Existen parejas que continúan dentro de una relación por intereses creados, por falsas lealtades, por motivos económicos o por miedo a la soledad.
Son compañeros de piso, aparentemente bien avenidos, normalmente impecables en sus relaciones sociales, demostrando ser una pareja perfecta, sin fisuras.
Pero, dentro del hogar, y en ocasiones, restringiéndose al dormitorio (ese papel lo pueden mantener dentro de la familia si existen hijos), la realidad es más perversa.
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