1 Las Habilidades Sociales se adquieren principalmente a través del aprendizaje (mediante observación, imitación, ensayo y también información).
2 Incluyen comportamientos verbales y no verbales, específicos y discretos.
3 Suponen iniciativas y respuestas efectivas y apropiadas.
4 Aumentan el reforzamiento social (por ejemplo, las respuestas positivas del propio medio social).
5 Son recíprocas por naturaleza y suponen una correspondencia efectiva y apropiada.
6 Su práctica está influida por las características del medio. Es decir, factores tales como la edad, sexo y el estatus del receptor afectan la conducta social del sujeto.
7 Los déficits y excesos de la conducta social pueden ser especificados y objetivados a fin de intervenir.
Entre los niños con déficit de habilidades sociales, encontramos a niños tímidos y retraídos, pero también en muchas ocasiones a niños agresivos, en los que no se dan las respuestas socialmente aceptadas, y su falta de recursos para establecer vínculos sociales adecuados, les hace dar respuestas que producen el rechazo de los otros niños.
INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA PARA EL APRENDIZAJE DE HABILIDADES SOCIALES
El repertorio de habilidades sociales que tiene un niño es muy variado: algunos son muy prosociales y otros tienen un repertorio muy limitado.
Sobre estos niños hay que trabajar para que vayan adquiriendo aquellas habilidades sociales de las que carecen y que les proporcionará un desarrollo afectivo, social y escolar más satisfactorio.
En la intervención con estos niños es necesario evaluar el origen del problema. En ocasiones hay en el origen un modelo de aprendizaje con modelos parentales que carecen ellos mismos de estas habilidades sociales, utilizando la fuerza física como forma de expresión.
Otros niños han sufrido carencias afectivas severas lo que les hace retraídos. En otras muchas ocasiones la misma personalidad del niño (timidez, retraimiento) les paralizan ante una interacción social.
Entre las variables a tener en cuenta:
Locus de control
Se refiere a la interpretación de los sucesos que hace la persona: si las considera bajo su control o bajo control externo. Si un niño cree que lo que le sucede es debido a su conducta, puede entender que cambiando puede mejorar su relación con los demás (locus de control interno). Si por el contrario el niño cree que su conducta no tiene nada que ver con sus problemas, que es responsabilidad de los demás o de las circunstancias, se autojustificará y no habrá intento de mejora (locus de control externo)
En niños con problemas de relación, la existencia de un locus de control externo hace necesaria la intervención psicológica para modificar esta variable, ya que en caso contrario el niño es presa de una sensación de indefensión, desesperanza e inmodificabilidad de la situación que le puede llevar a la depresión, y por supuesto a un mayor retraimiento social.
Creencias irracionales
Otra variable que relacionada con la falta de competencia social es el desarrollo de creencias irracionales.
Las creencias irracionales están recíprocamente implicadas en las conductas desadaptadas.
Un niño que haya desarrollado un sistema de creencias irracionales se puede comportar de forma no adaptada a la situación, utilizando respuestas pasivas (inhibición) o agresivas.
Los niños con más creencias irracionales serán, por tanto, los que dispongan en su repertorio de un menor número de respuestas asertivas y, en consecuencia, presenten mayores dificultades en la relación social
Nivel de inteligencia
A pesar de que la inteligencia y las habilidades sociales deberían estar en consonancia, según la teoría de las inteligencias múltiples, se puede ser muy inteligente y carecer de habilidades sociales.
En este punto es más importante el desarrollo de la inteligencia emocional que el C.I. de un niño. Niños con intereses muy diferentes al resto de los niños pueden tener dificultades de adaptación social al no involucrarse en los juegos de los compañeros.
El nivel de asertividad del niño es un indicador más importante de la adaptación social. Un niño socialmente habilidoso es más capaz de adaptarse a las necesidades de sus compañeros y comprender dificultades específicas de otros niños.