Los tiempos en que vivimos necesitan cada día más de la inteligencia, ya no es de gran utilidad la capacidad de resolver difíciles ecuaciones matemáticas, eso no basta, ahora se necesita ser y parecer emocionalmente inteligente.
Es más útil a veces saber callar ante una persona que se encuentra descontrolada y no entregarle un cúmulo de razones para hacerla ver que está equivocada, y también saber dirigir esas emociones sin reprimirlas evitando generar angustias y represiones posteriores.
La inteligencia emocional diferencia la inteligencia, reconocida como aquella que nos permite desarrollarnos intelectualmente con eficacia en alguna tarea que implique habilidades intelectuales, de la inteligencia relacionada con el manejo de las emociones: autoestima, seguridad en sí mismo, sentido del humor, tolerancia al fracaso, etc.
Ambos tipos de inteligencia deberían interactuar de forma , aunque en algunos individuos se deja entrever una de ellas por sobre la otra, pero eso no significa que este individuo carece de las cualidades que nos distinguen como personas.
La sabiduría en otras palabras, viene a ser lo que conocemos actualmente como inteligencia emocional, en el párrafo que leemos a continuación visualizamos rasgos de una persona emocionalmente inteligente: “Cualquiera puede ponerse furioso.... eso es fácil.
Pero, ponerse furioso con la persona correcta, en la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto y de la forma correcta... eso no es fácil”.
Desde ese punto de vista recordemos algún episodio de nuestra vida en el cual perdimos el control de una situación, seguramente al cabo de unos minutos, horas o tal vez días, nos hayamos arrepentido de nuestro actuar, quienes han solicitado disculpas correspondientes pidiendo de alguna manera enmendar el error.
Han puesto en marcha una cualidad de las personas emocionalmente inteligentes, la capacidad de reconocer errores, quienes no lo han hecho y han justificado su actuar diciendo que fueron totalmente agredidas o de alguna forma empujadas a reaccionar.
Así tendrán que repasar algún decálogo de los que se encuentran de moda hoy en día para lograr éxito en sus relaciones interpersonales.
Nuestra inteligencia emocional, llevada al área social es modificable, educable y altamente necesaria para obtener puestos de trabajo, respeto de los demás.
Pero sobre todas las cosas, esta inteligencia interpersonal, la manera cómo interactuamos con los otros nos producirá si es positiva, un equilibrio interior, si esta relación interpersonal es conflictiva, no existirá equilibrio emocional interno, lo que será causa de angustia, desasosiego, y a la larga afectará la salud manifestándose un sinnúmero de enfermedades psicosomáticas.