Y de repente... llega el día en el que te enfrentas a una mañana sin expectativas, sin ilusión. Una página blanca que no sabes cómo llenar, y eso te aterra, y te sientes sola y triste, y miras a las personas a tu alrededor sonriendo, charlando, haciendo planes y el vacío en tu interior se hace inmenso.
Perder la ilusión no es como perder las llaves del coche, no te despiertas un día y ha desaparecido. Es un proceso lento, en el que nos vamos hundiendo como aguas movedizas y en lo que no queremos pensar: la racha, malos tiempos, estoy estos días como de bajón...
Estar "de bajón" le pasa al más común de los mortales, desde el palo de Hacienda a un par de noches que descansar peor puede producir unos días de falta de energía y de motivación, pero eso es algo pasajero. Mundano, insustancial. No hablo de eso.
Hablo de algo que puede ser una sensación anímica demoledora y que muchas veces pasa desapercibido para los allegados. La persona continúa su vida, como un autómata, poniendo buena cara, sigue con su trabajo e incluso en algunas ocasiones (las menos) consiente en salir con los amigos.
Sale por salir, porque de hecho sólo está deseando volver a su zona de confort, ese lugar solitario en el que continuamente piensa, una y otra vez en la soledad no deseada, en la falta de motivación por la vida y en la incapacidad de encontrar soluciones.
CUANDO EL PACIENTE DEPRIMIDO DECIDE PEDIR AYUDA
Es complicado el paso hasta que estas personas deciden pedir ayuda terapéutica, normalmente creen que lo que ellos no han conseguido, es imposible que otros lo consigan.
Sin embargo la tarea, en la que sin duda el paciente lleva el peso del trabajo, es altamente gratificante.
Cosas simples como hacerles reír, hacerles recordar momentos felices de su vida ejercen en ellos un efecto positivo, es como depositar la semilla de algo que hubo, y a partir de ese momento ayudarles a que germine el "habrá".
El trabajo siempre pasa por tareas para casa, que en principio son consideradas como un suplicio, pero el cambio de actitud genera al cabo de poco tiempo un incremento de activación un cese de los pensamientos obsesivos y pesimistas sobre el futuro que va abriendo miras hacia un futuro mejor.
La semana pasada tuve la oportunidad de ver un ex paciente de estas características...vaya con el de la falta de ilusiones!
El nuevo terremoto que pasó por mi consulta a saludar tenía una agenda de actividades, de planes de futuro, de conversaciones sobre pequeñas cosas que le habían ilusionado durante los últimos tiempos que debería haberme sentido satisfecha por el trabajo, pero reconozco que sentí una pequeña punzada de envidia.
La ilusión se recupera. Cuesta más que la desesperanza pero sus frutos son tremendamente más dulces y duraderos.