La relación con los hijos adolescentes puede crear una situación de conflicto familiar que va más allá de las dificultades de relación con el hijo.
En ocasiones los progenitores toman posiciones diferentes respecto a la forma de gestionar las situaciones complicadas que se generan con los chicos, y comienzan las dificultades de parejas con alianzas extrañas, en las que uno de los progenitores.
Esto puede llegar a sentirse desplazado por no ser tenido en cuenta en las decisiones o directamente, porque se le oculten datos respecto a problemas con el hijo.
Este tipo de situaciones puede manejarse desde la terapia familiar, en la que se buscan puntos de comunicación, formas de toma de decisiones y una cohesión familiar que no se vea debilitada por las complicadas relaciones que ya de por si pueden producirse durante la adolescencia.
El trabajo consiste en sesiones familiares y luego individuales para conocer la problemática exacta que refiere cada uno de sus miembros, ver los roles establecidos, dificultades de comunicación y de relación, para posteriormente trabajar nuevamente en el conjunto familiar dotándoles de herramientas y formas de relación que puedan mejorar la convivencia entre todos los miembros.
Algo muy a tener en cuenta es que el tipo de alianzas "tóxicas" que se establecen durante la adolescencia pueden marcar la relación con los padres de por vida, sintiéndose cada vez más alejado de uno de ellos, por no haber sabido buscar los cauces de comunicación en el momento adecuado.