Las distorsiones cognitivas de los jugadores se refieren a los heurísticos y los sesgos que determinan la selección de decisiones cuyos resultados no sólo no son los óptimos, sino que incluso pueden llegar a ser absurdos.
Las distorsiones cognitivas asociadas al juego tienen la función de reducir la incertidumbre de una tarea probabilística, infravalorando la influencia del azar.
Las distorsiones cognitivas más destacadas en relación al juego son:
Ilusión de control: Una actividad que produce un resultado incierto puede inducir en una persona sentimientos de control sobre estos resultados, de forma que los jugadores desarrollan la creencia no solo de que el azar no controla completamente los resultados del juego, sino que además, poseen ciertas estrategias que les permitirán ganar.
Probablemente esta distorsión cognitiva que consiste en pensar que los resultados de la ejecución del juego dependen más de uno mismo que del azar, constituya una de las características más importantes del jugador patológico, y se hace más fuerte según se cronifica el problema de juego.
La ruleta, el blackjack e incluso las máquinas recreativas están diseñadas de forma que los jugadores deben tomar constantemente decisiones, desarrollándose la sensación de estar influyendo en los resultados.
Sesgo de las explicaciones post hoc: Retrospectivamente, las personas no se sorprenden por lo ocurrido e incluso creen que predijeron el resultado.
Este sesgo se convierte en un obstáculo para el aprendizaje, ya que cuando se cree que los resultados adversos se predijeron también se cree que pueden ser predichos en el futuro, de manera que la presencia o no de presentimientos determinará el carácter futuro de los resultados.
Atribución flexible: Tendencia a atribuir los éxitos a las habilidades propias y los fracasos a factores externos.
Heurístico de representatividad: Una forma especial de este heurístico es la ley de los números pequeños, por la que se cree que las muestras pequeñas reflejan las características de la población de la que provienen.
En definitiva, se crea una dependencia entre eventos que en principio son independientes, considerando cada una de las jugadas como sucesos relacionados, por tanto, el resultado de las primeras determinará el resultado de las siguientes.
Esta distorsión lleva al jugador patológico a realizar predicciones, a pensar que los resultados se pueden anticipar atendiendo a las jugadas anteriores, sin tener en cuenta que la probabilidad de aparición de un determinado resultado es siempre la misma, no varía en función de su aparición anterior.
Heurístico de disponibilidad: la facilidad con la que un evento puede ser rescatado de la memoria afecta a la probabilidad de los juicios. Por ejemplo, el estruendo llamativo de una máquina recreativa cuando da premios, hace recordar mejor al jugados los episodios de ganancias que de pérdidas y por ello se juzgan como más reales.
Correlación ilusoria: Variables que de acuerdo con algún tipo de idea estereotipada se consideran que covarían cuando en realidad no es así.
La correlación ilusoria está en la base de muchas supersticiones en el juego, creencias que en última instancia hacen descartar las probabilidades estadísticas.
Este pensamiento supersticioso se puede manifestar en comportamientos extravagantes (alejarse o dar la espalda a la máquina, decirle palabras cariñosas u obscenas...) y dar lugar a hábitos peculiares (ir a jugar vestido siempre igual, acudir al mismo local, jugar a la misma hora...)
Fijación en las frecuencias absolutas: En la valoración del éxito se tiene en cuenta la frecuencia absoluta más que la frecuencia relativa, es decir, se mide el éxito en el juego considerando sólo cuánto se gana sin tener en cuenta todo lo que se ha perdido.