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“UNA INFIDELIDAD NO SE PERDONA”

En esta vida se puede perdonar casi todo.

Para empezar, y es duro decirlo así, en las infidelidades suele haber un momentoo en la relación en el que las cosas no iban de la misma manera. Una de las personas puede sentirse tan desplazada, tan poco valiosa dentro de su pareja, que busque fuera lo que no encuentra dentro (y no, no me refiero al sexo, que también pero no es sólo sexo).

Por otro lado no es lo mismo una infidelidad que una deslealtad, que es el tonteo máximo por las redes con alguien. Probablemente sea más dañino tener a otra persona a la que le cuentas tus cosas y te ries por tonterías y estás pendiente que una relación sexual estúpida y esporádica. Una tiene un componente emocional, la otra biológico.

Nada es blanco o negro y las afirmaciones de este tipo nos pueden llevar a tomar decisiones que a la larga no nos hacen felices.

Es la actitud de las personas, los motivos, el deseo de recuperar la ilusión y, especialmente, el saber que recuperarse de una infidelidad es un trabajo duro, lo que puede llevar al éxito.  

Es sin duda una de las terapias que requieren de un trabajo adicional con la persona víctima de la infidelidad, para que no caiga en la obsesión y el recuerdo constante del pasado. Eso sí que es un infierno difícil de soportar. Rebobinar una y otra vez la escena.

Somos humanos, no olvidamos. El que diga que olvida, suena raro. Podemos perdonar, pero no olvidar, por ambas partes, el infiel para recordar el daño que hizo, la víctima para saber que a pesar de todo han apostado por una oportunidad sin pasado.