El Psicólogo infantil requiere la colaboración de los padres como coterapeutas para implementar cambios en sus hijos y ayudarles a seguir durante la semana el proceso terapéutico
Leer másTERAPIA FAMILIAR POST-DIVORCIO: NORMALIZANDO LA SITUACIÓN
Vamos a hablar del divorcio cuando existen hijos en común, dado que es la situación que emocionalmente puede resultar una mayor carga y fuente de disgustos de forma permanente durante años.
El rencor, presuponer malicia en las acciones de otra persona, actuar milimetrando cualquier acción para que no suponga un beneficio añadido para el otro y llevar una agenda pormenorizada de supuestos agravios es angustioso, agotador.
¿Quién puede querer eso para su vida? ¿En qué confluye esto con la necesidad de empezar un camino hacia la felicidad?
Un punto básico en la ruptura de pareja con hijos es la diferencia en los puntos de vista sobre su crianza y educación: unos se quejan de permisivos, otros de estrictos, unos de que les dan de comer cosas que les dan la gana, otros que los niños llevan un régimen semiprusiano.
En realidad estas parejas no están analizando la realidad en un conjunto: el núcleo familiar. La familia, como unidad entre ellos está disuelta, ciertamente, pero la familia no es simplemente el conjunto de personas que habitan bajo un mismo techo.
Los niños de padres divorciados se merecen una familia, se merecen un padre y una madre que actúen como adultos ante ellos, que sepan negociar la forma de educar a los niños y sepan ceder en aquellas partes en las que no están plenamente de acuerdo (exactamente sucedería igual si permanecieran casados, habría diferencias en la forma de educarlos pero no sería un drama).
Cuando las posturas de los padres se vuelven tan rígidas que son absolutamente incapaces de dialogar al respecto de los niños, poniéndoles a ellos y sus necesidades por delante, puede ser muy conveniente la realización de una terapia familiar.
No es exactamente una mediación, no se trata de pactar situaciones como si fuera una negociación para poner fin a las hostilidades, se trata de ir en primer lugar analizando la personalidad, necesidades emocionales, sociales, familiares del niño y a partir de ahí ir buscando el punto de felicidad máxima para él.
En casos en los que los niños ya pueden expresar sus preferencias (y no nos referimos al terrible tópico de con quien quieres estar), es importante hacerle partícipe de algunas sesiones, donde pueda expresar libremente (junto sus padres o simplemente con el terapeuta) aquellos puntos que le están haciendo más difícil la nueva organización familiar.
Mediante esta terapia familiar, basada en el diálogo y el intento de comprensión, se busca crear un nuevo sistema familiar con roles diferentes, en los que, aunque ya no exista la vinculación como pareja, se refuerza de forma contundente los nuevos roles de los padres, e incluso se trabaja con nuevas organizaciones familiares derivadas de la existencia de nuevas parejas.
Este sistema en España está muy poco desarrollado, ya que aún estamos en la fase de considerar la custodia compartida algo complicado para muchas parejas, y ya no digamos de aquellas custodias que se conceden al padre, en cuyo caso existe una estigmatización hacia la madre de tipo cultural.
La sociedad debe cambiar hacia la reconstitución familiar sin dramas, basada siempre en que el nacimiento de un hijo es una responsabilidad que se aleja de cualquier situación que le suponga una dramatización de su vida por "no tener una familia normal": familias normales pueden ser todas aquellas que sepan poner serenidad, amor y tranquilidad en la vida de un hijo.
EDUCAR "A LA CARTA"
A la hora de educar a nuestros hijos debemos tener en cuenta sus características personales, ya que cada uno va a necesitar un tipo de estímulo específico para desarrollarse
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El divorcio es una situación familiar traumática en la que hay dos personas responsables: el padre y la madre. Los niños podrán disfrutar de una situación normalizada y estable en cuanto sus padres sean capaces de diferenciar sus problemas de adultos con las necesidades y sentimientos de los hijos.
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La sociedad actual arrastra a los niños hacia un ocio tecnológico en el que les queda poco tiempo para “ser niños”, con el peligro que supone para el futuro no haber pasado esta etapa.
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Los padres tienen que ocuparse de la educación de los hijos de forma activa. Ni los profesores ni la sociedad son los responsables de sus hijos. No se puede delegar en otros aquello que resulta cansado pero necesario
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Está terminando el curso y muchos padres lo esperan como agua de mayo, tras pasar un invierno de pesadilla con falta de tiempo, sobrecarga de actividades, dificultades con los niños, cansancio acumulado, etc.
