Es lamentable ver la cantidad de padres que muestran una actitud irresponsable criticando a su ex-pareja delante de los hijos (los padres no suelen ser lo peor, hay abuelos que ya se podrían dar un puntito en la boca).
La rabia, el resentimiento hacia la otra parte hace que el niño sea utilizado para intentar desprestigiar a su otro progenitor.
En casos extremos se busca que los niños rechacen mantener el contacto con la otra persona, en una maniobra de divorcio total , pretendiendo borrar completamente al otro progenitor.
Esta forma de actuar está muy estudiada, y supone un maltrato psicológico hacia el menor, y un síndrome (SINDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL) que actualmente se llama VIOLENCIA VICARIA, que pueden dejar graves secuelas en los niños.
Tenemos hijos y les decimos: “respeta a papá, tu mamá es la más buena del mundo”, y llega el divorcio y los mensajes que les damos son exactamente los contrarios.
Enseñamos a odiar, cuestionar, desconfiar sobre el padre o la madre. Evidentemente la ración de estrés psicológico para el pequeño está servida, estos mensajes contradictorios, ponerles en un conflicto de lealtades, pensar que uno de sus progenitores es malo, es un buen caldo de cultivo para adultos con relaciones personales insanas, desconfianzas, desapego, descrédito.
Antes incluso de pensar en tener hijos, cuando pensamos en una paternidad/maternidad responsable, deberíamos hacer el ejercicio de evaluar nuestra propia capacidad de querer a nuestros hijos por encima de todo, incluso de nuestro propio rencor.
Obviamente cada estilo educativo será diferente en progenitores divorciados, y uno de ellos se puede quejar de que el otro o la otra les permiten todo, les dan chucherías, se acuestan a las mil, no hacen los deberes…. es algo con lo que tenemos que convivir.
Elegimos mal: bad luck, toca tragarse el sapo. Si a cada cosa que no se hace como queremos se monta la gran bronca, las cosas sólo pueden ir a peor. Es mejor hacer la vista gorda, exceptuando en casos que ponen en peligro de alguna manera la integridad física o moral de los pequeños, y para eso, está el Juez, no el ring que montamos día a día.
Cuando vayas a decirle a tu hijo algo malo del otro progenitor, piensa que estás insultando a tu propio hijo, que estás diciéndole que algo suyo es malo, le estás haciendo sufrir, le estás enseñando a callar. Estás haciendo una infancia desgraciada.
Si tu hijo viene insultándote, utiliza una técnica de terapia con niños: REFORZAMIENTO DIFERENCIAL DE CONDUCTAS POSITIVAS: ignora sus insultos, no intentes convencerle de otra cosa, haz como si no le oyeras, y ante cualquier actitud positiva, refuérzala, hazle ver que le quieres, que no le cuestionas.
No le des la impresión de que te han dolido sus palabras, porque no son suyas, y tu eres adulto y no un niño. Si el niño ve que no entras en la guerra, se dará cuenta que no puedes ser tan malo/a como te han dicho.
Tenderá a no decirte cosas feas, a no prestar atención cuando se las dicen. Actúa como un adulto ante un niño, tu hijo. Es la única actitud que te ayudará a que cese esta actitud (en casos exagerados, la vía no es el niño, es el Juez).
Si quieres ser un progenitor responsable, después del divorcio, guarda en una maleta todo lo que tenga que ver con los motivos del divorcio, y en la otra maleta pon lo que tenga que ver con el niño (a nivel mental), no mezcles una pareja infiel con un buen padre/madre, porque la infidelidad ha sido entre adultos, no con el niño.
Lo ideal es buscar puntos de consenso, trabajar “a favor de obra”, minimizando las críticas del niño o las quejas hacia el otro progenitor, fomentando que quiera a su padre o su madre, porque si lo elegimos para que ocupara ese lugar, ahora tenemos que asumir la realidad.
Jamás insultes, critiques o menosprecies a tu ex-pareja delante de tu hijo, ni permitas que lo hagan tus familiares. Es la mayor muestra de generosidad que puedes tener con tu pequeño.