Terapia Psicológica para personas con un trastorno de personalidad
Leer másENAMORAD@ DE MI MEJOR AMIG@: LA CONFUSIÓN DE SENTIMIENTOS
Muchos jóvenes tienen una persona especial, su mejor amigo o amiga con la que comparten muchas actividades, confidencias y se aconsejan mutuamente.
El problema aparece cuando se sobrepasa esa fina raya de la amistad y uno de ellos se enamora.
Los motivos por los que aparece el amor tras largo tiempo de amistad pueden ser muy variados, a veces la persona no tiene pareja y cree que el vacío sentimental se ha llenado con esa persona con la que comparte tanto en su vida.
Pero amistad y amor son sentimientos muy distintos, que a veces se confunden dando lugar a sufrimiento y en ocasiones a la pérdida de algo tan valorado y sano como es la amistad.
Cuando una persona sobrepasa esa línea de los sentimientos, empieza a sentir la necesidad constante de formar parte de la vida de la otra persona, está siempre dispuesta a hacer planes en conjunto y se vuelve especialmente complaciente, con la esperanza que con ello se llegue a cambiar los sentimientos de la otra persona.
Pero la química es la química y raras veces de la amistad surge el amor.
Si la persona confiesa sus sentimientos, probablemente su amigo o amiga lo comprenda y respete, pero ya se crea una situación incómoda, ya que la persona objeto del amor no se siente libre para comentar temas de índole personal por miedo a herir a la otra persona, tiene más cuidado con abrir su corazón y en el fondo puede sentir pena de la situación que está pasando su amigo/a.
En estos momentos la persona enamorada no piensa de modo racional, le cuesta aceptar la situación y diferenciar entre cariño y amor, redobla sus esfuerzos por agradar, está siempre dispuesto/a a escuchar las cuitas amorosas de la otra persona (lo que le hace un daño infinito y le baja la autoestima, pero todo sufrimiento lo ve compensado por seguir manteniendo el lazo especial).
La persona empieza secretamente a obsesionarse, vigila las redes sociales en busca de algún atisbo de que la otra persona haya comenzado una relación, y esa obsesión le impide disfrutar de las pequeñas cosas que antes le satisfacían,.
Se distancia de amigos, pasa tiempo solo/sola dándole vueltas a la cabeza, fantaseando sobre situaciones en las que la otra persona de repente se da cuenta de que comparte sus sentimientos y todo funciona según sus deseos.
Pero eso no sucede, y la obsesión es la antesala a la desesperanza, a la depresión y a la constante ansiedad al vivir no la propia vida, sino intentando saber que hace, piensa, siente la otra persona.
Estos casos son bastante más frecuentes de lo que puede parecer, y la única solución posible es que la persona se distancie emocionalmente durante un tiempo, deje de realizar conductas de comprobación que lo único que hacen es alimentar sus obsesiones y se obligue a realizar diferentes tareas que le puedan distraer (en principio les resultará prácticamente imposible, pero a medida que se produce el distanciamiento real aparece el hueco mental para ir llenando de otras cosas).
La amistad sólo puede perdurar si la persona que está sufriendo logra volver a recolocar la situación, poner en orden sus sentimientos y volcar su amor en otras personas que sí le correspondan, porque de perseverar en su actitud, en la mayoría de los casos, aparecerá el resentimiento por una parte y la sensación de acoso por el otro.
Lo que antes era confianza plena ahora serán medias verdades o mentiras piadosas, lo que fue una relación basada en la confianza plena se rompe, y no hay que olvidar que esa era la base de la unión de esas dos personas.
A veces es un proceso muy difícil de superar, especialmente cuando a la persona le cuesta poner ese distanciamiento necesario, que no quiere decir falta de cariño, pérdida de la amistad, tan solo un período para poner en orden las ideas y volver a funcionar en la vida como metas e ilusiones más realistas.
Os dejo una canción que igual os hace reconoceros en ese estado de ánimo
BUSCAMOS LA FELICIDAD, PERO ¿QUÉ ES LA FELICIDAD?
Ser Feliz no es “estar bien”, es un pasito más, pero sin duda necesario. Estamos bien cuando no tenemos grandes problemas, y los que tenemos los podemos manejar sin que nos superen, tenemos a nuestro alrededor gente que nos aporta energía positiva y realizamos actividades que nos gustan.