Tendemos a pensar que el verano va a ser una época de recuperación y tranquilidad, ya no hay deberes y los tiempos son más relajados. Pero claro, ese relax nos hace olvidar todos aquellos días duros de desesperación porque parecía que nada fluía, que pasar el curso escolar era una cuestión de supervivencia.
Este es el momento de mirar atrás y hacer un ejercicio de introspección, ver hasta qué punto las cosas podrían haber sido más fáciles.
En consulta la mayoría de la padre se queja de los siguientes problemas con los niños:
Sobrecarga de deberes
Los niños no atienden las normas de casa
Problemas en el colegio (disputas)
Cansancio porque los niños no paran
Niños que duermen poco
Sobrecarga de deberes
Completamente de acuerdo. Los niños llevan a veces demasiada tarea para casa, y ya, si van a un colegio bilingüe y los padres no saben inglés, puede ser el peor de los horrores.
Lo primero que debemos averiguar es si los niños disponen de tiempo en el colegio para hacer las tareas y son aquellas que no han realizado en clase las que llevan para casa (es bastante frecuente).
En ese caso es necesario que el niño comprenda que el tiempo que le han dado y lo ha dedicado a hacer el payaso o vaguear le quita tiempo de ocio al llegar a casa, que es su responsabilidad.
Es necesario establecer el momento en que van a realizar los deberes, mejor que antes de jugar. Deben hacerlos en un sitio fijo, preferiblemente en su habitación, con una mesa despejada y buena iluminación.
Lo ideal es que los niños saquen todas las tareas para realizar y procuren hacerlos solos, sin distracciones, sin levantarse cuarenta veces, y que sólo sea para dudas o tomarles la lección cuando les pregunten a los padres.
Jamás deben hacer los deberes a sus hijos: no se esforzarán ni el maestro sabrá dónde están las dificultades del alumno.
A este respecto hay que llamar la atención sobre las actividades extraescolares. Tenemos que considerar que los niños no deben tener el día sobrecargado, la práctica de un deporte, una actividad musical o un refuerzo en materias que le resultan complicadas ya de por si pueden ser una sobrecarga total.
Evitemos llenar las tardes de nuestros hijos, de forma que terminen su jornada en muchos casos cerca de las 8 de la tarde, momento en el que se ponen con los deberes. El niño debe tener tiempo para un ocio relajado (y si es posible no con la consola o el móvil).
Los niños no atienden las normas en casa
Cuando decimos: “se lo tengo que repetir cincuenta veces”: alarma. Los niños suelen tener el oído fino, y oír oyen a la primera, responder a veces es sólo al grito.
No nacen así de serie, el número de veces que le tenemos que repetir las cosas guarda consonancia con las veces que les hemos llamado, no han contestado y en ese momento nos hemos levantado he ido a que obedecieran.
Cuando se repiten las cosas se acaba gritando, y ya tenemos el drama diario. El niño no obedece porque le pedimos cosas que les rompen la diversión, y eso a nadie le apetece, pero a veces es necesario saber que si se le dice a la ducha, el pijama, a cenar, es algo que tiene que realizar al momento, con el tiempo justo para recoger con lo que está jugando.
Esto es un pequeño reto porque al principio es cansado para los padres. Establecer esta rutina supone decir algo al niño, esperar el tiempo prudencial, levantarse, quitarle aquello con lo que está jugando y llevarle.
Por supuesto requiere una explicación previa: una explicación previa no es una explicación diaria. En el momento que sepa que “la cosa va en serio” y que se juegan que les apaguen la consola a media partida aprenderán la consecuencia aversiva de no obedecer.
Se necesita constancia y no cambiar nunca una decisión, de esta manera la conducta disruptiva se mantiene porque las consecuencias son aleatorias.
Disputas en el colegio
Nada mas desagradable que una llamada del colegio diciendo que el niño está castigado por pelearse. Lo normal es que el niño diga que él no tuvo la culpa (yo lo hacía, por lo menos).
Una disputa es normal, no es un drama, pero requiere tomárselo en serio. Puede ser que el niño no tenga la culpa y haya sido víctima de un “matoncito”. Habrá que explicarle que si vuelve a ocurrir debe avisar a la profesora, que eso no es ser chivato en absoluto.
En caso de que haya sido una pelea entre iguales, explicarles claramente que no vais a consentir la agresión como forma de solucionar un problema, ofreciéndoles alternativas para solucionar las diferencias con sus compañeros.
