La era tecnológica y la irrupción con fuerza de las redes sociales ha creado cambios sociales y nuevas formas de comunicación e interacción personal.
Este cambio social también está produciendo cambios psicológicos en las personas, dando lugar a nuevos desajustes que por el momento pueden pasar desapercibidos, pero cada día se van haciendo más patentes.
Estamos "desdoblando” nuestra personalidad, construyendo una imagen idílica completamente alejada de la realidad.
Las fotos que colgamos no son las del careto mañanero, es la mejor entre 300 fotos, visitamos sitios y en vez de mirarlos con los ojos, buscamos el mejor plano para la foto, para colgarla en las redes.
Tenemos sed de ser populares a través de una imagen que se aleja del ser humano real, de nuestra propia identidad.
Parece que nuestra vida son todo sonrisas, fiestas, lugares paradisíacos, grupos numerosos que muestran a personas con una vida maravillosa.
Las personas no se toman un cafe y se cuentan los problemas, en muchos casos las redes de contactos sociales hacen el trabajo natural y humano de conocer gente.
El problema con esta tendencia es la pérdida de nuestra facultad para reforzar nuestra autoestima de forma natural, siendo como somos, con lo bueno y lo malo.
Empezamos a perder seguridad en nosotros mismos en el “face to face”, sin tiempo para preparar la frase cool o poner la pose perfecta, lo que lleva al aislamiento de la persona por miedo a su auténtico yo, al que empieza a subestimar como peor del yo inventado.
Se empieza a notar en la consulta un incremento de problemática a este respecto, una falta de habilidades sociales, de dificultades de comunicación en diálogo, de inseguridad ante su imagen personal.
Es como si estuviéramos creando un nuevo tipo de trastorno de ansiedad social, basado en una inseguridad por no poder acercarse a ese yo ideal vendido al exterior.
Como resultado de esta inseguridad en el contacto real, las personas se autoanalizan antes de hablar, y normalmente el juicio que realizan de ellos mismos se basa en un sesgo negativo: siempre pierden ante ese personaje que ellos mismos se han construido alejándose de su propia realidad.
En estos casos el aislamiento social se vuelve patente y aparecen problemas serios de inseguridad, falta de autoestima y en algunos casos depresión.
La intervención en estos casos se hace necesario, trabajando un acercamiento entre el yo ideal y el yo real.
Hay que modificar las creencias erróneas sobre lo que se supone que hay que ser, hacer o tener para ser aceptado socialmente y ayudando a la persona a incrementar su autoestima, autoaceptación y la idea nuclear de que si no se considera un igual, si siente que tiene que fingir , exagerar, modificar algo de su vida, está viviendo una historia difícil de mantener en el tiempo y que al final, el camino hacia la paz interior, hacia la seguridad y la satisfacción, se encuentra justamente en ser uno mismo, en la autenticidad.