Leer másLA PERSONA NARCISISTA: UNA DIFÍCIL CONVIVENCIA
El trastorno de personalidad narcisista queda recogido en el DSM 5 con los siguientes criterios:
Criterios diagnósticos 301.81 (F60.81)
Patrón dominante de grandeza (en la fantasía o en el comportamiento), necesidad de admiración y falta de empatía, que comienza en las primeras etapas de la vida adulta y se presenta en diversos contextos, y que se manifiesta por cinco (o más) de los siguientes hechos:
1. Tiene sentimientos de grandeza y prepotencia (p. ej., exagera sus logros y talentos, espera ser reconocido como superior sin contar con los correspondientes éxitos).
2. Está absorto en fantasías de éxito, poder, brillantez, belleza o amor ideal ilimitado.
3. Cree que es "especial" y único, y que sólo pueden comprenderle o sólo puede relacionarse con otras personas (o instituciones) especiales o de alto estatus.
4. Tiene una necesidad excesiva de admiración.
5. Muestra un sentimiento de privilegio (es decir, expectativas no razonables de tratamiento especialmente favorable o de cumplimiento automático de sus expectativas).
6. Explota las relaciones interpersonales (es decir, se aprovecha de los demás para sus propios fines).
7. Carece de empatía: no está dispuesto a reconocer o a identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás.
8. Con frecuencia envidia a los demás o cree que éstos sienten envidia de él.
9. Muestra comportamientos o actitudes arrogantes, de superioridad.
Estas características que describe el Manual Diagnóstico de los Trastornos Mentales, hace especial hincapie en la lucha de la persona por ser admirado, patrón tendente a la grandiosidad (bastante evidente en la forma de hablar y el lenguaje corporal) y una falta de empatía, en parte debido a sentirse especiales y superiores al resto de las personas.
Suelen ser personas arrogantes, que sobrevaloran sus logros o simplemente consideran que “ellos siempre lo hacen bien, siempre tienen razón”, llegando en el ambiente laboral a crear situaciones tóxicas, dada su tendencia a la falta de compañerismo y la atribución de todos los logros a su persona, y todos los errores a sus compañeros, o menospreciando o criticando abiertamente sus logros.
No soportan que les hagan sombra, que no se les admire y reconozca.
Todo su anhelo es sobresalir, y para ello realizan actividades encaminadas a superar al resto de las personas, quedar en un plano en el que sean admirados y reconocidos como “superiores”.
En realidad tras una personalidad narcisista se encuentra una persona atormentada por su baja autoestima. Esa necesidad de sobresalir constatemente, les hace vivir una vida con esfuerzos permanentes por llegar a la cima de cualquier cosa, de salirse de la media, de resaltar.
No se aceptan tal como son, no disfrutan de si mismos con esa extraña necesidad de sentir la admiración de los demás.
Ciertamente, una persona que tiene oculta una baja autoestima puede utilizar esa supuesta arrogancia con la pretensión de que las personas le vean como quiere ser, y no como realmente se siente o es.
La falta de empatía que demuestra hacia los demás le hace encontrar dificultades en hacer amistades, es muy cansado pasar un rato agradable con alguien que intenta sobresalir y sólo está interesado en él mismo.
Durante un tiempo puede fingir un interés por los demás, pero es algo muy instrumental: una forma de “copiar” cosas que admira o para conseguir ser aceptado en grupos, de los que pronto se verá rechazado por sus características de interrelación.
Normalmente buscan posiciones sociales elevadas: critican abiertamente lo que socialmente no está a su alcance, pero lo envidian y anhelan. Normalmente la crítica es desmedida hacia todo aquello que les produce envidia (y un narcisista puede envidiar toda aquella cualidad que desea para aumentar su grandiosidad)
Las relaciones de pareja suelen ser dificultosas y poco gratificantes. Pueden enamorarse y mantener una relación de pareja siempre que la persona con la que esté le admire o sea una persona que le ayuda a destacar y brillar.
Dada su escasa empatía, probablemente le cueste sentir un afecto profundo que no sea el derivado de sentirse amado y admirado. Si esto no ocurre o la persona que comparte su vida le contradice en sus ansias de grandiosidad, habrá problemas.
