Cada vez es más frecuente las llamadas de padres preocupados por la conducta de sus hijos: niños y adolescentes.
Durante el tiempo de pandemia se han multiplicado los casos de adicciones tecnológicas (juegos de móvil, tablet, tik tok, etc). Algo que en principio podría ser bueno, se convierte como casi todo en la vida, en perjudicial con su abuso.
Cuando el chico prácticamente sólo se entretiene con herramientas tecnológicas, muestra una total indiferencia a planes familiares, se pasa todo el día encerrado en su habitación, se muestra agresivo cuando se le aparta de su distracción, hemos creado un problema.
Y sí, seamos honestos, lo hemos creado los padres, el niño no nació con una maquinita en la mano.
El problema es que resulta muy tentador dejar que use el móvil para comer, porque el avioncito es mucho más aburrido, el niño traga con los ojos inyectados en la pantallita y pensamos que nos deberían dar el pin de los más eficaces alimentando niños.
Lo cierto es que darle a los niños un móvil/tablet mientas come, hace que desconecte completamente con algo tan importante como VER, OLER, SABOREAR la comida: engullen.
Daría lo mismo darles un pienso de mascotas, se están perdiendo una parte muy importante en su desarrollo: utilizar sus sentidos para comer (el tacto al principio de la introducción de los alimentos también es importante).
Llegará a ser un adulto sin mucho interés por la comida, que lo considera un mero trámite, y en el peor de los casos, la forma de calmar la ansiedad.
También es interesante el extraño caso de “los niños que no quieren bajar al parque”. Pero, ¿cómo es posible que un niño no quiera bajar a jugar?
Muy sencillo, está con la maquinita diabólica, y al papá/mamá les da una pereza del quince bajar al parque, puede ser que lo sugiera tímidamente, pero claro, el niño va a decir que no. Perfecto, así el padre/madre se puede poner con su propio móvil a engancharse también un poquito.
Lógicamente lo más atrayente para el niño es un juego lleno de acción, con sus luces brillantes, pantallas supersónicas, y ruidos estridentes, les hipnotizan.
Luego vas y les llevas a clases de mates, seguro que les apasiona el tema: pierden la capacidad de prestar atención a aquello que no supone un sobresalto continuo. Qué raro, cada vez hay más fracaso escolar…. a mi me suena a blanco y en botella.
Y para finalizar, por no daros mucho la paliza, está el tema de las relaciones sociales, que los chicos van perdiendo porque, especialmente para los más tímidos, es muchísimo mejor esconderse detrás de la pantallita del móvil para decir “jejeje” y veinte iconos antes de la interacción del tú a tú.
Controlad el tiempo de ocio tecnológico, por favor. Luego vienen los problemas de fracaso escolar, baja autoestima, ansiedad, agresividad, falta de control de impulsos, dificultad de entablar relaciones sociales, falta de comunicación con los padres y ocio compartido.
Tenéis el verano por delante para estudiar el comportamiento de vuestro hijo. Realmente soy partidaria de tratar los problemas de los adolescentes y niños con adicción a las nuevas tecnologías interviniendo con los padres.
Los niños requieren nuestro esfuerzo, nuestra implicación, nuestros riñones si están aprendiendo a montar en bici y nuestra capacidad para seducirles con juegos inventados que les haga levantarse del sillón.
Ser padre es cansado, pero es maravilloso si consigues que tu hijo pase por las primeras etapas de la vida como un niño y un chico, que no se ha perdido todo lo que luego no va a ser posible recuperar.