión: hay que devolverle a la realidad y mitigar los sentimientos de culpa, hay que buscar el por qué los halagos pueden llegar a enganchar de tal forma.
A veces la falta de autoestima es la base del problema. En otros casos no podemos negar que hasta la pareja más perfecta puede haber entrado en un ciclo rutinario en el que se necesiten introducir cambios para reactivar las emociones.
Tras el trabajo con la persona afectada para que comprenda la realidad y la disocie de la fantasía, se trabajan aspectos de su personalidad, y de forma paralela, muy frecuentemente hay que trabajar con el otro miembro de la pareja, primero para que comprenda que lo sucedido pertenece a una realidad completamente virtual (no por ello menos dañina pero con otra base).
Hay que evitar los reproches, las preguntas de los por qués que en muchísimas ocasiones no tienen respuesta, porque hablamos de personas que en ese momento no actúan de forma racional, sino impulsiva.
Por último, sesiones de terapia de pareja pueden ayudar a fomentar la confianza,, buscar nuevas vías de relación y ayudar a comprender que a veces una crisis, tan dolorosa como esta, puede servir para reforzar la relación y solucionar problemas latentes, que en ocasiones han estado ocultos durante años.
¿POR QUÉ DE REPENTE MI PAREJA SE HA VUELTO CELOSA?
Esta conducta suele estar motivada por un cambio vital que ha hecho que la persona (en este caso estamos hablando de hombres) que motivan una BAJADA DE AUTOESTIMA: cuando el hombre se siente menos valioso comienza a pensar que su pareja "puede preferir a cualquier otro". Se desvalorizan y sienten el peligro de ser abandonados.
Leer másNUNCA TE SEPARES "EN CALIENTE"
Muchas personas que viven en pareja llegan a un momento en su vida en las que el tedio, la incomprensión, la soledad se han hecho sus mejores compañeros.
Miran atrás, a los que les llevó a unirse a una persona y no pueden encontrar ninguna de las razones.
La ilusión, el compromiso, las ganas de compartir y disfrutar de las pequeñas cosas se han esfumado y se sienten completamente vacías, y en algunas ocasiones desesperadas.
La presión familiar, los amigos, la presencia de hijos, la motivación económica, hacen difícil replantearse la vida, la persona se encuentra en un cruce de caminos: la felicidad y la estabilidad.
Esta situación es realmente peligrosa. La insatisfacción personal puede llevar a ver todo bajo un prisma negativo, a no estar atento a la parte buena de la relación, minimizando la gratificación que recibe y focalizando la atención en los aspectos negativos, lo que alimenta la sensación de vacío y fracaso.
Ante una situación de este tipo, es necesario que la persona analice sus sentimientos, de una forma global.
En algunas ocasiones, la ayuda de un terapeuta que dirija las preguntas que la persona debería formularse, puede ayudar a ese proceso de clarificación.
Dejar a la otra parte de la pareja al margen de esta crisis puede resultar perjudicial y por supuesto, nada leal: el otro tiene que saber su parte de responsabilidad y tener la oportunidad de meditar sobre hacia dónde se dirige su relación
Si los lazos son el cariño o el amor verdadero, si existen los motivos que les llevaron a unir sus vidas, y si quiere luchar (de verdad) para buscar nuevas vías para fortalecer su compromiso.
La terapia de pareja puede ayudar mucho a las parejas en crisis, cuando existe realmente una motivación para cambiar aquellas actitudes o formas de ver la relación que les han hecho alejarse.
Desgraciadamente muchas veces en terapia de pareja nos encontramos con una falta de compromiso: una de las partes busca realmente nuevas fórmulas de acercamiento y la otra parte "está cubriendo el expediente" porque no desea abandonar la relación.
Las personas ante una crisis de relación deberían disgregar los aspectos de permanencia o abandono, analizando cada factor por separado. El núcleo de la intervención se basa en la propia felicidad del individuo, y los miedos se tendrán que ir tratando uno a uno.
Es absurdo continuar con una pareja cuando no existe comunicación o las muestras de afecto se reducen a una relación fría y "políticamente correcta", ya que eso es una fuente de insatisfacción no sólo para ambas personas, sino también para las personas que forman el núcleo familiar.
Establecer las verdaderas razones que nos llevan a pensar que la relación está acabada tienen que pasar por un análisis "con el corazón el la mano", ya que a veces factores externos, como enamoramientos por cubrir el vacío afectivo, envidia de la situación de otras personas en situación de libertad, pueden llevar a una obstinación respecto al fin con consecuencias dramáticas.
Si la situación realmente no depende de factores externos, o la necesidad de un cambio ha aparecido de forma independiente o anterior, la persona debe evaluar su momento afectivo de forma intrínseca, buscando lo que realmente desea en la vida.
