Terapia Psicológica para personas con un trastorno de personalidad
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El trastorno adaptativo se basa en la incapacidad de la persona a superar un suceso de su vida que le ha marcado negativamente.
Un divorcio, el desempleo, enfermedad grave de un familiar, ruptura con el grupo de amigos... son innumerables las causas por las que una persona se puede llegar a enfrentar a este serio problema.
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El agorafóbico es alguien que tiene miedo de alejarse de casa, miedo a estar solo, a no recibir ayuda en plena calle y miedo a lugares con mucha gente, como calles, centros comerciales o autobuses.
La mayoría de las personas que sufren agorafobia tienen miedo a perder el control ante sus propias reacciones y temor a sufrir un ataque de pánico, un desmayo o incluso un ataque al corazón.
Este temor hace que eviten los lugares en los que podrían sufrir estas consecuencias, y llega a convertirse en un hábito eludirlos, incluso ampliando cada vez más las situaciones o lugares que evitan.
A menudo pueden afrontar caminar por la calle o ir a un centro comercial si van acompañados por alguien, haciéndose dependientes de otras personas en su día a día. Si una persona tiende regularmente a evitar acudir sola a muchos lugares, por miedo, se dice que padece agorafobia. Es un problema relativamente frecuente, que afecta mucho más a las mujeres.
CÓMO APARECE LA AGORAFOBIA
Habitualmente la agorafobia se inicia ante un situación en la que la persona se encuentra mal por algún motivo (dolor de estómago, mareo, ganas de vomitar, etc).
La sensación de malestar físico intenso queda asociado al lugar donde se produjo, por lo que la persona piensa: SI VUELVO A ACUDIR A ESTE SITIO LO MÁS PROBABLE ES QUE ME VUELVA A SENTIR MAL.
A esto se le llama ansiedad anticipatoria: miedo al miedo, y se va haciendo cada vez más potente en el pensamiento de la persona que es incapaz de ver lo irracional de su pensamiento.
Cuando la persona va a acudir al lugar donde se produjo ese primero ataque de pánico (que en muchas ocasiones está ligado a un malestar puntual físico), experimenta una ansiedad creciente, con la sensación de que va a suceder exactamente lo mismo.
La ansiedad sube y aparecen los síntomas de ansiedad. La forma de cesar esta sensación "insoportable" es alejándose del lugar, con lo que ya tenemos un bonito cuadro de agorafobia: miedo al miedo (que no afrontamos, por lo que no podemos ver que es incierto), incremento de ansiedad anticipatoria, que hace más probable la situación y escape como forma de alivio.
EL AGORAFÓBICO PIENSA: HUIDA ES ALIVIO DE LA ANSIEDAD
Ya de por sí esto es un problema importantísimo, pero ¿qué ocurrirá con una persona que ha desarrollado una agorafobia a los centros comerciales y siente un pico de ansiedad al subir al metro?
Probablemente usará su maravilloso mecanismo "potenciador de agorafobia" de alejarse de la situación, con lo que ya estamos generalizando el miedo a TENGO QUE EVITAR TODO AQUELLO QUE ME PRODUZCA ANSIEDAD.
Este estado de crisis de angustia y preocupación constante por sufrir una crisis de pánico, hace que la persona se centre en las situaciones, anticipe sus miedos, haciendo de ello el único pensamiento que le ocupa la cabeza, incrementando de esta forma una ansiedad de tipo obsesiva, y generando un estado de ánimo depresivo al verse mermado en su capacidad de relación con el medio.
¿CUAL ES EL TRATAMIENTO DE LA AGORAFOBIA?
La agorafobia responde de una forma excelente a la terapia cognitivo-conductual, requiriendo la colaboración por parte del paciente.
La parte cognitiva trabaja su ansiedad anticipatoria, sus "y si", pruebas de realidad, reestructuración cognitiva.
La parte conductual se centra en la exposición del paciente a la situación agorafóbica, con diferentes técnicas dependiendo de la gravedad del caso.
La superación del primer miedo supone para el agorafóbico un gran paso hacia la solución del problema, y el tratamiento tendrá una duración diferente dependiendo de la "voluntad terapéutica" del paciente, el tiempo en que lleva instaurado el problema, el número de situaciones que ha asociado a las crisis de pánico y el apoyo familiar con que cuente.
