Comienza el curso escolar, y aparte del agujero en el bolsillo para los sufridos padres, en todos hay, más o menos oculto, un sentimiento de liberación.
Un niño, 3 meses es maravilloso y gratificante, pero... son cansinos, y en el cole están muy bien aprendiendo cosas.
Es el momento de la SENSATEZ. La sobreprotección hace que algunos padres miren al nuevo maestro con reticencia ("tiene pinta de serio", "parece un sargento", "es demasiado joven", "es demasiado viejo").
Y lo peor es que ese tipo de comentarios los hacemos delante de los niños, que aparte de ser niños tienen el superpoder de escuchar a través de muros de 8 metros.
Si pones al niño en contra del profesor o simplemente intuyen que a ti no te gusta, el curso va a ser un auténtico martirio.
El niño utilizará sus armas de víctima (otro superpoder de los muchos que tienen) y nosotros nos tomaremos un aviso en la agenda como una cuestión personal y probablemente injusta (ya nos hemos olvidado de las veces que les hubiéramos retorcido el cuello a la carne de nuestra carne este verano)
Los maestros no tienen filias ni fobias: tienen niños a los que enseñar materias y otros a los que enseñar materias y civismo, y a eso no se va al colegio, lo hacen porque es parte de su formación.
Pero de casa se les lleva educados, y si nos los tienen que educar porque a nosotros nos da pereza levantarnos del sofá cuando estamos viendo un video de youtube, no tenemos mucho derecho a quejarnos si nuestros hijos son reprendidos o se les enseña unos mínimos de convivencia.
Potencia y estimula al niño, hazle percibir a su maestro como alguien que procura su desarrollo y jamás le critiques delante de tu hijo (dejo aparte los grupos de whatsapp de padres poniendo finos a los profesores, que los hay o los de "deberes de los niños", que ya les vale).
Habrá profesores espantosos y momentos en los que se requiera intervenir firmemente, pero como padres y ante los maestros, y seguro que habrá situaciones justificadas, pero mantener al margen a los niños supone un beneficio para su situación personal, para su día a día.
Cómo "vendamos" a los niños este principio de curso puede tener consecuencias en la alianza entre el pequeño y su maestro. Las críticas les desubican y les producen desconfianza y rechazo, y actúa en contra de los propios niños.
Recordar el día a día de un verano, tal vez nos haga comprender mejor que a veces el profesor no tiene manía a nuestro hijo, sino que desgraciadamente nuestro niño también tiene el superpoder de sacar de quicio a un adulto.