TRATAMIENTO PSICOLÓGICO
Es muy complicado tratar a una persona con este patrón de personalidad, ya que rechazan de plano las críticas (pudiendo adoptar una actitud de rechazo).
Es difícil que acepten que puedan estar equivocados o simplemente que acepten que hay personas en su entorno con tantas cualidades como las que ellos mismos se atribuyen.
Es conveniente para su tratamiento, realizar las sesiones grabadas. El lenguaje corporal que desarrollan suele ser aversivo para otras personas (grandilocuencia) y es más fácil mediante el visionado que puedan aceptar la diferencia que hay respecto a tono y gesticulación (o incluso la mirada) para que puedan ver los errores.
Una práctica que resulta interesante con ellos es grabarles hablando de un tema concreto durante un periodo de 5 minutos, y grabar a personas de edad y físico similares haciendo el mismo ejercicio, para luego preguntar a otras personas qué les suscita cada uno de ellos.
Puede ser que no sepan identificar claramente la personalidad narcisista, pero probablemente les reconocerán por sus rasgos.
El tratamiento a seguir con estas personas se basa en la experiencia que van teniendo en la interacción con otras personas y las dificultades encontradas, para luego pasar de la primera atribución de la responsabilidad a “otros” a intentar buscar los propios fallos y buscar formas nuevas de relación.
El control de gestos, posturas, tono de voz, etc, también es muy importante, ya que esa primera tarjeta de visita en estas personas puede resultar aversiva.
Fuente: MANUAL DIAGNÓSTICO Y ESTADÍSTICO DE LOS TRASTORNOS MENTALES 5ta. EDICIÓN DSM-5®
COMUNICACIÓN EN LA PAREJA: "LOS LECTORES DE MENTES"
Los lectores de mente hacen interpretaciones libres de la conducta de su pareja, y actúa según la convicción de que aciertan con su pensamiento.
Entonces se montan la película, de la película sale la bronca, porque el supuesto pensador/a puede protestar diciendo que eso no es lo que piensa, que no es cierto, y la otra persona dirá: “mientes”, nada, que uno no es dueño de sus pensamientos.
Leer másPROPÓSITOS DE CADA AÑO: UN MAL PLANTEAMIENTO CONDUCE AL FRACASO
Lo de los propósitos de Año Nuevo son como los coleccionables de Septiembre, que no pasas del tercer fascículo.
Tenemos los clásicos: apuntarme al gimnasio, comer sano, dejar de fumar, dedicar más tiempo a la familia, adelgazar tropecientos kilos, cuidarme, llamar más a la familia, ahorrar, estudiar todos los días, romper esa relación que nos aprieta el zapato….el resultado: fracaso.
El resultado del fracaso: cada vez somos menos constantes, porque la experiencia nos dice que no lo vamos a conseguir así que a la mínima oportunidad, volvemos a la rutina.
¿Qué es lo que falla para que no cumplamos nuestros propósitos?
En primer lugar nos puede la impulsividad (las uvas, que deben tener superpoderes de optimismo), y nos proponemos metas que tal vez sean demasiado grandes para emprender sin una planificación
En segundo lugar solemos trabajar en modo “reforzamiento a corto plazo”, es decir, buscamos resultados inmediatos de nuestros sacrificios, en vez de optar por el “reforzamiento a largo plazo”: mucho tiempo de sacrificio para alcanzar una meta real.
Si no cambiamos el chip en este punto, vamos fatal. Os pongo el ejemplo que yo sigo en muchos momentos: hay veces que me dedico a estudiar, organizar o intentar mejorar cosas del despacho, yo qué sé, cosas que me llevan tiempo en el que hay menos trabajo.
Podría dedicarme a descansar, pero lo que hago es “abonar el campo”. Trabajo duro preparando la tierra, una tierra marrón, así como sosa, sin nada visible, y sigo arando y abonando.
Os juro que la tierra si la miro cada día sigue igual de pavorosamente marrón, pero…. pasa el tiempo, y… aparecen los brotes verdes, aparece el fruto del trabajo (esta metáfora es real con el trabajo, con las plantas del mismo proceso no consigo que sobreviva ni una triste hortensia).
Cuando nos planteamos esos planes que, vamos, sin duda, nos van a cambiar la vida, vamos a ser los más guapos, sanos, organizados y felices del barrio, se nos olvida que no todo es cuestión de dinero: apuntarte al gym no adelgaza, de verdad.
