La codependencia se caracteriza por la existencia de un vínculo patológico dependiente o interdependiente que mantiene un sujeto no adicto (sujeto codependiente) con otro sujeto que presenta una adicción (alcoholismo, drogadicción o ludopatía).
Es frecuente observar en las mujeres de sujetos alcohólicos una relación de pareja basada en intentos titánicos por controlar la adicción, descentrándose de sus propias necesidades y olvidando la base de una relación: la gratificación que ésta produce.
Estas mujeres están tan tiranizadas por el alcoholismo como sus propias parejas: no beben pero piensan obsesivamente en el alcohol. Su vida se basa en la preocupación por la situación en la que llegará a casa su pareja.
Normalmente el sujeto alcohólico promete reiteradamente que va a cambiar, que va a dejar el alcohol, y la pareja, que ya ha perdido su capacidad analítica al estar dentro del problema, tiene una confianza ciega en que esto ocurra: le brinda su ayuda, le cuida, pasa por alto su malhumor, intenta no hacer nada que pueda perturbarle por miedo a una recaída.
De esta forma el sujeto adicto comienza a comportarse de forma tiránica y parasitaria y la mujer se aísla de todo lo que no sea proporcionar las condiciones más favorables para que su pareja no beba.
Estas parejas, en los períodos de remisión, suelen contar exhaustivamente los días de abstinencia, pero esto no les produce alivio, siempre están alerta ante cualquier situación que pueda producir la recaída.
Son personas que se convierten en el pilar y soporte del hogar: cuidan a los hijos e intentan que no sean conscientes de la situación familiar, niegan los problemas ante la familia.
Son el sustento económico del hogar: trabajadores, padres o madres en solitario, consejeros, compañeros, enfermeros… dejando de tener una vida propia para marcar sus días al compás del alcohol: si la pareja bebe hay que cuidarle, si el marido no bebe hay que procurar ahorrarle motivos para beber.
Muchas veces estas mujeres niegan la evidencia de una recaída: el sujeto adicto comienza a beber y lo oculta, y a pesar de los claros indicios de que está volviendo a beber, no quiere ver la realidad, se autodevalúa considerándose mal pensado o presa de una obsesión.
Estas personas presentan una patología depresiva severa, problemas de ansiedad, pérdida total de la autoestima, aislamiento social, sentimientos de indefensión y desesperanza.
Muchas no se atreven a abandonar la relación por miedo a que tenga consecuencias fatales en el adicto, que empeore su estado, y no se dan cuenta que mientras se mantengan en esa situación de codependencia, su pareja probablemente continúe bebiendo: no están perdiendo nada.