La masturbación cumple diversas funciones de muy diferente entidad (es como un huevo kinder con sorpresa).
En la infancia la estimulación genital es una forma de conseguir un placer puramente físico. Se asemeja a los niños que retienen voluntariamente las heces, porque sentir las contracciones anales les produce placer. Esta situación normal en la primera infancia no debe escandalizarnos.
Hay niños que se masturban y otros no. Si el niño lo hace constantemente habrá que corregirlo, de la misma forma que si se chupa el pelo o muerde los lápices, es decir: ayudándoles a reducir esta conducta, especialmente si la realiza en público (hay niñas que se masturban en el colegio, moviéndose en la silla, por ejemplo).
La conducta de masturbación es normal, y como tal hay que tratarla. Obviamente a los niños muy pequeños las explicaciones de por qué no es una conducta apropiada en público sobran (hoy en día se les dan tantas explicaciones a los niños que un día les va a explotar la cabeza, que son niños, no son adultitos pequeños, por favor).
Cuando aparece la pubertad comienza la exploración del propio cuerpo, las pulsiones sexuales y se descubre el placer por medio de la masturbación. Aquí, como en todo, los habrá que se masturben mucho y otros lo harán menos. Lo importante: que aprendan que es un acto íntimo, sin más importancia.
Cuando llega la edad adulta es cuando empiezan los problemas. Personas que consideran que si se masturban es que no están satisfechas con su pareja, personas que recriminan a sus parejas que se masturben como si sus necesidades sexuales no estuvieran satisfechas, los que se creen un poco sucios por masturbarse a menudo, etc.
Lo primero que hay que hacer es normalizar la masturbación y volver a lo que decíamos antes: la masturbación cumple varias funciones. La primera (obviamente) conseguir satisfacción sexual.
Hay quien piensa que una erección mañanera merece su premio, tampoco es eso, las erecciones se pueden bajar por sí solas, hay que darles una oportunidad.
A veces se tienen fantasías sexuales (algo que es personal e intransferible, donde manda la imaginación) y que es algo que debe quedar en la intimidad de cada persona, sin sentirse culpable por dar rienda suelta a un deseo que sólo queremos ver cumplido en sueños.
Pero otras veces la manipulación genital tiene una connotación negativa. Es común que las personas se masturben en situaciones de estrés, descarga tensiones, las cosas como son (el sexo en general descarga bastantes tensiones y no siempre es el amor lo que nos mueve, sino una liberación de estrés).
El problema es cuando la persona tiene mucha ansiedad y asocia masturbación con liberación de tensiones. En este momento la persona puede entrar en un bucle:
Este ciclo es el que hay que romper, pero no incidiendo sobre la masturbación, que es una conducta finalista, sino sobre las causas que producen ansiedad a la persona, ayudando a reinterpretar las situaciones, buscar soluciones y dotar a la persona de herramientas para manejar la ansiedad de una forma adaptativa.
Como resumen: la masturbación sólo es perjudicial cuando se convierte en una compulsión que no podemos dominar o que interfiere en la realización de otras actividades, en este caso, sí es conveniente buscar un remedio.