Ir al dietista está muy bien para que te enseñe a comer mejor, pero si no mueves el trasero, sólo te gastarás el dinero en sus consejos y algo que te de para movilizar grasas o para reducir líquidos o vete a saber tu.
Ahorrar no es comprarte una hucha de cerdito y el primer viernes introducir el dinero que te costaba la cena a domicilio, básicamente porque es todo lo que va a tener el cerdito de “sólido” en su interior, luego terminará por ser utilizado para meter las monedas de 5 o 10 céntimos.
Y así podríamos seguir eternamente con la lista de “Si hay que hacer la lista de objetivos del año se hace, pero hacer por hacer, es tontería?
¿Cómo podemos ser más efectivos con nuestros objetivos?
Analizando la MOTIVACIÓN REAL: ¿es algo que nos gustaría o es algo que llevamos pensando tiempo y que los motivos para emprenderlo son poderosos?
Haz una lista con tus objetivos (como matar moscas con cañonazos no es muy efectivo, yo te aconsejo un objetivo único y que centres toda la artillería).
En el objetivo tienes que poner las ventajas de emprenderlo, y objetivamente, los sacrificios que vas a tener que realizarlos (aquí no te dejes llevar por el optimismo patrio, sé minucioso).
Describe el propósito de forma precisa: no es lo mismo “adelgazar” que “adelgazar 3 kilos”, “ir al gym” que “ir al gym lunes, miercoles y viernes a las 8”.
Subdivide el plan en metas sucesivas, hazlo de forma gráfica para que puedas ir viendo tus progresos.
Una caída no es una recaída. Si una semana no cumples tu objetivo, recupera fuelle y continúa. No somos máquinas, somos humanos (y el dulce tira mucho, las cosas como son).
Un paso, el primer paso, te aleja de aquello que quieres eliminar y te acerca a lo que quieres conseguir. Tal vez necesites 10.000 pasos, tal vez los 10 primeros te cuesten como si llevaras botas de cemento, pero según veas más lejos el comienzo, el camino se llevará más llevadero.
Y: fundamental: no emprendas bajo ningún concepto un objetivo sin total convicción, porque con ello fomentas en ti un sentimiento de fracaso, de debilidad, que no es real, es que claro, si te pones objetivos imposibles o que realmente no te apetecen, lo raro sería que lo cumplieras
Así, que, adelante: Enero no es para emprender los objetivos del año. Enero es para planificarlos.
Mucha suerte y recuerda: si te caes te levantas, te sacudes el polvo y sigues el camino hacia tu meta!
UNA REFLEXIÓN DE CÓMO HABLAMOS: LA HISTORIA DEL "AIRÍN DE LAS NUECES"
Esta mañana tomaba café en la terraza de siempre, donde el dueño Juan, un hombre de pocas palabras, según me ve llegar me pone un café, saca unas galletas para los perros y se pone a hablarles muy serenamente mientras se las reparte.
Ni que decir tiene que Juan, al que jamás vi acariciar a mis perros, es el mejor amigo que tienen, y no es por las galletas, antes de que se las diera, siempre querían sentarse en esa terraza.
Bueno esto es una pequeña introducción que sólo sirve para poneros en contexto: estoy en mi pueblín asturiano y la paz, los paseos, la calma me han hecho que la inspiración, y la reflexión se hagan más acentuados.
Ya es Septiembre y aunque hace un tiempo espectacular, por las mañanas corre un viento fresco. Así lo diría yo y muchos de vosotros.
Pues bien, en esa terraza había un grupo de amigos desayunando y se pusieron a hablar del tiempo y una mujer dijo: “yo ya saqué una rebequina, porque se nota el airín de las nueces”.
Y me di cuenta de dos cosas en particular, por una parte la conexión en los pueblos que hay entre la naturaleza y su propia vida, como las estaciones, la vegetación, los animales, forman parte de su vida, marcan su tempo (a las mareas vivas les llaman las mareonas, por ejemplo)
Todo fenómeno de la naturaleza tiene su nombre y su conexión con su día a día, ése que hemos perdido en la ciudad y que a veces nos hace desconectar del entorno, vivir absortos en cuestiones importantes, sin duda, pero que no alimentan nuestro espíritu.
