Cada generación tiene características comunes que hacen avanzar a la sociedad, y producen cambios a todos los niveles, cada vez más rápidos, existiendo auténticas brechas generacionales.
Actualmente nos enfrentamos a una nueva generación “tecnológica”, que tiene muchas cualidades, pero a nivel humano y de interrelación social es un auténtico desastre.
Los primeros frutos ya se están recogiendo, los niños adictos a la tablet. Lo que empezó siendo un juego que les entretenía y les encantaba, se ha convertido en una obsesión que les resta tiempo para explorar otras inquietudes e incluso para relacionarse dentro de casa.
Ya hace un par de años están llegando adolescentes con problemas graves de adicción a los videojuegos, lo que produce un aislamiento respecto al entorno, atención en tunel, adicción, fracaso escolar y agresividad cuando les quitan su fuente de satisfacción.
En algunos casos castigarles sin la consola, la tablet o el móvil puede llegar a episodios de violencia que incluyen rotura de puertas de patadas (no son niños de “hermano mayor” son simplemente niños con una severa adicción).
Somos responsables absolutos de esta situación. Cada vez es más frecuente ver a padres que se reúnen con amigos o familiares y al niño que está en el carrito le dan el móvil para que se distraiga.
Niños que no caminan y que se entretienen durante horas. Puede parecer perfecto: como se distrae el niño, se le puede llevar a cualquier sitio! (nos sentimos unos cracks, y estamos haciendo una perfecta burrada).
En primer lugar: los videojuegos se caracterizan por música y pantallas de colores brillantes que mantienen su atención constantemente sobre el objeto: ya les puede pasar al lado un oso con pamela que ni se van a fijar (y lo más probable es que les importe un pimiento el oso).
El mundo, los objetos, las situaciones, no son un videojuego, son más lentas y no tan cromáticas, además de no tener esa música estridente estudiada para engancharlos aún más. Como resultado, la vida y lo que conlleva no es interesante para los niños, no es trepidante.
Los niños están poco interesados en lo que los mayores les puedan contar, y los mayores se han acomodado a que el niño esté como un mueble pegado a su maquinita”, tal vez dejándoles tiempo a ellos mismos para estar pendientes de sus redes sociales.
A los 7 años ya son “youtuber” y viven en una realidad paralela.
La pregunta es: si esos niños se van saltando etapas en las que determinados juegos son importantes para su crecimiento intelectual y para ir adquiriendo destrezas, ¿cómo serán de mayores?.
La etapa manipulativa (las famosas construcciones, pintar, el punzón), la del juego imaginativo (haciendo comiditas, organizando aventuras, construyéndose sus coches con cajas de cartón), los cuentos, escribir, leer, los juegos de mesa, etc), se van perdiendo al no ser tan llamativos para los niños.
Pero esos juegos cumplen una función importante para el desarrollo de muchas habilidades: destreza manual, resolución de problemas, comprensión del entorno, atención, desarrollo del vocabulario, tolerancia a la frustración, incorporación del niño a la vida social con adquisición de destrezas necesarias para el ) de habilidades sociales, etc.
Es necesario limitar el uso de la tecnología y adecuarla a la edad del pequeño. Cambiar el sonajero por un móvil es una tremenda burrada, y aunque parezca mentira, el juego de tirar cosas desde la trona, no es por fastidiar.
El niño va adquiriendo nociones básicas sobre su mundo al observar algo tan sencillo como ver las cosas caer, el ruido que produce la caída, el tiempo que tarda en llegar al suelo.
Introducirles los alimentos dejando que los exploren: toquen, huelan, etc. Es bueno para que se familiaricen con su textura, para conseguir que lo incorporen al mundo de “sus cosas” y acepten comer alimentos más variados (lo de que jueguen con la comida es cuando se introducen los alimentos, no cuando tienen 15 años, claro).
En definitiva sería interesante un pequeño ejercicio de reflexión de los padres, un pequeño test que diría: si está con su hijo en una terraza de verano y se le acaba la batería del móvil, ¿que siente?
Me da igual, mi hijo no coge el móvil
Le doy un juguete de los que llevo preparados para él
Le distraigo, juego un poco con él, le llamo la atención sobre su entorno
Saco la batería portátil que tengo para estas ocasiones
Entro en pánico y me voy con el niño a casa
Si estás criando un niño tecnológico, piensa en las consecuencias en el futuro: el nivel de comunicación que puedes llegar a tener con él (vas a ser un perfecto desconocido).
La relación que va a tener el niño con el mundo, por el que ha pasado con la nariz pegada a una pantalla, lo interesantísimo que le va a resultar estudiar, así sin música ni pantallitas, a pecho descubierto, y cual es el modelo de interacción que puede desarrollar ante este aprendizaje.
La tecnología es una herramienta fabulosa a nuestro servicio. No podemos dejar que se apodere de nuestros niños, porque si ya nos encontramos con problemas de adicción a la tecnología, yo no quiero ni pensar lo que va a ser dentro de 4 ó 5 años, con esta nueva generación del bebe con el móvil como principal cuidador