LAS CONSECUENCIAS DE DEJARLO TODO PARA PASADO MAÑANA
La procrastinación a veces tiene que ver con la inseguridad. Dejar para mañana las cosas no va a hacer que estas se solucionen.
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Efectivamente, uno de los principales motivos de petición de consulta en el psicólogo es "la soledad".
Este sentimiento se distribuye de forma homogénea entre la población, es un mal que no respeta sexo ni edad (nos referimos a la edad adulta).
Muchos casos de los que se presentan obedecen a una ruptura de pareja, pero en muchas ocasiones, las personas que sienten esta emoción tan negativa, son personas jóvenes que se encuentran aisladas, ya que al llegar a una edad en la que sus amigos o amigas se han emparejado, cambian los planes y ellos se encuentran de golpe aislados.
La soledad se siente muchas veces incluso cuando se está rodeado de gente, porque la soledad de la que hablamos, la patológica, la que produce miedo y se ve como irreversible, es una soledad respecto a la posibilidad de compartir intimidad, planes, ideales, proyectos, de sentirse especial para alguien.
La emocionalidad negativa unida al sentimiento de soledad produce pensamientos catastróficos, la persona no encuentra una salida a esta situación, se siente atrapada, sin capacidad de cambiar las cosas.
El mayor error que puede cometer una persona que siente ese tipo de soledad (la del alma), es lanzarse a la búsqueda de una persona que mitigue esa sensación.
Puede encontrarla, puede cerrar esa sensación en falso, pero la realidad es que es una manera rápida de alivio que simplemente supone no enfrentarse a la realidad de no saber disfrutar el momento vital.
No querer reconocer que no ha llegado a la madurez personal que supone no necesitar una pareja (lo que a veces desemboca conformarse, engañarse a uno mismo o priorizar la compañía a la auténtica felicidad que supone la plenitud de una relación).
Cuando una persona siente esa soledad, debería realizar un trabajo personal previo, analizar sus pensamientos catastrofistas, su necesidad de alivio a cualquier precio, la obsesión por encontrar fuera lo que debería encontrar dentro de su persona.
Hay muchas maneras de ser feliz, y no todas pasan por estar en pareja (de hecho hay personas que se aferran a estar en pareja a pesar de su profunda insatisfacción, pero el miedo a esa soledad les impide avanzar, ser valientes para intentar aprender a disfrutar de la vida).
La persona que sufre de "soledad" primero debe quererse (normalmente la autoestima está dañada), profundizar sobre las cosas que le hacen disfrutar o que desea realizar, y priorizarlas.
Muchas puede empezar a hacerlas sola, evitando la rumiación del "todos en pareja menos yo", y cambiándolo por "tengo la suficiente autonomía para saber qué cosas me gustan y hacerlas, no dejar pasar la oportunidad".
El trabajo en uno mismo, aprender a caminar sólo por la vida sin obsesiones por encontrar a alguien o esos pensamientos negativos sobre la imposibilidad de tener una pareja, hace que poco a poco (y tengo que recalcar el poco a poco), la persona se centre en sí misma y en sus necesidades, se siente orgullosa de sus pequeños y grandes logros y pierda el miedo a la soledad.
Cuando la persona deja de obsesionarse con buscar a alguien, pierde ese halo de negatividad y de cierto grado de desesperación, que actúa como un auténtico repelente para las otras personas.
Nada más agradable que la serenidad y seguridad en si misma que emana de alguien que disfruta por si mismo de lo que hace, que se siente libre de decidir y hacer: que elige.
Las personas que aprenden a vivir en soledad, disfrutar de lo que hace, abrirse a nuevas experiencias, propiciar nuevas amistades, nuevas formas de ocio, que saben lidiar con la frustración de los días grises (que se tienen en soledad y sin ella), se muestran serenas, satisfechas, abiertas a nuevas experiencias, recuperan su autoestima y, esto es fundamental: eligen.
