Sábado por la tarde y muchas chicas de grandes ojos marrones están tristes, se sienten solas porque no tienen pareja.
La búsqueda de pareja puede llegar a convertirse en una obsesión, algo que desgasta y hace cada vez más difícil encontrar aquello que tanto se anhela.
Cuando la persona se muestra ansiosa ante la ilusión de tener alguien con quien compartir su vida o sus momentos, a veces cae en un círculo vicioso de desengaños.
Se olvidan que lo fácil no es lo mejor, que esto no va de “cuadrarle a alguien” sino que la persona nos encaje en nuestras ilusiones, perspectivas, aficiones, etc.
Nada va a cambiar si al principio hemos reducido nuestra disonancia cognitiva convirtiendo lo malo en bueno, aceptando el “más vale pájaro en mano”…
Las personas no cambian, ni debemos pensar en cambiarlas. Eso lleva a la frustración.
Conformarnos con el primero que nos “haga ojitos” suele conducir a relaciones tóxicas que se van encadenando y haciendo que la persona piense que “nunca va a tener pareja” o que “tiene mala suerte en el amor”.
¿Esto os suena de algo? A mi, desgraciadamente, demasiado. Es algo muy frecuente en Consulta, y no son sólo chicas de ojos marrones, hay ojos de todos los colores, todas las edades, sexo y orientación sexual.
El problema no está en la mala suerte, en que nadie nos quiere. El problema es que no entendemos que tenemos que querernos, gustarnos, respetarnos.
Y de la misma manera que no comemos comida caducada o no nos apetece un plan de película de zombies, no tenemos que conformarnos “con lo primero que pasa”.
En el momento en que fortalecemos nuestra autoestima y conseguimos respetarnos, por algún extraño motivo las cosas cambian. Tal vez no tengas 30 proposiciones de cita, tal vez sea mejor que no tengas 30 proposiciones de cita que son un fracaso.
Hacer planes con amigos o pasar una tarde de relax no es “otro sábado sin pareja”, a veces es simplemente un gran sábado en el que hemos avanzado hacia ponernos en nuestro lugar: en primer lugar, y querernos, querernos mucho.