Nuestros mayores son más empáticos y son capaces de ponerse en el lugar de los más jovenes, entendiendo, tras el paso de la vida, que hay pocas cosas realmente importantes, y que "las pequeñas tragedias" diarias son en realidad, situaciones que si bien parecen tremendas en el momento, son simplemente circunstancias pasajeras que en muchas ocasiones no tienen la mayor importancia.
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