Desgraciadamente es habitual peritajes psicológicos realizados por psicólogos que si bien tienen una excelente formación en Psicología Clínica, carecen de formación específica en Psicología Jurídica.
Es importante, a la hora de solicitar un peritaje psicológico ponerse en manos de un profesional cualificado, que tenga formación en psicología clínica, psicodiagnóstico pero también en los diferentes aspectos del Derecho del caso que se va a evaluar.
Es imprescindible saber que el psicólogo que nos atiende habitualmente en consulta NO puede realizarnos un peritaje psicológico: puede realizar un informe sobre su actuación sobre ese paciente, pero precisamente por el vínculo que se ha establecido, se comprende que posee una información sobre la parte (especialmente en casos de custodia) que le van a alejar de la imparcialidad.
Por otra parte, el Psicólogo Jurídico se apoya en instrumentos psicométricos estandarizados: pruebas objetivas en las que se excluye cualquier opinión personal al respecto.
Las únicas pruebas proyectivas que se utilizan habitualmente son las destinadas a niños y en ocasiones especiales el Test de Rorschach, que sirve como apoyo a las conclusiones obtenidas en los test psicométricos, especialmente cuando hay dudas respecto a la validez de la prueba por un exceso de deseabilidad social.
La evaluación debe estar orientada por un principio de objetividad y profesionalidad, y la persona que efectúa el peritaje debe tener la cualificación profesional necesaria y experiencia en la realización de informes periciales y su ratificación en juicio.
Un mal peritaje, una clara intencionalidad o una visión parcial o subjetiva, pueden ser contraproducentes para la persona que encarga el peritaje, y probablemente, a la primera pregunta que le haga el abogado de la parte contraria sobre algún supuesto de los recogidos en su prueba pericial le lleven a cometer algún error que nos puede comprometer el objeto de la pericia.