Si estás en un período en el que te encuentras solo debes recordar algunas cosas:
- Cuanto más desesperadamente busques a alguien, más posibilidades de elegir mal
- Sentirse solo es una oportunidad de conocerse a uno mismo y aprender a valorarse y disfrutar por uno mismo de las cosas
- Tu soledad durará tanto tiempo como el que tu te dediques a sentir autocompasión de ti mismo.
Mírate al espejo y decide si a esa persona que te devuelve el reflejo la quieres hacer un ser triste o prefieres sacudirte el polvo del camino y empezar de cero, paso a paso, hacia la seguridad en ti mismo
- Aprovecha este momento para enriquecerte como persona
- Deja de huir de ti mismo: al final sólo te tienes a ti
- La gente no te mira como un bicho raro por ir solo a los sitios: comer en un restaurante, ir solo al cine o al teatro puede ser desagradable si estás más pendiente de lo que piensan los demás que si te centras en el disfrute, en un par de veces te importará bien poco lo que opine la gente
- Tras ese proceso duro de soledad, saldrás reforzado como persona, y probablemente los demás te encontrarán una persona enriquecedora e interesante
Acuérdate que la vida tiene momentos malos. De ti depende en convertir un mal momento en una oportunidad para aprender a ser feliz.
Y...jamás te conformes por evitar este momento de dolor. No siempre vas a estar solo, pero de cómo gestiones esta experiencia puede depender encontrar la persona adecuada o encontrar la persona que te hace sentir que tienes pareja, pero que con el corazón en la mano piensas "estaba mejor sola que mal acompañada".
La soledad no es eterna. El camino para superar esa sensación es duro. Los frutos son dulces.
ADOLESCENCIA: EL VÉRTIGO DE LAS PRIMERAS DECISIONES
Toda nuestra vida está programada por nuestros padres. Somos bastantes dueños de la situación en los primeros meses de vida, cuando somos los que tomamos decisiones sobre cuando comemos, cuando dormimos y cuando jugamos, pero en cuanto sabemos caminar y andar, ya no volvemos a ser dueños de nuestro destino hasta muchísimos años después.
La infancia, adolescencia y primera juventud se caracterizan por ser etapas en las que los padres deciden sobre nuestro futuro: nos lo dan todo pensando y programado.
Ellos van haciendo la hoja de ruta según nuestras características personales, nosotros mostramos predilección por determinadas actividades, amigos, comidas o asignaturas, pero son pequeñas decisiones sin mucha trascendencia.
Los padres son los encargados de marcar el camino, y nosotros nos dedicamos a vivir, protestar y en definitiva, levantarnos con la certeza de saber qué es lo que tenemos que hacer: cuales son los objetivos a corto plazo.
El primer momento de pánico, en la que se nos pide una decisión personal es a finales de la ESO en la que tenemos que decidir si queremos seguir en dirección a una carrera universitaria o hacer un módulo. Primera ramificación del camino: 2 alternativas.
Es un momento demasiado prematuro en la vida de los chicos, una etapa en la que el reforzamiento a corto plazo es aún más importante que el reforzamiento a largo plazo y esta decisión se toma muchas veces en base a la ley del mínimo esfuerzo.
Porque es complicado que a estas edades su motivación hacia una profesión que requiere más esfuerzo personal sea superior a algo más rápido y que supone acceder al mundo laboral (y un sueldo) en un menor plazo de tiempo.
La toma de esta decisión todavía no es plenamente madura, y los padres, en aquellos casos que sus hijos muestren un potencial un poco diluido por las hormonas, tienen que hacer un esfuerzo extra para hacerles ver los pros y contras de cada alternativa en un futuro.
Aún así los adolescentes siguen ciñéndose a la hoja de ruta, no se sienten demasiado responsables de sus decisiones y en absoluto son capaces de evaluar las repercusiones a largo plazo de la alternativa que hayan elegido, y seguimos por el cómodo mundo de que otros carguen con nuestras decisiones, seguimos apoyados en la farola que suponen los padres.
El gran momento es cuando se acaba el plano, cuando nuestros padres ya no pueden ni deben tomar decisiones por nosotros. Llegamos al fin del mapa de la adolescencia y nos dejan un folio en blanco.