Debe tener en cuenta el daño que produce, pero no como un factor de paralización de su camino, sino buscando la forma más madura y adaptada de plantear esta nueva situación.
En ocasiones se espera a que los niños sean mayores, para que no sufran (¿alguien cree realmente que el sufrimiento de los hijos es menor a los 20 años que a los 10?, ¿no será la forma y no la edad la que tengan repercusión sobre el afrontamiento de la situación?).
Otras veces es el "disgusto que se va a llevar la familia" lo que paraliza el proceso, o la presencia de problemas económicos que hacen difícil o imposible la existencia de dos núcleos familiares: si la casa pesa más que la felicidad, tal vez la persona deba plantearse que sus objetivos vitales están más próximos a lo material que a lo afectivo y deba quedarse en esa situación.
Dar a la otra persona la posibilidad de ser nuevamente amada, cuando nosotros ya no tenemos nada que ofrecer más que una convención social o un interés económico es a veces un síntoma de salud mental, equilibrio personal y coherencia.
Además de representar el último gesto de generosidad hacia alguien que tal vez se merezca algo mejor.
LA MALA SUERTE EN EL AMOR
Es cierto, no vamos a negar lo evidente, hay gente que tiene la suerte de su vida encontrando a la pareja perfecta y viviendo una vida maravillosa con fuegos artificiales y perdices en el tupper.
3. Son 3, que los tengo contados.
Las relaciones de pareja suponen un esfuerzo continuado para ir cediendo, avanzando, encajando.
Hay que tener más moral que "el negociador" para conseguir el equilibrio perfecto de la pareja, ese momento en que ya no son las hormonas, las mariposas en el estómago y los buenos propósitos de "ser mejor persona para el otro".
Ese momento en que ya lo que pensamos en nuestra propia estabilidad, que vemos los defectos del otro y el otro los nuestros y eso no nos impide avanzar.
Pero existen personas que parece que jamás tienen suerte en el amor: pasan de una relación mala a otra peor.
Es cierto que acumulan historias como para escribir un libro de anécdotas tristes y siniestras. El que no "cojea, renquea", y claro, la persona es a veces incapaz de sentarse enfrente de un espejo y decir: "¿son los otros o soy yo?".
Si has pensado alguna vez que tienes imán para la gente rara, párate. No vuelvas a decir eso, es demasiado fácil dejar a la causalidad el maltrato al que estás sometiendo a tu corazón por no hacer algo tan simple como: NO BUSCAR, NO CONFORMARTE. ESPERAR.
No te decidas por relaciones que no te convencen completamente, que presenta agujeros negros que intentas no ver, que piensas que con el tiempo desaparecerán, que la persona cambiará...cada uno somos lo que somos, y todos tenemos nuestra parte oscura.
Lo que hay que encontrar es la persona que sepa cuales son nuestras partes más complicadas, que sepamos cual es su peor versión y no resulte algo que mejor enterrar y hacer como si no existiera: o se puede con ello o no se puede, y si no se puede no se podrá, y entonces llegará la ruptura y la enésima queja de "tengo muy mala suerte".
Si te conoces, si sabes lo que te gusta, te emociona, te motiva, también sabrás lo que no soportas, te aburre, te enerva o consideras inaceptable.
Son puntos que tienen que prevalecer sobre las fastidiosas mariposas en el estómago. Los puntos fundamentales de tu vida deben prevalecer sobre el "ya cambiará".
Las personas pueden mejorar, claro, pero cambiar, cambiar...es algo complicado.
Deja de buscar. Corres el riesgo de caer en la desesperación y quedarte con lo primero que te encuentres (lo que ocurra no va a ser fruto de la mala suerte, será algo previsible).
Todos tenemos personas afines. La paciencia, la construcción de una vida plena puede resultar más atractiva para otras personas.
El poder decidir y el saber renunciar son opciones válidas: si en la frutería te llevas manzanas duras por no esperar que en media hora traigan un nuevo pedido, no te quejes de la mala suerte de la manzana que compraste: llévate otra fruta o espera que llegue el pedido de fruta madura y perfecta, y entonces, estira tu dedito acusador y di: "ésta".
Deja de maltratarte, deja de repetirte lo de "la mala suerte en el amor", líbrate de ese estigma.
El amor llegara, cuando no confundas compañía con amor. Cuando te des cuenta que el jersey de mercadillo hace bola aunque cueste cuatro duros y más vale ahorrar un poco y comprar ése jersey un poco caro pero que dura eternamente.
Ahora puedes pasar de ser la persona que busca el amor a la persona que deja que el amor le encuentre.
Suerte, vales más de lo que estás diciendo, así que mirada al frente y paso firme.