Hablamos de ASERTIVIDAD como una competencia social básica, una de las llamadas "habilidades sociales".
Esta habilidad, que a veces resulta tan complicada llevar a la práctica, debe ser entrenada y manejada a la perfección para conseguir que cada persona se sienta a gusto en su propia piel.
La mejor forma de explicar el concepto es mediante un ejemplo: estás en la barra de chiringuito veraniego y te toca pedir: se te cuelan (no uno, los que sean necesarios). En ese momento eres incapaz de decir: "me tocaba a mi" y sientes la impotencia, la cobardía de no ser capaz de expresar tu derecho.
Esto supondría una PASIVIDAD ante tus derechos.
La asertividad se mueve en un continuo en el que puedes perfectamente situarte:
Las personas pasivas son incapaces de expresar sus derechos y necesidades, ante peticiones o situaciones con las que no están conformes, se resignan y ceden.
Esta situación tiene una clara consecuencia: por una parte su propia autoestima se resiente al sentirse incapaces de expresar sus deseos, sienten rabia por tener que ceder ante situaciones que no les agradan y se sienten inferiores a los demás "que siempre se salen con la suya".
Por otra parte, suelen generar rencor interno hacia los que están "tomando ventaja sobre ellos".
El pasivo suele ser pasivo y dócil, pero sus reacciones, cuando deciden no ceder a una presión suelen ser absolutamente, y probablemente sucedan en el momento menos adecuado.
En el extremo opuesto tenemos a los AGRESIVOS: ellos por delante, siempre, exigen, imponen y no ceden.
Creen que los derechos de los demás están supeditados a los suyos propios y no tienen en consideración los deseos ni necesidades de los demás. A veces da la sensación de que no reparan en que las personas tienen sus propias necesidades.
El punto óptimo es la asertividad, que a mi me gusta definirla como "coherencia interna": no es siempre blanco ni siempre es negro, no hay que pensar que todo el mundo abusa y negarles cualquier petición, ni pretender que todos se plieguen a nuestras necesidades ofendiéndonos si no lo hacen.
Una persona ASERTIVA es capaz de expresar una negativa de forma serena y sosegada, exponiendo sus razones y no sintiéndose culpable por ello.
Un entrenamiento en asertividad enseña a la persona a dar respuestas adaptadas, lo que mejora su nivel de autoconfianza y le hace sentirse mejor consigo mismo, no acumulando rencor hacia los demás.