Muchos problemas psicológicos requieren una herramienta específica y de inigualable eficacia: la introspección.
Parece una labor sencilla el análisis de nuestras conductas y emociones, pero esta labor es compleja, porque pararse a realizar un auto-análisis es una labor que a veces nos resulta ardua, otras veces complicada, y en la mayoría de los casos, por un “fallo de procedimiento”, completamente ineficaz.
Mediante el journaling, dedicamos un breve espacio de tiempo a realizar una labor de introspección que, dependiendo del motivo que en un principio nos lleve a ello, puede darnos la clave de aquellas cosas que fallan en nosotros mismos.
¿Es mucho 15 minutos? ¿Puedes revisar en este momento cuánto tiempo has dedicado en un día a navegar por internet, redes sociales o ver videos de tik-tok?
Ahora tal vez 15 minutos no te parezcan tanto tiempo, igual hasta sabes de dónde sacarlos, y sobretodo: son 15 minutos que mejoran tu estabilidad emocional y te proporcionan esa herramienta que demandas al psicólogo, y que no es una Black&Decker, es tu esfuerzo personal para lograr vencer tu ansiedad, tus miedos, corregir conductas de las que no te sientes orgulloso, vencer tus inseguridades…. en definitiva: llegar a un autoconocimiento que genera autoconfianza.
La técnica del Journaling es tan antigua como el hilo negro. Al final nuestros mayores, que tanto nos enseñan con sus refranes y con algunos trucos simples, tienen esa sabiduría que deberíamos apreciar y simplemente actualizar.
Parece que antiguamente era muy habitual llevar un “diario” en el que la persona escribía sus vivencias y sus emociones. Si reflexionamos un poco, tal vez, esa forma de plasmar sus emociones más íntimas, era la única forma de expresarlos, y tal vez cuando los leían, volvían sobre lo escrito, podían sacar algunas conclusiones sobre ellos mismos (tal vez).
En Terapia el Journaling es un diario que puede tener varias finalidades, según el problema que tenga la persona (ansiedad, estrés, crisis existencial, problemas de control de impulsos, dificultades de relaciones sociales, baja autoestima…..)
La persona puede escribir un diario motivacional, en el que plasma sus deseos en “el ser y el hacer” para ese día. Son propósitos de mejora sobre aspectos personales con los que la persona no se siente cómoda y quiere mejorar.
Otra opción, para aquellas personas que tienen problemas de ansiedad, es un diario de tareas, en el que se especifican y detallan las actividades a llevar a cabo en el día, de forma realista: sacando el tormento de los “tengo que hacer” de la cabeza en los que mezclamos el informe que hay que entregar a las 10 con elegir el destino vacacional para el próximo verano, como un aluvión de tareas que sólo de pensarlo nos dejan sin aliento, y donde se mezcla el corto, el medio y el largo plazo en un ovillo mental que nos aturde y paraliza.
Otra forma de journaling es el Diario de preocupaciones, especialmente dedicado a los que padecen ansiedad generalizada y el día se “les hace bola” antes de poner un pie en la calle.
La división de todas las preocupaciones en las que tienen solución y las que no tienen solución, poniéndolo por escrito, supone una importante diferenciación.
Aquellas cosas que no tienen solución, personalmente las llamo las “hassles”, que vendría a ser (y perdón por la expresión), las putadas de la vida, que no tienen solución y toca aceptar y adaptarse, y luego están las preocupaciones que tienen solución, Una vez discriminadas, nos quedamos con las preocupaciones, y hacemos un trabajo activo de búsqueda de soluciones, es decir, les quitamos el “pre” y pasan a ser ocupaciones.
Otra opción, para aquellos que tienden a ver “la botella medio vacía”, es llevar un Diario de aspectos positivos donde se busquen y subrayen aquellas pequeñas cosas buenas que pasan en cada día, pero que las personas que suelen filtrar los acontecimientos poniendo el foco en lo negativo, no se paran a disfrutar, con lo que su vida parece “un poquito más terrible” de lo que realmente es.
La vida obviamente no es un parque de atracciones, pero si empezamos a valorar cómo juegan 2 perros en el parque, el niño que te dice adiós desde la sillita del coche, la persona que te saluda por la calle con una sonrisa o lo rico que te han sabido las lentejas, si buscamos activamente el color y escribimos sobre ello, nuestra mente buscará de forma activa los aspectos positivos: se reorganizará cambiando esa visión en túnel hacia la desgracia de subsistir en un “valle de lágrimas”.
Por último, y no porque no existan diversidad de usos y formatos, existe la opción de un Diario de autocontrol para aquellas personas especialmente susceptibles, que tienden a interpretar la interacción con otras personas como un ataque o simplemente que no tienen la destreza (por no haberse entrenado) a encender el cerebro antes de abrir la boca.
Estas personas, que normalmente ya están en un proceso terapéutico para reconducir sus pensamientos y sus respuestas emocionales de forma primaria, pueden analizar aquellas ocasiones en que se han sentido irritados en el día anterior, qué lo motivó, cuál fue su reacción, y volver sobre la misma situación para reflexionar sobre si fue la respuesta adecuada, qué factores podría haber tenido en cuenta, qué opciones de reacción hubieran sido más adecuadas, qué consecuencias ha tenido su respuesta (obviamente no es un listado de lo que se ha hecho mal, también hay que analizar las conductas adaptadas para reforzar e incrementar esta respuesta).
Y sí, por último, una conclusión para aquellos que dicen “odio escribir”. ¿Puedes mirar cuántos mensajes de whattsap has escrito en el último día?. No se trata de un cuaderno con una caligrafía perfecta o redactado de forma espectacular, es algo que nos ayuda a conocernos, y como “las palabras se las lleva el viento”, este ejercicio sistemático, puede ayudarnos muchísimo a mejorar nuestro bienestar personal.