Resiliencia es la capacidad de una persona para adaptarse a las situaciones adversas con un afrontamiento activo y una mentalidad positiva y luchadora.
Es una herramienta vital muy potente (como el turbo de enfrentarse a los problemas) y entronca directamente con el autoconcepto de la persona, su consideración de ser capaz de afrontar problemas y dificultades de la vida diaria, sin hundirse, sin esconder la cabeza como un avestruz, confiando en su fuerza vital para superar o aceptar las situaciones.
La resiliencia es importante, ya no solo a nivel psicológico, sino que también, el no serlo, afecta físicamente a nuestro organismo.
A los niños podemos enseñarles a aumentar su capacidad de resiliencia con mensajes positivos sobre su valía personal, animándoles a resolver problemas y elogiando su fuerza y valentía en el día a día. De esta forma les enseñamos que los problemas tienen mayor importancia cuanto mayor es nuestro miedo y nuestra percepción de incapacidad para superarlos.
La personalidad de cada uno también tiene mucho que ver con la capacidad de ser resilente, de forma que en familias con varios hermanos, los pequeños, que suelen ser más independientes (a los que no se les esteriliza el chupete, sino que se sopla),aprenden a manejar las situaciones con un afrontamiento activo y confianza en sus propias posibilidades de superación.
Las personas no resilientes sufren ante cualquier avatar de la vida, todo les supera y suelen requerir ayuda externa para enfrentarse a las situaciones, sintiéndose que la vida les viene grande. Son personas que se hacen pequeñas ante los problemas, normalmente con una baja autoestima.
Afortunadamente los esquemas cognitivos que llevan a la persona a esa situación de indefensión aprendida (inmovilidad ante las situaciones adversas, falta de capacidad de respuesta), se pueden modificar, enseñando a la persona, a través de problemas basados en su experiencia vital y la respuesta que han dado en cada momento, a buscar otras posibilidades de afrontamiento, de forma que se vayan dando cuenta que poseen esa capacidad, y que superar las dificultades produce una sensación de control y confianza que revierte de forma directa en su sensación de bienestar.
Si te consideras “un cobarde” ante la vida, reacciona, mira a tu alrededor y pregúntate qué necesitas para coger los toros por los cuernos.
Para ello, será necesario que comencemos por conocernos y escucharnos. El autoconocimiento es una de las bases fundamentales de la resilencia, ello nos ayudará a tener un mejor concepto de nosotros mismos, y de nuestra capacidad para resolver las dificultades que se presentan.