Que conste que las generalizaciones son odiosas y mezquinas, pero durante los últimos días he estado observando y analizando una conducta de los padres que me ha hecho reflexionar sobre las quejas que luego se van viendo en consulta, por parte de profesores y de padres, cada uno desde su postura, durante todo el curso.
La situación vivida se da en Madrid, durante los últimos 15 días, más o menos. La gente retorna de sus vacaciones o simplemente apura los últimos días para reunirse con los amigos en una terracita a contarse sus vacaciones o aprovechar tener más tiempo libre para hacer realidad el tópico "ya nos vemos" que ha sido la tónica general del invierno.
Y te encuentras a grupos de padres charlando animadamente. En la mesa son todo adultos y sólo hay un niño, o a veces dos (como sean hermanos ya se ha liado).
El niño se aburre, porque la cosa se alarga y normalmente empieza a jugar en solitario, ya sea un balón en la calle, ya sea un patinete chocando contra las personas...
Más de una vez y más de dos he oído a los padres de los niños: a ver, vete más para allá a jugar con la pelota.
El más para allá o la mesa sólo para niños suele coincidir con el extremo opuesto de la línea de mesas donde están los padres y es justamente donde otras personas están sentadas, charlando, aguantando la pelotita que los padres no quieren aguantar, aguantando al niño que te pega un empujón a la silla cada vez que pasa corriendo o muchísimas situaciones parecidas.
Otra situación es niños sentados en la mesa y uno, aburrido, chinchando a otro. Yo he llegado a ver hace un par de días a una niña con un palo y un globo en el extremo que literalmente llevaba el palo doblado de clavárselo a otros niños.
Se pegan, se chinchan, se aburren y los padres tienen como una pantalla de aislamiento en la que no reparan en que el niño lleva tres horas sentado en una terraza con conversaciones de adulto y ninguna opción de entretenerse.
Así que si dan la lata en otras mesas, o en muchísimos casos, el padre o la madre les prestan el móvil para que jueguen y no den la paliza (por cierto, la agilidad para largarles el móvil sin mirarles a la cara hace sospechar que no es la primera ni la segunda vez que lo hacen).
Por supuesto que hay padres que hablan con sus hijos, les llevan unas pinturas, les hacen bromas, les cruzan un rato al parque o les regañan si están molestando. Cuando los ves, te maravillas, no piensas "es lo normal", te extasías ante unos padres coherentes como quien admira algo exótico.
Y ahora empieza el colegio. Ayer, ante una situación así (tocaba niño con patinete calle arriba, calle abajo) le hice una reflexión a una amiga, profesora de un colegio:
¿Y no será que se protesta por los deberes porque hay que estar pendientes y sentados con los niños?
Llegamos al colegio y exigimos atención casi trato VIP para nuestros hijos. Y sin embargo, nosotros como padres no somos precisamente un modelo de estimulación, cuidado, atención hacia los pequeños.
Queremos que no tengan deberes, pero les colocamos la tablet y la tele a la menor ocasión, así que claro, ponerse con un niño a hacer los deberes es fastidioso y complicado, pero como queremos niños de diez, en eso sí estamos, "haciendo los deberes con el niño" y en muchísimas ocasiones siendo incapaces de llegar a un nivel de comunicación con el pequeño que permita hacer las cosas en un tiempo razonable.
Se quejan de las 3 horas haciendo deberes (que han sido 20 minutos efectivos), pero si durante el periodo de vacaciones no hemos sido capaces de establecer normas, de comunicarnos con nuestros hijos, de enseñarles a jugar y quitarles tanta tablet, que van a acabar todos con problemas de cervicales, no podemos exigir a los docentes que nos hagan el trabajo sucio.
A los padres que han aprovechado las vacaciones para disfrutar de sus hijos, enhorabuena, a los que sean capaces de reconocerse en el panorama que he descrito, por favor, antes de ir a exigir y reclamar, que analicen su propia actitud con sus hijos.
En los colegios se enseña, en casa se educa.
Y por favor, que el tiempo que dediquen a leer sea al menos una cuarta parte de lo que dedican a las tablet.