La habilidades emocionales, competencias sociales o habilidades sociopersonales se derivan de la capacidad de interactuar eficazmente, siendo indispensables para desenvolverse en la vida.
Hay diversos componentes que sustentan la conducta social hábil, desde procesos internos de tipo cognitivo y emocional (autorregulación, empatía, perspectiva socia, autopercepcion, etc), hasta procesos externos tales como las influencias sociales ejercidas e interpretadas sobre la conducta individual, de modo que son los procesos psicosociales los implicados en las actuaciones sociales adaptativas.
Una adaptación psicosocial saludable que se fundamenta en una adecuada autovaloración de la persona, incrementa su percepción de autoeficacia, generando expectativas de éxito y control sobre los resultados de la conducta de interacción social.
EL ENTRENAMIENTO EN HABILIDADES SOCIALES
El enfoque del entrenamiento en habilidades sociales como forma de solucionar o prevenir muchos problemas psicosociales y clínicos, tales como drogadicción, aislamiento y rechazo sociales, hándicaps o retrasos educativos, delincuencia, depresión, etc; constituye un ámbito interdisciplinar.
El análisis de la adquisición y/o reformulación de destrezas sociales es necesario, teniendo en cuenta el poder que se deriva de la retroalimentación ofrecida por el grupo de iguales en las interacciones sociales y en la internalización de ciertas pautas de conducta.
Esto permite dilucidar el posicionamiento personal de cada persona frente a las presiones y motivadores para el consumo de sustancias psicoactivas y alcohol.
Una gran parte de los problemas de adaptación psicosocial de los adolescentes tiene su origen en una ausencia o inadecuado uso de las habilidades necesarias para afrontar ciertas situaciones y hacer frente a problemas.
Si no se tienen estas habilidades sociales, derivará en un comportamiento no adaptativo ante situaciones estresantes o frustrantes o de presión manifiesta o encubierta.
HABILIDADES SOCIALES Y CONSUMO DE DROGAS EN LA ADOLESCENCIA
En materia de drogas, abundan las presiones hacia el consumo entre iguales y los modelamientos simbólicos, los discursos ideologizados y las representaciones sociales sobre las sustancias.
Es tal la presión entre los jóvenes, que para un amplio colectivo de ellos el "noconsumo" representa una opción desadaptativa ante las exigencias del grupo.
En consecuencia, la resistencia a una incitación al consumo, la superación de la presión grupal, la eficaz resolución de conflictos interpersonales, la potenciación de estrategias asertivas y de autocontrol, deben optimizarse, reeducando los recursos personales, modificando los patrones disfuncionales y rebatiendo los juicios valorativos de la problemática.
Los conflictos personales e interaccionales derivados de la insuficiencia o inadaptación de las habilidades de algunos adolescentes, representan factores de riesgo para el consumo de drogas.
Es frecuente que suplan las deficiencias en ciertas habilidades de comunicación o capacidad de expresar su rechazo, mediante el empleo de sustancias psicoactivas. Igualmente un grado eficaz de competencia en habilidades emocionales es fundamental para un satisfactorio funcionamiento social, lo que influye en la adaptación psicosocial y escolar.