Viento es viento y necesita chaqueta, no es el tiempo en que las nueces están a punto, los avellanos han dado sus frutos, ya se ve como será la temporada de castañas y los manzanos empiezan a teñirse de rojo y de verde.
Las cosechas ya casi ni importan, porque los invernaderos han hecho desaparecer los productos de temporada. La playa sirve para ponerte como un tizón, síntoma de que te lo has pasado fenomenal y de que has veraneado (lo del cáncer de piel es para algunos completamente secundario).
Muchos han ido a la playa y no han dedicado ni cinco minutos a mirar las olas, el horizonte, respirar, integrarse con el entorno, el objetivo es tirarse en una toalla y vuelta y vuelta hasta estar segura que te alabarán el moreno (y por supuesto, subir historias al instagram con la paella de marras).
Eso para mi no es veranear, respeto a todo aquel que tenga tiempo para eso o disfrute de ello, pero lo que realmente me apasiona es todo el que utiliza su tiempo de veraneo para empaparse de todo aquello que no puede tener a diario (y si es sin selfies, mejor).
Que enseñan a sus hijos a tirar cantos rodados al río, que les explican geografía desde un mirador, que les enseñan cómo se llaman los árboles, qué frutos dan, cómo curarte de la picadura de una ortiga, que se tumban a buscar figuras en las nubes, que leen, respiran, pasean, descubren, guardan el teléfono en silencio, al fondo de la mochila y se dedican a vivir.
Esta era la primera parte de la reflexión, la referida a que dejemos de ir por la vida como cohetes teledirigidos y nos demos tiempo para disfrutar de lo pequeño, de lo ínfimo, de lo cotidiano. A veces la simple sonrisa de un niño, ya te valió el día.
La otra parte de mi reflexión se refiere a cómo hablamos a los demás y cómo nos hablamos a nosotros mismos. Somos hoscos, cortantes, no somos demasiado cariñosos ni cercanos, aparte de estar perdiendo la capacidad del diálogo con tanto mensajito por teléfono.
En Asturias tienen una forma muy dulce y particular de hablar, algo cálido que te predisponer a la sonrisa, a la empatía. La comida no es un filete con patatas, en un filetín con papatinas, que no sé a mi me da que se ha hecho con amor, (y más cuando no te acabas la comida y te sale la cocinera de la cocina para preguntarte si no te gustó o que comas más, que estás muy delgadina).
No hay viento, hay airín, culines de sidra, perrines, no hay gente, hay paisanos… todo es más cálido, más próximo. Y se habla así a los demás y a uno mismo.
Si ahora recapacitamos sobre cómo hablamos a los demás y cómo nos hablamos a nosotros mismos podemos ver cierta dureza en ocasiones, las prisas, la falta de solidez en las relaciones que forjamos más allá de nuestro núcleo de amigos pueden ser las causas.
Pero también nos hablamos a nosotros así, el asco de pelo, soy lo peor, vaya careto traigo, seré inútil… nos encanta fustigarnos, como si fuéramos menos de lo que deberíamos ser, sin darnos cuenta que somos lo que somos, y nosotros, queriéndonos a nosotros mismos, tendremos muchas más probabilidades de ser felices y hacer llegar a los demás esa felicidad.
Seamos cálidos en nuestras relaciones, seamos amables con nosotros mismos. Utilicemos el lenguaje para que nuestro estado de ánimo mejore (lo que nos decimos tiene una relación directa con nuestro estado de ánimo).
Os animo a probar estas dos cosas durante una semana:
Mirar a vuestro alrededor, a los árboles, a los niños, a los perros, a los ancianos paseando tranquilos por el barrio, a los amigos riéndose y compartiendo anécdotas, empaparos de lo bueno del entorno
Observad, y si podéis, salid fuera, a la sierra, al campo, al parque, a respirar, ver, disfrutar, sin prisa, dejando la mente con el teléfono en silencio, sólo dejando que vuestros sentidos cobren protagonismo
Revisad cómo habláis y como os habláis, el cariño de las palabras es un boomerang, das y recibes de la misma manera.
Yo seguiré por aquí, trabajando e intentando haceros pensar, otras contando cosas sobre trastornos, otras simplemente intentando que paséis un buen rato.
Necesitaba mi paz, mi casina, mis praos para poder volver a escribir, porque yo misma había dejado de sentir, pero todo vuelve, afortunadamente, y cuando la ilusión vuelve, la sientes de una forma renovada.