Explicarles desde el principio que el colegio es un lugar de aprendizaje, pero tambien de compartir juegos con otros niños, que los enfados puntuales son normales dentro de una convivencia, pero que los pequeños problemas se deben solucionar porque es mejor disfrutar de unas buenas relaciones con los compañeros.
Hablar, y hablar, escucharles, expresar vuestra comprensión y convertiros en sus consejeros para dar soluciones diplomáticas a las pequeñas disputas en el cole.
Cansancio porque los niños no paran
Hay niños más movidos que otros. Pero desde luego, hay adultos que tampoco se paran mucho a buscar soluciones. Los niños movidos necesitan actividad física, actividades deportivas y un ritmo que al llegar a casa vaya bajando de intensidad.
Los niños que se suben a los sillones, que juegan al balón en el salón o que están hasta las 11 dando la lata, no son más movidos que otros niños, simplemente hay niños que sus padres se paran a manejarles, que saben llevarles, que cuando empiezan a subirse a la parra no permiten que el nivel de excitación se dispare y les proponen otra actividad o les entretienen.
Exceptuando los niños hiperactivos (menos de los que nos imaginamos) la mayoría de los problemas de niños “que no paran” se basan en padres que se han rendido y no han hecho valer su condición de adultos.
Ser adulto no es ser un ogro, es tener sentido común, y ante todo, tener la paciencia para dedicar el suficiente tiempo a los niños para ponerles unas pautas de conducta (si has conseguido que tu hijo no meta los dedos en el enchufe, también puedes conseguir que no salte en el sillón).
Cuando el niño aprende a ser lo que viene siendo un niño (no un mueble ni un salvaje), normalmente tiene una actitud más relajada. El conocimiento de las normas les proporciona seguridad y unos patrones de conducta más estables.
Niños que duermen poco
Es cierto que hay niños que ya de bebés duermen poco, pero sinceramente, el problema que tratamos aquí es más el de los niños que parece que se van preparando para ser los reyes del after en cuanto tengan edad. Pululan por la casa a las 11, a las 12, a la 1, a pesar de tener colegio al día siguiente.
Hay técnicas para conseguir que los niños se vayan a la cama a su hora. Se necesita paciencia, establecer las reglas, no ablandarse y aguantar al menos una semana de llantos desgarradores, que es lo que les suele llevar darse por vencidos.
Empezarán poniéndose como locos, pero es más rentable llevar de la mano al niño cuarenta veces a la cama y oír su serenata desgarradora durante cuatro horas por día durante una semana, sabiendo que al final de esta pesadilla vendrán tiempos de recuperar el ser humano adulto que hay dentro de vosotros.
También necesitáis tiempo de intimidad con vuestra pareja, de silencio, de paz leyendo un libro (sé que suena bonito).
En definitiva, ahora que va acabando el curso, pensad que muchos de los problemas a los que os habéis venido enfrentando son subsanables.
Trabajar problemas concretos con técnicas de modificación de conducta puede ser beneficioso para vuestros nervios y para el niño en muchísimos aspectos (reducir su nerviosismo, centrarle, disminuir las situaciones enrarecidas en el ámbito familiar).
Tener un niño es amarle pero también educarle. Lo primero no cuesta trabajo, para lo segundo se necesita firmeza y tener las ideas muy claras. El beneficio a nivel familiar es extraordinario, y es una manera de disfrutar de la infancia del niño y acompañarle de verdad en su camino.
¿TERAPIA INFANTIL O ESCUELA DE PADRES?
En Terapia Infantil nos encontramos con conductas inadecuadas en los niños que son copiadas de los padres. A veces son los padres los que requieren orientación al respecto.
Leer másDESARROLLO DEL APEGO INFANTIL
En principio se llegó a la conclusión de que el contacto entre madre e hijo eran vitales para el desarrollo de un mayor apego, aunque las investigaciones más recientes dan menor importancia a este hecho.
Otros autores mencionan que entre las tareas del desarrollo para niños de 0-1 años se encuentra la regulación biológica: interacción armoniosa con los padres como formulación de una buena relación de apego.
Ya, entre el año y año y medio, aparece la exploración, experimentación y dominio del mundo del objeto, con el cuidador como base segura para responder al control externo de los impulsos.