Cada uno con su punto de partida según los pasos que hayan dado anteriormente. Ya no hay en quien apoyarse, ya no podemos delegar las decisiones, tenemos que tirarnos a nuestras propias piscinas.
Este punto es el que marca el inicio de la toma de decisiones “adultas” y para muchos chicos supone un vértigo absoluto: saber que de sus propias decisiones depende su futuro, sin red.
En este momento es normal que la persona presente crisis de ansiedad, una sensación de vacío, dificultad para tomar decisiones sencillas, irritabilidad, falta de concentración…
Una guía sobre cómo tomar estas decisiones, enseñar a la persona a establecer prioridades, analizar sus puntos fuertes y débiles, marcar objetivos de aproximación, les puede resultar muy útil para afrontar los nuevos retos de la vida desde un locus de control interno (atribución interna de las responsabilidades de nuestros actos. )
AGORAFOBIA: UN EJEMPLO PRÁCTICO
Descripcion de un caso práctico de tratamiento de la Agorafobia realizado con un estudiante universitario
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Ante los problemas de la vida (grandes o pequeños) somos nosotros mismos los que decidimos cómo afrontarlos.
Los problemas no tienen peso específico, no tienen la cualidad de poder definirse por niveles, porcentajes, magnitudes físicas. Se definen por cómo los afrontamos, por una decisión personal de gestión de la dificultad y el dolor.
Obviamente no será lo mismo la rotura de un pie que el incendio de una casa, no tiene la misma repercusión ni movilizará en nosotros tantos recursos para su gestión. PERO (debería decir mejor: PERO) es la forma en que decidimos hacer frente al problema lo que definirá el nivel de sufrimiento.
La resiliencia es un concepto básico en el afrontamiento de problemas: la capacidad para crecerse ante las dificultades. En el extremo opuesto a la persona resiliente estaría la persona débil y victimista.
Los victimistas tienen un componente tóxico y un poco chupóptero de la energía de los otros. Ante las dificultades no se toman ni un tiempo mínimo en intentar afrontar los problemas, buscar soluciones, crecerse.
Su forma de actuar es cómoda y sencilla: "si tengo un problema y se lo transmito a mis allegados como algo insalvable y que me hace sufrir inmensamente, ellos se sentirán responsables de aliviar mi sufrimiento".
El concepto como cómodo es comodísimo, es como pasar el testigo en una carrera de relevos: te paso mi dolor y así me alivio yo.
Las personas que actúan así muestran muy poco amor por las personas que les rodean. Nada produce más impotencia que ver a una persona derrotada y que no hace esfuerzos por mejorar su situación, de la que hay que tirar continuamente como un pesado fardo que llevamos a la espalda.
No existe problema en el mundo que no pase por el tamiz de nuestra propia valoración, de nuestros intentos por afrontarlo. La ayuda de las personas que nos quieren resulta fundamental (el apoyo social es básico en la superación del problema), pero no podemos dejar de diferenciar entre APOYARSE y TIRARSE ENCIMA DE.
Querer a alguien, cuando tienes un problema, pasa por hacer esfuerzos (los que se puedan, grandes o pequeños, exitosos o tan solo intentonas) de salir adelante.
Eso ofrece seguridad a las personas que nos rodean respecto a que estamos intentando afrontar las situaciones, que nos pueden dar la mano para recorrer el camino, pero que no tienen que llevarnos a su espalda.
Cuando tengas alguna dificultad en la vida, por favor, muestra amor a los tuyos. Mírate en un espejo a los ojos, busca la fuerza en tu interior y llega hasta donde puedas, siempre tendrás a los tuyos para acompañarte en los desiertos de la vida, pero no les hundas innecesariamente con el peso emocional de tirar de un carro que no quiere rodar, que quiere que le lleven en volandas.
Nunca digas "NO PUEDO" sin intentarlo, estarás diciendo "ME QUIERO MAS A MI QUE A TI", y todo lo que venga después, piénsalo en tu interior, serán palabras vacías.
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Muchos problemas psicológicos requieren una herramienta específica y de inigualable eficacia: la introspección.
Parece una labor sencilla el análisis de nuestras conductas y emociones, pero esta labor es compleja, porque pararse a realizar un auto-análisis es una labor que a veces nos resulta ardua, otras veces complicada, y en la mayoría de los casos, por un “fallo de procedimiento”, completamente ineficaz.
