Muchos jóvenes tienen una persona especial, su mejor amigo o amiga con la que comparten muchas actividades, confidencias y se aconsejan mutuamente.
El problema aparece cuando se sobrepasa esa fina raya de la amistad y uno de ellos se enamora.
Los motivos por los que aparece el amor tras largo tiempo de amistad pueden ser muy variados, a veces la persona no tiene pareja y cree que el vacío sentimental se ha llenado con esa persona con la que comparte tanto en su vida.
Pero amistad y amor son sentimientos muy distintos, que a veces se confunden dando lugar a sufrimiento y en ocasiones a la pérdida de algo tan valorado y sano como es la amistad.
Cuando una persona sobrepasa esa línea de los sentimientos, empieza a sentir la necesidad constante de formar parte de la vida de la otra persona, está siempre dispuesta a hacer planes en conjunto y se vuelve especialmente complaciente, con la esperanza que con ello se llegue a cambiar los sentimientos de la otra persona.
Pero la química es la química y raras veces de la amistad surge el amor.
Si la persona confiesa sus sentimientos, probablemente su amigo o amiga lo comprenda y respete, pero ya se crea una situación incómoda, ya que la persona objeto del amor no se siente libre para comentar temas de índole personal por miedo a herir a la otra persona, tiene más cuidado con abrir su corazón y en el fondo puede sentir pena de la situación que está pasando su amigo/a.
En estos momentos la persona enamorada no piensa de modo racional, le cuesta aceptar la situación y diferenciar entre cariño y amor, redobla sus esfuerzos por agradar, está siempre dispuesto/a a escuchar las cuitas amorosas de la otra persona (lo que le hace un daño infinito y le baja la autoestima, pero todo sufrimiento lo ve compensado por seguir manteniendo el lazo especial).
La persona empieza secretamente a obsesionarse, vigila las redes sociales en busca de algún atisbo de que la otra persona haya comenzado una relación, y esa obsesión le impide disfrutar de las pequeñas cosas que antes le satisfacían,.
Se distancia de amigos, pasa tiempo solo/sola dándole vueltas a la cabeza, fantaseando sobre situaciones en las que la otra persona de repente se da cuenta de que comparte sus sentimientos y todo funciona según sus deseos.
Pero eso no sucede, y la obsesión es la antesala a la desesperanza, a la depresión y a la constante ansiedad al vivir no la propia vida, sino intentando saber que hace, piensa, siente la otra persona.
Estos casos son bastante más frecuentes de lo que puede parecer, y la única solución posible es que la persona se distancie emocionalmente durante un tiempo, deje de realizar conductas de comprobación que lo único que hacen es alimentar sus obsesiones y se obligue a realizar diferentes tareas que le puedan distraer (en principio les resultará prácticamente imposible, pero a medida que se produce el distanciamiento real aparece el hueco mental para ir llenando de otras cosas).
La amistad sólo puede perdurar si la persona que está sufriendo logra volver a recolocar la situación, poner en orden sus sentimientos y volcar su amor en otras personas que sí le correspondan, porque de perseverar en su actitud, en la mayoría de los casos, aparecerá el resentimiento por una parte y la sensación de acoso por el otro.
Lo que antes era confianza plena ahora serán medias verdades o mentiras piadosas, lo que fue una relación basada en la confianza plena se rompe, y no hay que olvidar que esa era la base de la unión de esas dos personas.
A veces es un proceso muy difícil de superar, especialmente cuando a la persona le cuesta poner ese distanciamiento necesario, que no quiere decir falta de cariño, pérdida de la amistad, tan solo un período para poner en orden las ideas y volver a funcionar en la vida como metas e ilusiones más realistas.
Os dejo una canción que igual os hace reconoceros en ese estado de ánimo