Las tareas evolutivas características de cada etapa comienzan en los primeros meses, donde tienen que ver con el establecimiento de un buen lazo afectivo con los padres y de respuestas a las exigencias paternas y sociales sobre el control de esfínteres, los cambios en la alimentación, etc.
Durante la segunda mitad del primer año, el pequeño comienza a concebir el objeto como algo que existe independientemente de sí mismo, en un concepto de relaciones espaciales y causales, incluso cuando no lo percibe directamente, por lo cuál puede emprender su búsqueda.
Aunque los resultados obtenidos indican que la mayoría de los bebés desarrollan anteriormente esa capacidad en relación con las personas que en relación con las cosas, sólo hacia el noveno mes aquella se desarrolla de manera razonable y, en una minoría, varias semanas después.
El hecho de poder confiar en una figura de afecto, amén de mostrarse accesible y que pueda ser capaz de responder a los requerimientos del sujeto, dependería de:
a) el que se estime que la figura de apego es o no el tipo de persona que por lo general pueda responder a los requerimientos de apoyo y protección
b) el que uno mismo, de acuerdo con las estimaciones, sea o no el tipo de persona hacia quien un tercero pueda responder con muestras de apoyo. Como resultado, el modelo de la figura de afecto y el modelo de si mismo suelen desarrollarse de manera tal que se complementan y reafirman mutuamente.
El desarrollo emocional durante el primer año establece la base de la salud mental en el individuo humano (Winnicott, 1995), pero desde el momento del parto y las semanas posteriores, el apego de la persona se va consolidando.
De esta forma, se ha constatado que las madres cansadas o deprimidas en las semanas siguientes al parto incrementan la posibilidad de que sus hijos al hacerse mayores se vuelvan retraídos, se reduce el apego por la falta de atención habitualmente dispensada por la madre (Ortigosa, 1999).
En presencia de una figura materna sensible a sus requerimientos, por lo común el bebe se muestra contento; y una vez que adquiere cierta movilidad suele explorar el mundo circundante lleno de confianza y valor.
En ausencia de aquella figura, más tarde o más temprano el bebe experimenta un sentimiento de zozobra y responde con una viva sensación de alarma a toda suerte de situaciones imprevistas, por levemente extrañas que le resulten.
Ante la inminente partida de la figura de apego o cuando ésta no puede ser hallada, el pequeño suele emprender una acción dirigida a detenerla o buscarla, y no logra superar su ansiedad hasta tanto no lograr cumplir sus objetivos.
En la adolescencia, el vínculo de apego que une al hijo con sus padres cambia, ya que otros adultos comienzan a tener igual o mayor importancia que los padres acompañando la atracción sexual que empieza a sentir por compañeros de su misma edad.
En esta etapa, las variaciones individuales en el apego se vuelven mayores. En un extremo se encuentran los adolescentes que se apartan por completo de sus padres; y en el otro, los que siguen apegados a ellos y no pueden o quieren dirigir su conducta de apego hacia otras personas.
En medio se encuentran los que siguen teniendo un apego fuerte hacia los padres, pero sus vínculos con los demás también son importantes.
El vínculo con los padres se mantiene durante la vida adulta y afecta a la conducta de diferentes maneras. En la vejez cuando la conducta de apego ya no puede orientarse hacia miembros de la generación anterior, tal conducta se puede dirigir hacia los miembros de la generación más joven.
Durante la adolescencia y la vida adulta, parte de la conducta de apego no sólo se suele dirigir hacia personas de fuera de la familia, sino también hacia grupos e instituciones fuera de esta.
Para muchos la escuela, trabajo, grupo religioso, etc., pueden convertirse en figuras de apego subsidiarias. En tales casos, es probable que, al menos inicialmente, el vínculo con el grupo se establezca por el apego hacia un miembro que ocupe una posición destacada en él.
Ante una enfermedad o catástrofe, los adultos se vuelven con frecuencia más exigentes respecto de los demás. Ante un desastre o peligro, es casi seguro que el sujeto buscará la proximidad de algún conocido en quien confía (Bowlby, 1969; 1998).
En cuanto al miedo a los extraños, la secuencia se encuentra marcada por los siguientes hitos: Los primeros días de vida, el bebe no discrimina entre personas familiares y no familiares. Reacciona de forma similar ante unos y otros . Se muestra audaz: la presentación de objetos novedosos desencadenan respuestas de interés sin temor
3 y 6 meses: reacción positiva ante personas desconocidas, pero comienza la diferenciación en la interacción con las personas conocidas y no conocidas.
