Cada día es más común en consulta la llegada de pacientes jóvenes con problemas de depresión.
Habitualmente son personas que ven como sus amigos, su grupo de referencia "han encontrado su sitio en la vida": trabajo, pareja, ocio; y ellos se sienten apartados porque sus amigos ya no tienen tiempo para salir como antes.
Surge el miedo a la soledad y al fracaso. La presión social de encontrar pareja a los treinta es muy grande para este grupo de edad, y se sienten desorientados y desesperanzados respecto a su futuro.
En este caso la terapia psicológica es clara: primero necesitan encontrarse a ellos mismos, sentirse realizados como personas, disfrutar del día a día sin pareja, y las cosas llegarán por su propio cauce.
Es necesario buscar nuevas vías de ocio, formas de conocer personas en su misma situación, que comprendan que la época en que el grupo de amigos era lo fundamental, ya ha pasado, y un tiempo solos no es sinónimo de una vida solos.
No todo el mundo resuelve su vida al mismo ritmo, y ni siquiera por hacerlo antes se hace mejor. El trabajo pues, lleva consigo una reestructuración cognitiva del paciente, un trabajo de cambio de hábitos y conductas y un proceso de resocialización.