Centraré esta reflexión sobre los perros, no más importantes que gatos, conejos, cobayas, pero con unas características especiales por la necesidad de atención e interacción que requieren.
Los perros no son "cosas", ni tampoco son humanos, tienen unas características propias que les convierten en lo que son: perros. Hay muchísimas personas que aman a los animales (un 40% de los hogares españoles tienen mascota).
El concepto de cosificación de los animales induce a rebajar sus derechos, y ser considerados por algunas personas como sucios, portadores de infecciones, molestos...
Existen muchísimas personas que se han negado rotundamente a tener un perro y tras ceder por presiones familiares, se han hecho sus primeros cuidadores: es el problema del desconocimiento.
Entre el perro y el amo se establece un vínculo de apego, en el que la relación tiene sus propias características.
El amo (que forma más espantosa de denominarlo), le provee de los cuidados, le saca a pasear, le cura si está enfermo y procura y se preocupa de que esté sano y feliz.
El perro ofrece a su dueño cualidades próximas a la más absoluta inocencia: amor incondicional, capacidad empática, sinceridad, lealtad.
Un perro es bueno para los niños porque ellos aprenden a respetar a otro ser y establecer otras vias de comunicación alternativas.
El niño tiene un compañero de juegos, un ser viviente que actúa de forma autónoma y al que tiene que aprender a comprender sus necesidades.
Especialmente en este tiempo de juguetes electrónicos, la posibilidad de esa comunicación es muy positiva para los niños.
Los perros poseen una capacidad empática muy desarrollada: son seres intuitivos que saben detectar el estado de ánimo de sus dueños y actuar en consonancia con su situación emocional.
Normalmente cuando una persona se encuentra física o anímicamente mal, el perro no se separará de su lado, cuidándole.
A las personas mayores o que se encuentran solas por multitud de motivos, el perro es su compañero, la respiración que habita la casa, el ser con el que se termina hablando y pasando tiempo juntos.
Un perro ayuda a disminuir la depresión y los sentimientos de soledad que tienen muchas personas.
Por otra parte la sociedad actual está estructurada de forma que se fomenta la inactividad: las personas trabajan y se tiran al sofá. Pasear con el perro oxigena, es bueno para la salud, la forma física y fomenta las relaciones personales.
Es cierto que hay personas que "humanizan" a sus perros, hasta extremos que pueden resultar excéntricos: les disfrazan, tienen cunas, les hablan como si fueran humanos... esta actitud es a veces muy criticada, aduciendo el hambre en el mundo, que un perro es solo un perro.
Tal vez nos guste criticarlo todo sin entender los motivos. Tal vez las personas que actúan de esta manera han convertido a su perro en el centro de sus mimos y cuidados porque necesitan dar cariño, necesitan estar volcados en su pequeño animal.
Supongo que esta actitud podría ser tan discutible como el que se compra un coche por encima de sus probabilidades y lo cuida de forma obsesiva, o cualquier otra actitud que pueda ser una tendencia exagerada: mejor no juzgar, detrás siempre habrá unos motivos.
Se necesita una campaña de concienciación que probablemente debería partir de un examen de idoneidad antes de ser dados en adopción o comprados, para evitar motivos absurdos como el capricho pasajero o el desconocimiento de las responsabilidades inherentes a su cuidado.
Por otra parte, la aplicación del 21% en los servicios veterinarios, considerando a los animales de compañía como un artículo de lujo es una barbaridad, producto de esa consideración que tienen en la sociedad: vacunar a un perro, operarle si tiene una enfermedad tiene un IVA superior a ir a un concierto.
No se tiene en cuenta por otra parte, que muchas de las personas que tienen un animal de compañía son personas mayores con pocos recursos económicos, y sin embargo, muy probablemente, son capaces de quitarse de cualquier cosa antes de dejar de acudir al veterinario en caso de necesidad.
Como conclusión considero que el amor por los animales nos enriquece como personas, nos hace conectar con sus emociones, y sacar de nosotros mismos nuestra parte más sensible y afectuosa.
Estoy a favor de que los perros visiten a sus dueños hospitalizados, que se doten zonas dignas para el esparcimiento de los perros, que se regule su adopción por criterios de idoneidad, que se de más visibilidad social al mundo de las personas con perros.
Igualmente que se les enseñe a los niños desde pequeños el amor por los animales, que dejen de ser considerados cosas o artículos de lujo para que tengan su propio lugar en una sociedad, en la que acompaña al ser humano,
El perro lleva siendo animal de compañía 10.000 años. Tal vez sea el momento de reflexionar sobre esos lazos emocionales y empezar a darles su lugar en nuestra sociedad, como el mejor amigo del hombre