Dos palabras tan parecidas y sin embargo, una tan dependiente de otra.
El tema de los estudios de los chicos puede extrapolarse a cualquier tipo de meta que nos pongamos en la vida, a nuestra forma de enfrentarnos a los retos.
Siempre se habla de la APTITUD como lo fundamental y necesario para conseguir éxito en una tarea: si uno no tiene aptitudes para las matemáticas casi le condenamos al suspenso.
Sin embargo no debemos centrarnos tanto en las aptitudes, porque toda persona tiene a nivel académico sus fortalezas y debilidades: no podemos ser bueno en todos ni los mejores en lo que somos buenos.
No sería lógico hacer sólo aquello que se nos da bien. ¿Dónde quedaría el espíritu de superación? ¿el amor propio? ¿esforzarnos por conseguir objetivos?
La aptitud está muy bien pero no es condición suficiente para lograr el éxito académico. Necesitamos un factor modulador de primera magnitud: la ACTITUD.
Esa predisposición hacia la tarea impulsa su consecución y generará mejores resultados en cualquier alumno, independientemente de sus aptitudes.
Si un chico tiene facilidad en una materia pero no tiene interés en lo que hace, está descentrado, no encuentra la motivación necesaria para el esfuerzo (actitud negativa), no conseguirá avanzar, no intentará esforzarse ni lo más mínimo por progresar en el aprendizaje, y de poco servirá que tenga facilidad: todas aquellas destrezas que no potenciamos quedan dormidas en su interior.
Sin embargo, si un chico tiene dificultades en una materia pero desea avanzar, utilizará estrategias básicas para progresar: atendiendo en clase, repasando, preguntando, volviendo a repasar... puede ser que no llegue al 10 pero habrá conseguido dos cosas importantes:
1. Demostrar amor propio para vencer dificultades
2. Luchar por sus sueños y objetivos
Por este motivo, a pesar de que siempre nos ha preocupado el nivel de inteligencia de los chicos, su facilidad para los estudios, etc, maestros, padres, orientadores, deberían reforzar la ACTITUD hacia el aprendizaje, que por otra parte será un buen predictor de su capacidad para afrontar retos en la vida.
El trabajo de mejorar la actitud hacia los estudios se logra con técnicas de mejora de autoestima, afrontamiento positivo, reforzamiento de la motivación intrínseca, y reforzamiento positivo de los logros.
Si tienes un hijo con una buena ACTITUD, estás de enhorabuena. Si tienes un hijo con una buena APTITUD...el camino puede ser mucho más fácil o a falta de actitud puede ser una experiencia frustrante.
Es como tener dos cocineros: uno con maravillosos ingredientes que echa a la olla sin ton ni son y otro que con 4 sobras, imaginación y mimo prepara un plato exquisito.
Trabajemos pues ese maravilloso potenciador natural que nos da el cerebro y que a veces hay que construir de la nada.