Mediante el journaling, dedicamos un breve espacio de tiempo a realizar una labor de introspección que, dependiendo del motivo que en un principio nos lleve a ello, puede darnos la clave de aquellas cosas que fallan en nosotros mismos.
¿Es mucho 15 minutos? ¿Puedes revisar en este momento cuánto tiempo has dedicado en un día a navegar por internet, redes sociales o ver videos de tik-tok?
Ahora tal vez 15 minutos no te parezcan tanto tiempo, igual hasta sabes de dónde sacarlos, y sobretodo: son 15 minutos que mejoran tu estabilidad emocional y te proporcionan esa herramienta que demandas al psicólogo, y que no es una Black&Decker, es tu esfuerzo personal para lograr vencer tu ansiedad, tus miedos, corregir conductas de las que no te sientes orgulloso, vencer tus inseguridades…. en definitiva: llegar a un autoconocimiento que genera autoconfianza.
La técnica del Journaling es tan antigua como el hilo negro. Al final nuestros mayores, que tanto nos enseñan con sus refranes y con algunos trucos simples, tienen esa sabiduría que deberíamos apreciar y simplemente actualizar.
Parece que antiguamente era muy habitual llevar un “diario” en el que la persona escribía sus vivencias y sus emociones. Si reflexionamos un poco, tal vez, esa forma de plasmar sus emociones más íntimas, era la única forma de expresarlos, y tal vez cuando los leían, volvían sobre lo escrito, podían sacar algunas conclusiones sobre ellos mismos (tal vez).
En Terapia el Journaling es un diario que puede tener varias finalidades, según el problema que tenga la persona (ansiedad, estrés, crisis existencial, problemas de control de impulsos, dificultades de relaciones sociales, baja autoestima…..)
La persona puede escribir un diario motivacional, en el que plasma sus deseos en “el ser y el hacer” para ese día. Son propósitos de mejora sobre aspectos personales con los que la persona no se siente cómoda y quiere mejorar.
Otra opción, para aquellas personas que tienen problemas de ansiedad, es un diario de tareas, en el que se especifican y detallan las actividades a llevar a cabo en el día, de forma realista: sacando el tormento de los “tengo que hacer” de la cabeza en los que mezclamos el informe que hay que entregar a las 10 con elegir el destino vacacional para el próximo verano, como un aluvión de tareas que sólo de pensarlo nos dejan sin aliento, y donde se mezcla el corto, el medio y el largo plazo en un ovillo mental que nos aturde y paraliza.
Otra forma de journaling es el Diario de preocupaciones, especialmente dedicado a los que padecen ansiedad generalizada y el día se “les hace bola” antes de poner un pie en la calle.
La división de todas las preocupaciones en las que tienen solución y las que no tienen solución, poniéndolo por escrito, supone una importante diferenciación.
Aquellas cosas que no tienen solución, personalmente las llamo las “hassles”, que vendría a ser (y perdón por la expresión), las putadas de la vida, que no tienen solución y toca aceptar y adaptarse, y luego están las preocupaciones que tienen solución, Una vez discriminadas, nos quedamos con las preocupaciones, y hacemos un trabajo activo de búsqueda de soluciones, es decir, les quitamos el “pre” y pasan a ser ocupaciones.
Otra opción, para aquellos que tienden a ver “la botella medio vacía”, es llevar un Diario de aspectos positivos donde se busquen y subrayen aquellas pequeñas cosas buenas que pasan en cada día, pero que las personas que suelen filtrar los acontecimientos poniendo el foco en lo negativo, no se paran a disfrutar, con lo que su vida parece “un poquito más terrible” de lo que realmente es.
La vida obviamente no es un parque de atracciones, pero si empezamos a valorar cómo juegan 2 perros en el parque, el niño que te dice adiós desde la sillita del coche, la persona que te saluda por la calle con una sonrisa o lo rico que te han sabido las lentejas, si buscamos activamente el color y escribimos sobre ello, nuestra mente buscará de forma activa los aspectos positivos: se reorganizará cambiando esa visión en túnel hacia la desgracia de subsistir en un “valle de lágrimas”.
