El locus de control se refiere a cómo una persona atribuye la responsabilidad de los sucesos en su interacción con el entorno, es decir: la atribución de la responsabilidad.
El locus de control es una característica de la personalidad, pero no es inamovible, determinadas formas de atribución de responsabilidad (de algún sitio habrá salido lo de “la culpa fue del chachachá) tiene importantes implicaciones en nuestra vida, pero hoy hablamos de los jóvenes, ya que su locus de control puede tener muchísima repercusión en su presente y su futuro.
Hay dos tipos de locus: interno y externo.
Una persona con locus de control interno tendrá tendencia a atribuirse la responsabilidad de todo aquello que le suceda. De esta forma si sacar una buena nota lo atribuirá a su esfuerzo, atribuir a causas internas todo aquello que le suceda.
Por ejemplo, un estudiante que obtenga una buena nota en un examen atribuirá el resultado a su esfuerzo y horas de estudio. Estos chicos son plenamente conscientes de sus fortalezas y se esfuerzan porque desean conseguir cosas, para ellos mismos.
El único problema es cuando a pesar de sus esfuerzos, o cuando hay factores externos que escapan de su responsabilidad se sienten fracasados y frustados.
En el otro lado tenemos los jóvenes con locus de control externo. Para ellos el factor suerte es como un mantra.
Consideran que todas las cosas que les pasan se derivan del azar (especialmente las malas), no existe una atribución de responsabilidad sobre sus propios actos, y claro el examen iba a pillar, no le dejan atender porque hablan, no existe la posibilidad de llegar tarde porque se ha regresado tarde.
El autobús siempre, siempre parece que le tiene manía y se retrasa.
El problema es que los jóvenes y adolescentes con un locus de control externo no suelen hacer esfuerzos por satisfacción personal, más bien su motivación es ahorrarse un castigo o una bronca.
Suele ser desesperante para los padres pasarse la vida detrás del adolescente para que abra un libro, no venga con un parte de clase, no pierda las cosas, etc. A veces se puede tener la sensación de que en vez de evolucionar sus hijos “involucionan”.
Afortunadamente todo tiene solución (es la gran noticia), y existen técnicas dentro de la terapia cognitivo-conductual que buscan promover el cambio de la atribución de esa responsabilidad, trabajando el cambio de locus externo a interno y mejorando de esta forma la autoestima del joven, que aprende que SU esfuerzo tiene recompensas.
Trabajar la atribución de responsabilidad en adolescentes y adultos, puede cambiar su perspectiva de la vida, mejorar su autoestima al comprender que todo acto tiene su consecuencia (positiva o negativa).
Trabajar sobre aquellas conductas que les causan problemas y desarrollando una forma de atribución de responsabilidad que les hace más dueños de su vida y de su destino.