6 y 8 meses: cauto e inhibido ante la persona extraña
8-9 meses: miedo a los extraños
9-12: aumento en la intensidad conductual del miedo a los desconocidos
24 meses: máximo de intensidad del miedo. A partir de los dos años suele perder intensidad debido a procesos autorregulatorios
¿ESTAMOS PREPARADOS PARA LAS NUEVAS GENERACIONES?
Cada generación tiene características comunes que hacen avanzar a la sociedad, y producen cambios a todos los niveles, cada vez más rápidos, existiendo auténticas brechas generacionales.
Actualmente nos enfrentamos a una nueva generación “tecnológica”, que tiene muchas cualidades, pero a nivel humano y de interrelación social es un auténtico desastre.
Los primeros frutos ya se están recogiendo, los niños adictos a la tablet. Lo que empezó siendo un juego que les entretenía y les encantaba, se ha convertido en una obsesión que les resta tiempo para explorar otras inquietudes e incluso para relacionarse dentro de casa.
Ya hace un par de años están llegando adolescentes con problemas graves de adicción a los videojuegos, lo que produce un aislamiento respecto al entorno, atención en tunel, adicción, fracaso escolar y agresividad cuando les quitan su fuente de satisfacción.
En algunos casos castigarles sin la consola, la tablet o el móvil puede llegar a episodios de violencia que incluyen rotura de puertas de patadas (no son niños de “hermano mayor” son simplemente niños con una severa adicción).
Somos responsables absolutos de esta situación. Cada vez es más frecuente ver a padres que se reúnen con amigos o familiares y al niño que está en el carrito le dan el móvil para que se distraiga.
Niños que no caminan y que se entretienen durante horas. Puede parecer perfecto: como se distrae el niño, se le puede llevar a cualquier sitio! (nos sentimos unos cracks, y estamos haciendo una perfecta burrada).
En primer lugar: los videojuegos se caracterizan por música y pantallas de colores brillantes que mantienen su atención constantemente sobre el objeto: ya les puede pasar al lado un oso con pamela que ni se van a fijar (y lo más probable es que les importe un pimiento el oso).
El mundo, los objetos, las situaciones, no son un videojuego, son más lentas y no tan cromáticas, además de no tener esa música estridente estudiada para engancharlos aún más. Como resultado, la vida y lo que conlleva no es interesante para los niños, no es trepidante.
Los niños están poco interesados en lo que los mayores les puedan contar, y los mayores se han acomodado a que el niño esté como un mueble pegado a su maquinita”, tal vez dejándoles tiempo a ellos mismos para estar pendientes de sus redes sociales.
A los 7 años ya son “youtuber” y viven en una realidad paralela.
La pregunta es: si esos niños se van saltando etapas en las que determinados juegos son importantes para su crecimiento intelectual y para ir adquiriendo destrezas, ¿cómo serán de mayores?.
La etapa manipulativa (las famosas construcciones, pintar, el punzón), la del juego imaginativo (haciendo comiditas, organizando aventuras, construyéndose sus coches con cajas de cartón), los cuentos, escribir, leer, los juegos de mesa, etc), se van perdiendo al no ser tan llamativos para los niños.
Pero esos juegos cumplen una función importante para el desarrollo de muchas habilidades: destreza manual, resolución de problemas, comprensión del entorno, atención, desarrollo del vocabulario, tolerancia a la frustración, incorporación del niño a la vida social con adquisición de destrezas necesarias para el ) de habilidades sociales, etc.
Es necesario limitar el uso de la tecnología y adecuarla a la edad del pequeño. Cambiar el sonajero por un móvil es una tremenda burrada, y aunque parezca mentira, el juego de tirar cosas desde la trona, no es por fastidiar.
El niño va adquiriendo nociones básicas sobre su mundo al observar algo tan sencillo como ver las cosas caer, el ruido que produce la caída, el tiempo que tarda en llegar al suelo.
Introducirles los alimentos dejando que los exploren: toquen, huelan, etc. Es bueno para que se familiaricen con su textura, para conseguir que lo incorporen al mundo de “sus cosas” y acepten comer alimentos más variados (lo de que jueguen con la comida es cuando se introducen los alimentos, no cuando tienen 15 años, claro).
En definitiva sería interesante un pequeño ejercicio de reflexión de los padres, un pequeño test que diría: si está con su hijo en una terraza de verano y se le acaba la batería del móvil, ¿que siente?