Por último, y no porque no existan diversidad de usos y formatos, existe la opción de un Diario de autocontrol para aquellas personas especialmente susceptibles, que tienden a interpretar la interacción con otras personas como un ataque o simplemente que no tienen la destreza (por no haberse entrenado) a encender el cerebro antes de abrir la boca.
Estas personas, que normalmente ya están en un proceso terapéutico para reconducir sus pensamientos y sus respuestas emocionales de forma primaria, pueden analizar aquellas ocasiones en que se han sentido irritados en el día anterior, qué lo motivó, cuál fue su reacción, y volver sobre la misma situación para reflexionar sobre si fue la respuesta adecuada, qué factores podría haber tenido en cuenta, qué opciones de reacción hubieran sido más adecuadas, qué consecuencias ha tenido su respuesta (obviamente no es un listado de lo que se ha hecho mal, también hay que analizar las conductas adaptadas para reforzar e incrementar esta respuesta).
Y sí, por último, una conclusión para aquellos que dicen “odio escribir”. ¿Puedes mirar cuántos mensajes de whattsap has escrito en el último día?. No se trata de un cuaderno con una caligrafía perfecta o redactado de forma espectacular, es algo que nos ayuda a conocernos, y como “las palabras se las lleva el viento”, este ejercicio sistemático, puede ayudarnos muchísimo a mejorar nuestro bienestar personal.
ENAMORAD@ DE MI MEJOR AMIG@: LA CONFUSIÓN DE SENTIMIENTOS
Muchos jóvenes tienen una persona especial, su mejor amigo o amiga con la que comparten muchas actividades, confidencias y se aconsejan mutuamente.
El problema aparece cuando se sobrepasa esa fina raya de la amistad y uno de ellos se enamora.
Los motivos por los que aparece el amor tras largo tiempo de amistad pueden ser muy variados, a veces la persona no tiene pareja y cree que el vacío sentimental se ha llenado con esa persona con la que comparte tanto en su vida.
Pero amistad y amor son sentimientos muy distintos, que a veces se confunden dando lugar a sufrimiento y en ocasiones a la pérdida de algo tan valorado y sano como es la amistad.
Cuando una persona sobrepasa esa línea de los sentimientos, empieza a sentir la necesidad constante de formar parte de la vida de la otra persona, está siempre dispuesta a hacer planes en conjunto y se vuelve especialmente complaciente, con la esperanza que con ello se llegue a cambiar los sentimientos de la otra persona.
Pero la química es la química y raras veces de la amistad surge el amor.
Si la persona confiesa sus sentimientos, probablemente su amigo o amiga lo comprenda y respete, pero ya se crea una situación incómoda, ya que la persona objeto del amor no se siente libre para comentar temas de índole personal por miedo a herir a la otra persona, tiene más cuidado con abrir su corazón y en el fondo puede sentir pena de la situación que está pasando su amigo/a.
En estos momentos la persona enamorada no piensa de modo racional, le cuesta aceptar la situación y diferenciar entre cariño y amor, redobla sus esfuerzos por agradar, está siempre dispuesto/a a escuchar las cuitas amorosas de la otra persona (lo que le hace un daño infinito y le baja la autoestima, pero todo sufrimiento lo ve compensado por seguir manteniendo el lazo especial).
La persona empieza secretamente a obsesionarse, vigila las redes sociales en busca de algún atisbo de que la otra persona haya comenzado una relación, y esa obsesión le impide disfrutar de las pequeñas cosas que antes le satisfacían,.
Se distancia de amigos, pasa tiempo solo/sola dándole vueltas a la cabeza, fantaseando sobre situaciones en las que la otra persona de repente se da cuenta de que comparte sus sentimientos y todo funciona según sus deseos.
Pero eso no sucede, y la obsesión es la antesala a la desesperanza, a la depresión y a la constante ansiedad al vivir no la propia vida, sino intentando saber que hace, piensa, siente la otra persona.
Estos casos son bastante más frecuentes de lo que puede parecer, y la única solución posible es que la persona se distancie emocionalmente durante un tiempo, deje de realizar conductas de comprobación que lo único que hacen es alimentar sus obsesiones y se obligue a realizar diferentes tareas que le puedan distraer (en principio les resultará prácticamente imposible, pero a medida que se produce el distanciamiento real aparece el hueco mental para ir llenando de otras cosas).