Feliz Día de la Santina.
PSICOCONCOLOGÍA: SOY PSICÓLOGA Y TUVE CÁNCER.
Tal vez esta confesión suene demasiado intimista o para algunos agresiva. Estoy segura que para aquellos que han padecido o padecen un proceso oncológico, comprenderán perfectamente que no hay que poner siete lacitos monos a una frase que lo que busca es dejarnos de tonterías e ir directo al problema.
Hace muchos años ya que soy psicóloga, y algunos de los trastornos que trato como ansiedad, depresión, obsesiones, miedo los he vivido con esta enfermedad (y no: no los gestiono mejor por ser psicóloga, que cuando viene una cosa así no te aplicas casi nada).
A veces me aplico las cosas que sé, otras las mando a hacer puñetas y caigo un poquito en barrena hasta que reflexiono: una persona normal.
El hecho de conocer la teoría las “herramientas” (odio esta palabra con avaricia), yo le llamo sugerencias, abrir la mente, dar opciones, enseñar técnicas, etc, supone en muchos casos un mucho de estudio, un más de reflexión intentando dar vida a los “sujetos” de los que nos hablan los libros y un todo de la experiencia diaria.
En algunos casos, esa experiencia es vicaria, es a través de lo que otros pacientes han padecido y te enseñan algunas características que no están en los libros.
Pero hoy hablamos de cáncer. Al final os pongo un poema, es sobre amor, y el cáncer también es amor, o más bien, de una época en la que temes perder todo el amor, simplemente desaparecer.
He tardado tres años en poder escribir sobre esto, a pesar de tener completamente normalizada mi situación, pero sentirme preparada para decir: ven, yo te entiendo, yo puedo anticipar tus miedos y enfados, tus negaciones, las tiradas de toalla, la debilidad, la apatía, la culpabilidad, eso…. se tarda un poco en digerir.
La vida me trajo este “regalito” en la forma que a mi me vienen las cosas, un poco a lo bestia, in extremis.
Si hay que tener un tumor que sea bien grande, el suspense hasta el final! y el spoiler está servido, aquí estoy, escribiendo y dispuesta a poner mi parte técnica de psicóloga y mi parte humana de sobreviviente de cáncer para ayudar a otros.
Mi objetivo no es sólo tratar a personas que padecen un cáncer. En este punto hay que trabajar las emociones: la negación, la rabia, la frustración, el miedo, la incertidumbre, el desconsuelo, la desesperanza, la pérdida (esperemos que momentánea) de todo aquello que nos hacía ser personas felices, autónomas…sanas.
Hay que trabajar los miedos antes de las pruebas, la espera de resultados, los miedos en las revisiones, el querer parar, el querer dejar el tratamiento por agotamiento…
También aparece el sentimiento de culpa, que yo no acepto ni en los fumadores con cáncer de pulmón: desde el minuto que hay un fumador sin cáncer, la culpa no es de la persona, que ha podido tener más papeletas, pero las células malignas anidan hasta en el pulmón más sano.
Hay que trabajar emociones, conductas, ayudar en los miedos, atender el pánico, saber que un enfermo oncológico no tiene una hora de visita semanal, tiene un terapeuta a su lado, hombro con hombro, y si es a las tres de la mañana cuando entra el terror, pues a las tres de la mañana. El pánico no tiene horarios.
He visto tanto, y he experimentado tanto, que se abrió un mundo delante. Igual pensáis que un mundo horrible, a nivel personal. No tanto, conseguí un manejo de la situación bastante óptimo (risoterapia, desdramatizar, mucha respiración abdominal, muchas autoinstrucciones positivas).
Para el resto de los días, todo el trabajo personal fundamentado en la Psicología, en el manejo de emociones y conductas me ayudaron en este proceso.
El enfermo oncológico necesita ayuda, personas o un terapeuta que se anticipe a los problemas (como el manejo de efectos secundarios, y poder hablar en un espacio seguro de sus miedos.
Un espacio seguro no es tan fácil de conseguir: en mi caso no fue mi familia, en concreto mis hijos, porque me sentía culpable de “lo que les estaba haciendo”.
Mis miedos los dejaba para mi mejor amiga, psicóloga también, pero que llegó a contagiarse emocionalmente de tal forma que años después me confesó que durante mi cáncer de pecho a ella le dolía el pecho izquierdo constantemente.
