Muchas veces mis pacientes vienen a consulta y, cuando les pregunto por algo que valoren positivamente de si mismos o que crean que se les da bien me dicen que les da vergüenza verbalizarlo, o me dan argumentos para matizar que es algo que alguna vez les han dicho, como suavizando el hecho de que ellos lo pudiesen llegar a pensar.
Ante estas situaciones yo siempre siempre salgo con el mismo discurso: de manera histórica y cultural nos han enseñado a que si decimos algo negativo sobre nosotros mismos, como que somos tontos, la gente tiende a acogernos y tranquilizarnos, diciéndonos, por ejemplo, que eso no es así, que solo ha sido un error.
En cambio, cuando decimos algo positivo sobre nosotros mismos, o una cualidadpersonal que destacaríamos, el comentario siempre tiende a ser “que flipado eres”, “no tienes abuela” o “te lo tienes creído”.
Lo que trato de explicarles es que, reconocernos las cosas que hacemos bien es algo necesario, ya que, al fin y al cabo, es algo que sentimos de esa forma y negarlo no es positivo para nosotros.
Todo esto, sin caer en la arrogancia o desconsideración, claro. No es lo mismo decir “se me da muy bien pintar” que decir “soy el mejor pintor”.
Es muy importante que identifiquemos y que reconozcamos nuestras cualidades positivas, aquello que nos gusta, y lo que consideramos que se nos da bien, nuestras cualidades personales, y que podamos decirlo en voz alta.
Ahora te propongo que hagas una lista (da igual lo corta o larga que sea), y escribas aquellas cosas positivas que consideres de ti, o algo en lo que te consideres bueno.
Recuerda que, cuando digo que eres bueno no quiero decir que seas el mejor que conoces.
Añadir que probablemente, y eso me dice la experiencia, en ese listado, características que las personas consideran defectos y por tanto han excluido, son en realidad virtudes (perfeccionista, sentimental, práctico, sincero….).
Es bueno fomentar nuestra autoestima, porque… para saber amar a los demás, debemos amarnos a nosotros mismos.