La amistad sólo puede perdurar si la persona que está sufriendo logra volver a recolocar la situación, poner en orden sus sentimientos y volcar su amor en otras personas que sí le correspondan, porque de perseverar en su actitud, en la mayoría de los casos, aparecerá el resentimiento por una parte y la sensación de acoso por el otro.
Lo que antes era confianza plena ahora serán medias verdades o mentiras piadosas, lo que fue una relación basada en la confianza plena se rompe, y no hay que olvidar que esa era la base de la unión de esas dos personas.
A veces es un proceso muy difícil de superar, especialmente cuando a la persona le cuesta poner ese distanciamiento necesario, que no quiere decir falta de cariño, pérdida de la amistad, tan solo un período para poner en orden las ideas y volver a funcionar en la vida como metas e ilusiones más realistas.
Os dejo una canción que igual os hace reconoceros en ese estado de ánimo
EL INFIERNO INTERNO DE LA SUSCEPTIBILIDAD
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Las mujeres que sufrimos un cáncer de mama somos consideradas unas valientes y unas luchadoras.
Lo de ser valientes no es en nuestro caso una opción, es lucha por la supervivencia, que llevamos con mayor fortuna dependiendo de muchísimos factores: nuestra fuerza interior, nuestra resiliencia, la convicción que poner de nuestra parte va a hacer más fácil el proceso.
La actitud positiva que siempre resta dramatismo a un hecho cruel pero cierto del que no podemos huir.
Sin embargo, en todo el proceso de un cáncer, el papel de las personas allegadas, las que se involucran en el padecimiento de la mujer, es duro y ante todo es OPCIONAL: quien se mantiene al lado de una enferma de cáncer tiene que hacer un sobre esfuerzo tanto en la asunción de tareas como en el área emocional.
Cuando recibes un diagnóstico demoledor, en el que la mujer sabe que emprende un camino lleno de sufrimiento físico, desgaste mental, dolor e incertidumbre, tu mundo personal y social se muestra nítido, sin trampa ni cartón.
Llegan los posicionamientos claros y las personas que se involucran en tu sufrimiento hasta extremos insospechados.
Creo que la persona que lo padece sufre muchísimo esta situación.
La quimio supone el sufrimiento físico y constante, las pruebas la incertidumbre y la ansiedad, los cambios físicos la necesidad de construir una nueva autoestima alejada de los cánones estéticos, y para muchas, los momentos malos la necesidad de pedir ayuda y de mostrarnos enfermas (para las que somos madres es muy complicado y doloroso este rol).
Nuestra familia o amigos no están enfermos, y sin embargo viven la enfermedad, tal vez de una forma más dura: pudiendo huir del sufrimiento y sin embargo eligiendo estar ahi.
Todas esas personas no tienen un cáncer, pero sufren la parte emocional del cáncer de una forma intensa y dolorosa, y para mi son los valientes, porque son los que eligen estar, los que eligen permanecer día y noche al lado del sufrimiento, los que realmente se secan las lágrimas para dar lo mejor de ellos mismos, a los que tan sólo unos pocos de sus amigos (aquellos que han pasado por situaciones similares) podrán ayudar y comprender.
Creo que la sociedad comprender a los enfermos de cáncer, y nos cuidan y nos protegen, pero considero que debemos ampliar urgentemente ese círculo solidario y asistencial, procurando, ofreciendo apoyo desde la misma red hospitalaria, a todos estos valientes silenciosos.
Para mí el sufrimiento opcional es el mayor de los sacrificios, y para mi, ellos son los héroes de esta triste historia, y los que nos dan fuerza para seguir adelante.
AFRONTAMIENTO DE LA VUELTA AL TRABAJO: "EL DRAMA DE SEPTIEMBRE"
Lo nuestro es quejarnos, lo tengo comprobado.
Ayer estaba cenando con mi hijo en una terraza y asistía a una de las situaciones cotidianas de todos los veranos: “las cenas de reencuentro”.
