Septiembre es la vuelta al cole, a iniciar proyectos, a hacerse listas de cosas por mejorar o por hacer. En cierta manera empezamos el año en Septiembre.
Los días de descanso nos permiten hacer un poco de examen de conciencia y “reconectar” con nuestro interior.
El tiempo del dolce far niente nos enfrenta a aquellas situaciones de nuestra vida que vamos arrastrando como pedruscos en una mochila emocional y en la que el ritmo del año, la rutina, parece que nos hacen posponer enfrentarnos a aquello que no va del todo bien en nuestras vidas.
Personas insatisfechas con su vida, que sienten que les falta algo, o que lo que tienen no les llena. ¿Buscamos cómo solucionarlo? ¿Rebuscamos un poco en nuestras ilusiones y nuestras metas? ¿Intentamos modificar aquello que llevamos por la vida como un mal menor?
Personas con estrés permanente o problemas de ansiedad. Las férulas de descarga porque chirrian los dientes, las visitas al fisio (con todo mi respeto a los fisios), no solucionarán el problema de las conductas y pensamientos que nos llevan a esta situación.
Con suerte nos quitan la contractura por estar en tensión permanente, pero eso es un parche, no una solución.
Personas que se sienten pequeñas, inferiores, débiles, que piensan que sólo agradando a los demás van a ser aceptadas. ¿Qué tal un trabajo de mejora de autoestima? ¿Cómo sería eso de sentir que me quieren por quien soy y no por lo que doy?
Personas insatisfechas, presas de la envidia, con rencor. En serio, vivir así es cansado y desagradable. Se puede buscar el referente interno, la satisfacción personal, la seguridad en uno mismo, la forma de no ser tan susceptible, otros modos de relación que no conviertan al otro en rival sino en aliado.
Parejas enfrentadas por la rutina, que se pasan más tiempo echándose en cara lo que el otro ha dejado de hacer que buscando soluciones prácticas para volver a la casilla de inicio, a sentir aquello que les hizo desear y apostar por una vida en común.
Padres que se quejan de la conducta de sus hijos, pequeños adictos a los juegos de móvil. Hay formas para tratar esto, hay otra forma de vivir, o simplemente: hay que vivir.
El móvil no es el centro de la familia es un artilugio que nos hace la vida más fácil y que puede servir de distracción pero no sustituir a las fuentes de ocio.
Personas con problemas de soledad, dificultades en la esfera sexual que probablemente son más sencillas de solucionar que todas las vueltas que se le dan a la cabeza, traumas no resueltos, problemas de comunicación, necesidad de estar dentro de una relación sí o sí (lo de buena o mala ya es harina de otro costal).
Chavales con problemas en los estudios que no se planifican, que “ya si eso” se les apunta a clases particulares, cuando tal vez la solución no venga de fuera, esté dentro de chico, el esfuerzo que pone, lo que nos cuenta, lo que le escuchamos.
Podríamos seguir y seguir con todas aquellas piedras que cada uno lleva en su mochila personal, y que siempre se posponen, nunca hay tiempo o tal vez es falta de esperanza en una vida mejor.
Puede ser que este no sea el año de apuntarte al gimnasio que no vas a ir, que empieces la colección para hacer un Rolls Royce por piezas, o creo que ya estamos con un esqueleto humano. Tal vez ese recomenzar no sea el más necesario y el prioritario.
Concédete un cambio. Haz caso a aquello que pensaste en los momentos de descanso, en esos pocos momentos en los que te dedicaste un mínimo de tiempo.
Todo momento es bueno para iniciar el cambio. Lo importante es precisamente emprender el camino y visualizar con esperanza el objetivo.
¿Quieres empezar a trabajar tu bienestar emocional? Aquí estamos, para ayudarte.