Existen diversos criterios erróneos con respecto al suicidio y las personas que intentaban acabar con su vida.
Es importante conocer las creencias erróneas de forma que se pueda proporcionar un apoyo emocional más afectivo a las personas en riego de suicidio.
La persona que se quiere matar no lo dice: De cada diez personas que se suicidan, nueve indicaron sus propósitos y la décima dejó entrever su intención de acabar con su vida
La persona que lo dice no lo hace: Toda persona que se suicida expresó con palabras, amenazas, gestos o cambios de conducta lo que sucedía
Las personas que intentan suicidarse no desean morir, sólo hacen el alarde:
Aunque es cierto que no todas las personas que intentan suicidarse quieren morir, es un error tildarles de estar haciendo alarde de ello, porque son personas que han fracasado en formas útiles de adaptación y no encuentran otra alternativa que acabar con su vida.
Si de verdad se hubiera querido matar, se hubiera tirado delante de un tren (suicidio efectivo):
Toda persona con riesgo suicida se encuentra en una situación ambivalente entre sus deseos de vivir y morir.
El método elegido para el suicidio no refleja los deseos de morir de quien lo utiliza y proporcionarle otro de mayor letalidad es calificado como un delito de auxilio al suicida (se le ayuda a que lo cometa)
La persona que se repone de una crisis suicida no corre peligro alguno de recaer: Casi la mitad de las personas que atravesaron por una crisis suicida y consumaron el suicidio, lo llevaron a cabo durante los tres primeros meses tras la crisis emocional, cuando todos creían que el peligro había pasado.
La persona que intenta el suicidio estará en ese peligro toda la vida: Entre el 1 y el 2% de las personas que intentan suicidarse lo logran durante el primer años después del intento, y entre el 10 y el 20% lo consumarán a lo largo de su vida.
Una crisis suicida dura horas días, raramente semanas, por lo que es importante reconocerla para su prevención:
Toda persona que se suicida está deprimida. Aunque toda persona deprimida tiene posibilidades de realizar un intento de suicidio o suicidarse, no todas las que lo hacen presentan este desajuste. Pueden padecer esquizofrenia, alcoholismo, algún trastorno de mentalidad, etc.
Toda persona que se suicida es un enfermo mental:
Las personas con enfermedades mentales se suicidan con mayor frecuencia que la población en general, pero no necesariamente tiene que tener un trastorno mental para suicidarse. Lo cierto es que toda persona con riesgo de suicidio es una persona que sufre
El suicidio se hereda: No está demostrado que el suicidio se herede, aunque varios miembros de una familia se hayan suicidado.
Lo heredado es la predisposición a padecer determinada enfermedad mental en el que el suicidio es el principal síntoma, como los trastornos afectivos y las esquizofrenias
El suicidio no puede ser prevenido pues ocurre por impulso:
Toda persona antes de cometer un suicidio evidencia una serie de síntomas que han sido definidos como síndrome pre-suicidio, consistente en constricción de los sentimientos y del intelecto, inhibición de la agresividad (ya no está dirigida hacia otras personas) y existencia de fantasías suicidas, todo lo que puede ser detectado y evitar la consumación del suicidio.
Al hablar sobre el suicidio con una persona en riesgo se le puede incitar a que lo realice:
Está demostrado que hablar sobre el suicidio con una persona en tal riesgo en vez de incitar provocar o introducir en su cabeza esa idea, reduce el peligro de cometerlo y puede ser la única posibilidad que ofrezca el sujeto para el análisis de sus propósitos autodestructivos.
El acercarse a una persona en crisis suicida sin la debida preparación ara ello, sólo mediante el sentido común, es perjudicial y se pierde el tiempo para su abordaje adecuado:
Si el sentido común nos hace asumir una postura de atenta y paciente escucha, con reales deseos de ayudar a la persona en crisis a encontrar otras soluciones que no sean el suicidio, se habrá iniciado la prevención.
Sólo los psiquiatras pueden prevenir el suicidio: Es cierto que los psiquiatras son profesionales experimentados en la detección del riesgo de suicidio y su manejo, pero no son los únicos que pueden prevenirlo. Cualquiera interesado en auxiliar a personas en esta situación de riesgo puede ser un valioso colaborador en su prevención.