Aquí los besos son más largos, las palmadas en la espalda más fuertes y el buen rollito se palpa. Obviamente a la gente le gusta reencontrarse con los amigos.
La tipología del reencuentro está en el veraneante de playa nacional (moreno a tope, aunque haya ido cuatro días a la playa), tostado y pelo descuidado (vacaciones exóticas, probablemente en Bali, Vietnam, etc, que es como haber ido a Eurodisney hace 20 años: un imprescindible.
Y el que pone cara de sufrimiento porque ha pasado el verano trabajando, ése es nuestro ídolo: el listo.
Al que todavía le queda disfrutar, más barato, siendo el centro único de las envidias “cuando lo cuente” y que se ha pasado un veranito sin tener que esperar ni cinco minutos para que le den mesa en el restaurante.
Cada vez se toman menos días de vacaciones, pocos son los que disfrutan del mes completo (bueno, y los maestros, que no son envidiables en absoluto, porque un mes de vacaciones y volver a un trabajo “civilizado” no es lo mismo que ponerte el traje de domador y conseguir poner un poco de orden en unos niños), que como niños que son, han olvidado la rutina completamente.
Les dan una semana de trabajo sin niños: un equipo psicológico full time les daba yo, las cosas como son.
La gente se va 15 días de vacaciones y yo escucho con auténtico estupor su drama de la vuelta al trabajo. ¿en serio? Yo lo que no entiendo es cómo aguantan trabajando todo el año.
De repente se han alterado sus ritmos circadianos, se quejan de la cantidad de trabajo, de volver tarde a casa, de las rutinas, los atascos que se chuparán…como si fuera algo mucho más espantoso de lo que fue en el pasado, y sin embargo, en las charlas de fines de semana durante el invierno la gente está tan normal, sin estos dramas extremos.
Volver a las cosas que no nos gustan: madrugones, imposiciones, problemas, prisas, estrés, es sin duda alguna un fastidio, pero fastidio no es drama.
Claro que es mejor la terracita, el chapuzón y el helado sin prisas, pero es justamente el valor de ese tiempo lo que da sentido a la vida como tal: la alternancia entre el esfuerzo y el reposo.
Lo que nos decimos a nosotros mismos dirige nuestra actitud: si vamos como corderos degollados, totalmente atentos “a lo malo” de volver, la vuelta al trabajo se volverá insoportable.
Los hay que realmente lo sufren como un drama porque es un drama. Pero el drama lo tienen también en invierno.
Tal vez una búsqueda activa de nuevo trabajo, un replanteamiento de las condiciones laborales, nuevas actividades en invierno que rompan la rutina y hagan más llevadero el día a día, sean necesarias para estas personas.
Por lo tanto, sí: quejémonos, el único deporte que todos practicamos fantásticamente, pero también seamos realistas respecto a que un exceso de angustia ante la vuelta al trabajo está indicando problemas que dejamos sin resolver antes de irnos.
Trabajadores quemados, falta de motivación, problemas de relaciones con compañeros, una actitud poco proactiva… un asco absoluto hacia lo que estamos desarrollando.
Todo cabe, pero si la vuelta al trabajo es un auténtico drama, del de dormir mal tres días antes, piensa que no es por lo bien que lo pasaste en vacaciones, que utilizaste la desconexión para aparcar el problema, y el problema está ahí, acogiéndote amoroso para seguir dándote un año de calvario porque algo no estás haciendo bien.
A todos los que habéis disfrutado de las vacaciones: por favor: no enseñeis más de diez fotos, no contéis más de diez anécdotas.
Las vacaciones se están convirtiendo en el momento post-boda del amigo que te invitaba a ver el video de la boda y tu le preguntabas a tu pareja si habría bebidas fuertes o ya salías de casa con cuatro tequilas para anestesiar el momento.
Haced de este inicio una oportunidad de disfrutar del trabajo, y si esto no es posible (hay trabajos indisfrutables), montaros el plan B de vivir cuando se sale de hacer eso que buenamente te toca hacer para llenar la nevera.
No vivas la vuelta como un drama. Ya queda un día menos para las próximas aventuras: habrá que trabajar para ir ahorrando y poder igualar o superar lo de este año.