Me da igual, mi hijo no coge el móvil
Le doy un juguete de los que llevo preparados para él
Le distraigo, juego un poco con él, le llamo la atención sobre su entorno
Saco la batería portátil que tengo para estas ocasiones
Entro en pánico y me voy con el niño a casa
Si estás criando un niño tecnológico, piensa en las consecuencias en el futuro: el nivel de comunicación que puedes llegar a tener con él (vas a ser un perfecto desconocido).
La relación que va a tener el niño con el mundo, por el que ha pasado con la nariz pegada a una pantalla, lo interesantísimo que le va a resultar estudiar, así sin música ni pantallitas, a pecho descubierto, y cual es el modelo de interacción que puede desarrollar ante este aprendizaje.
La tecnología es una herramienta fabulosa a nuestro servicio. No podemos dejar que se apodere de nuestros niños, porque si ya nos encontramos con problemas de adicción a la tecnología, yo no quiero ni pensar lo que va a ser dentro de 4 ó 5 años, con esta nueva generación del bebe con el móvil como principal cuidador
ESTILOS DE APEGO Y RELACIONES INTERPERSONALES FUTURAS
El apego a la madre o cuidador primario es sólo uno, el primero de tres apegos verdaderos que ocurren en la vida.
El segundo sería en la adolescencia tardía, la búsqueda del segundo objeto: la pareja.
El tercero sería hacia el hijo o hijos.
Se pueden apreciar dos enfoques hacia los estilos de apego y su influencia en las relaciones interpersonales
la historia de un individuo podría influir en su estilo de apego hacia parejas románticas durante la edad adulta, en los que la adquisición de respeto y de confianza (en uno mismo y en los demás) serán buenos predictores de la satisfacción amorosa adulta .
RELACIONES ROMÁNTICAS
Hazan y Shaver han propuesto la "Teoría del apego sobre relaciones amorosas" en la que, establecen un paralelismo entre el tipo de relación amorosa adulta y el tipo de apego a la madre en la infancia. Ese vínculo niño-madre tenderá a reproducirse en la relación amorosa adulta futura.
Aunque deja abierta la posibilidad del cambio en la socialización. Muchas formas de intimidad en las relaciones amorosas adultas (lenguaje, cogerse de la mano, abrazarse, etc.) son reminiscencias del contacto con los padres.
Los amantes adultos se turnan en la interpretación de los roles de niño-a y padre-madre.
Hay estudios que marcan las diferencias en la idealización de la pareja, en función de los estilos de apego. Los más idealizadores son los "amantes ansiosos"; los amantes "evitadores" son los que menos idealizaban a su pareja, mientras que los amantes "seguros" mostraban un nivel intermedio de idealización.
Por otro lado los "amantes posesivos" son más idealizadores que los "amantes compañeros", siendo los más idealizadores los "amantes lúdicos". Se ha constatado que la fidelidad sexual presenta una elevada correlación con el estilo amoroso "maniaco" o "posesivo".
Respecto a la satisfacción, los "pasionales" tienden a resultar los de mayor satisfacción amorosa, mientras que los "posesivos" aparecen como los de menor satisfacción tanto amorosa como sexual.
De esta forma, algunas características que se presentan en las relaciones íntimas que establecen las personas tienen mucho que ver con sus estilos de apego individuales.
Las personas con estilo seguro tienden a desarrollar modelos mentales de sí mismos como amistosos, afables y capaces, y de los otros como bien intencionados y confiables, ellos encuentran relativamente fácil intimar con otros, se sienten cómodos dependiendo de otros y que otros dependan de ellos, y no se preocupan acerca de ser abandonados o de que otros se encuentren muy próximos emocionalmente.
Las personas con estilos ansiosos tienden a desarrollar modelos de sí mismos como poco inteligentes, inseguros, y de los otros como desconfiables y reacios a comprometerse en relaciones íntimas, frecuentemente se preocupan de que sus parejas no los quieran y sienten temor al abandono.
Los de estilo evasivo, desarrollan modelos de sí mismos como suspicaces, escépticos y retraídos, y de los otros como desconfiables o demasiado ansiosos para comprometerse en relaciones íntimas, se sienten incómodos intimando con otros y encuentran difícil confiar y depender de ellos.
LA ACTITUD DE LOS PROGENITORES ANTE EL COMIENZO DEL CURSO
En ocasiones los padres decimos cosas que no son muy adecuadas para los niños. Cuidado con hablar mal de los profesores delante de los niños
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