La situación gravísima que estamos viviendo nos genera en la mayoría de los casos muchos sentimientos contrapuestos, además de la perplejidad por la velocidad de contagio y los dramáticos fallecimientos, que están segando vidas y haciendo vivir a sus familiares una situación de dolor sin capacidad de iniciar el duelo, muchos tenemos amigos o familiares contagiados o somos población de riesgo con lo que esto conlleva.
La situación es mala para todos, los que sufren pérdidas, los que están con la incertidumbre de la enfermedad, los que tienen miedo al contagio, las familias con niños, las familias hacinadas, los matrimonios mal avenidos, los que se han ido al paro, los que se irán….
Y probablemente pensaréis, “pues vaya entrada de blog más optimista”. No lo es, pero tampoco quiero que sea un simple canto al dolor.
Os estoy situando en un presente complicado, en el que el único consuelo, nuestra emoción más profunda nace al ver los gestos de empatía de otras personas, las que están arriesgando su vida, las que trabajan por nuestro bienestar, las que desde sus casas ayudan de la mejor forma que pueden, el que llama a sus amigos incluso lejanos para saber como están.
Tenemos que sacar alguna lección de esta situación: bajar el ritmo de vida, dar valor a lo realmente importante, los que nos quieren, las cosas simples que nos gustan, la conversación, la llamada telefónica, Muchas cosas se han vuelto banales y han dejado de tener importancia, ahora somos nosotros los que nos enfrentamos a nosotros mismos, a nuestra capacidad de gestionar la imposición de no salir, aunque sea a respirar un poco de aire fresco.
Es tiempo para dedicar a los niños, contarles anécdotas de nuestra infancia, hacer el plato de comida ese para el que nunca hay tiempo, dialogar en familia y hacerse unas trampillas a las cartas.
Sensaciones de ansiedad y depresión son comunes en esta situación. Mucha gente lo vive como “si fuera una película”, algo irreal y amenazador. Nos han quitado nuestras rutinas y muchas veces nuestra forma de vida de hacer y no pensar.
Es importante no dejarse llevar por el panico. Las personas hipocondriacas lo están pasando francamente mal, cualquier tos o estornudo se convierte para ellos en un cuadro completo de COVID-19, sin la posibilidad de ir al médico a tranquilizarse.
También aquellas personas que tienen a alguien en “el frente de batalla” sufren al verles agotados, callados, superados por la situación.
Probablemente cuando acabe esta crisis sanitaria se multipliquen los casos de Trastorno por Estrés Postraumatico, y especialmente en los sanitarios un tipo de TEPT que se llama Estrés por Compasión, en el que se experimenta culpabilidad y vuelven continuamente imágenes de las situaciones vividas.
Es importante que empecemos desde ya a cuidar nuestra salud mental, igual que mantenemos una rutina para no caer en la falta de energía y los pensamientos negativos. Cuando surjan pensamientos ansiógenos (suelen ir precedidos por un “y si…” intentar racionalizarlos, darnos cuenta que son poco probables, y por ello no nos dejemos llevar por el miedo. Por ejemplo:
¿Y si me contagio? (Pensamiento negativo: emoción que experimentamos: ansiedad)
Si tomo todas las medidas de precaución, guardo la distancia de seguridad y hago el confinamiento probablemente todo salga bien. Las personas que se han contagiado han estado en contacto con personas infectadas, probablemente antes del confinamiento: Pensamiento racional, que produce una emoción de tranquilidad.
De esta forma tenemos que luchar con cada uno de los pensamientos que nos llevan directamente a un estado de ansiedad.
Estados de tristeza son absolutamente normales, y ante ellos, ahora mismo, sólo cabe intentar mantenerse activo y ponerse una meta, un premio para cuando acabe este confinamiento, tal vez un simple paseo por el parque, todo cabe para soñar.
Las personas que están en duelo, y dadas las circunstancias, necesitarán probablemente ayuda psicológica para superar este trance, ya que la angustia de no poder despedirse, la espera, la sensación de no poder acompañar a su ser querido, no permite iniciar un proceso de duelo según las pautas habituales, pasando por la sensación de irrealidad, rabia, depresión hasta llegar a la aceptación. Es importante que las personas en duelo estén en permanente contacto con sus familiares y amigos, que aunque sea en la distancia, la hagan sentirse arropada y querida.
Respecto al Trastorno de Estres Postraumático, es pronto para que aparezca, será al final del confinamiento cuando algunas personas experimenten los síntomas que le acompañan (activación ante situaciones que le recuerden lo que pasó, reexperimentación de las situaciones y evitación de personas, lugares, cosas que recuerden la situación vivida.
Nos esperan tiempos duros a todos, en los que debemos de sacar enseñanzas positivas: los niños, que están dando una lección, las personas que miran ahora a los mayores con más cariño y preocupación, las familias que vuelven a unir sus lazos y aprenden a dialogar y convivir. T
odos nosotros estamos aprendiendo cosas, pero, por favor. si os sentís mal tenéis que hablarlo, no dejéis que la angustia o la ansiedad (especialmente) os atenacen. Hablad con vuestra familia, pedid consejo psicológico, cualquier cosa antes de estar sumidos en unos pensamientos irracionales que os producen en ocasiones los mismos síntomas que un ataque al corazón, además de consumir vuestra vida con las obsesiones.
Todos debemos estar orgullosos de nuestra fuerza y nuestra unión, todos sufrimos pero aún así nos queda mucha fuerza para preocuparnos mas por los otros que muchas veces por nosotros mismos. Tal vez estemos volviendo a ser seres humanos.