Aprendí de ellos, de mis “compañeros” de quimio, de mis “compañeros” de radio, de mis “compañeras” de gimnasia oncológica. Algunos ya no están, pero me dejaron sus lecciones.
A mi desde el diagnóstico, que era una bola negra king size, hasta el comienzo del tratamiento, me supuso un shock de 4 días en los que me aislé (y mejor, porque sólo decía tonterías sin sentido).
Necesité ese tiempo para recolocarme, me hice un duelo express, y pasé a la aceptación y compromiso (técnicas psicológicas), y me di cuenta que en un proceso oncológico te puedes repasar todas las emociones y conductas alteradas, y que para cada una hay una forma de abordarlas y minimizarlas.
Pero no sólo hay que tratar al paciente oncológico: los seres más allegados, los soldados de infantería, necesitan ayuda.
Sufren, también se sienten culpables, soportan nuestras bajadas a los infiernos, se preocupan cuando estamos especialmente débiles, cuando nos dan un mal resultado, cuando nos negamos a seguir el tratamiento, cuando decidimos que queremos morirnos porque no podemos más, lo malos humores, las exigencia.
Algunos resultan muy heridos por esta situación: ellos TIENEN que ser valientes porque no tienen un cáncer. Pero, ¿cómo ser valiente si tu ser querido está herido de muerte?
Aparece la depresión, la ansiedad (ésta la ponemos en mayúscula), el aislamiento social, algunos rencores por aquellos que “no estuvieron a la altura”, y especialmente, el cansancio de poner buena cara con la que está cayendo.
Os cuento todo esto para deciros: Tres años después de mi remisión del cáncer, me siento preparada para hacer un hueco preferencial a estos pacientes, que necesitan tanto y que sólo estando absolutamente preparada puedo afrontar con mi experiencia como terapeuta y como paciente.
Os dejo el poema prometido, os avisé: habla de amor, pero para mi el amor a la vida es el mayor de los amores.
Si necesitas mi mano: yo tengo dos.
“Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe”.
Lope de Vega
PENSAMIENTOS OBSESIVOS CON LA EX-PAREJA: NORMAL Y EVITABLE
Cuando una relación termina se empieza un comienzo de duelo y reconstrucción personal duro y desesperante.
Hay parejas que ya no funcionaban desde hacía tiempo, pero siguen manteniéndose unidas por la comodidad o el miedo a la soledad, sin ser conscientes que ningún miedo ni dolor es superior al goteo constante de sufrimiento por el que están pasando.
Hasta la peor de las parejas tiene aspectos positivos: tener a alguien cuando llegas a casa, que te calienten los pies en las noches frías, sentir la presencia de alguien, el “ruido” dentro del hogar, compartir gastos, poder ir a sitios que la persona ni se plantea ir sola (como al cine), y una larga lista de “pros” dentro de la relación.
El “contra” muchas veces es más fácil de resumir en: sentir la soledad en compañía, algo que si nos valoramos un poco no deberíamos consentirnos.
Cuando una persona pierde una relación puede sentir incredulidad (a pesar de que las cosas no se producen de golpe, llevan un proceso con muchas pistas que no queremos ver), y luego aparecen pensamientos obsesivos respecto a la ex-pareja.
Se intenta buscar un por qué, qué es lo que falló, se fantasea con la posibilidad de un retorno, se recuerdan los buenos momentos y las cualidades de la otra persona, y especialmente se piensa que jamás se volverá a ser feliz, que jamás encontrará a alguien como la pareja perdida.
La base psicológica de estos pensamiento se encuentra en el refuerzo positivo que nos proporcionaba la pareja (incluso la peor de ellas).
El sentimiento de seguridad, tener a alguien que nos da los buenos días, hablar al llegar del trabajo, los fines de semana de ocio… recordamos lo bueno, lo que nos gratificaba y focalizamos nuestra atención en estos aspectos, llegando a sobrevalorarlos.
En esta situación, que supone una idealización completamente subjetiva, la persona debe tener muy claro aquellos aspectos de la relación que le hacían infeliz.
Probablemente las discusiones, las faltas de respeto, el distanciamiento se estén pasando por alto, no percibiendo que la pareja, a pesar de esa gratificación, causaba un sufrimiento que ahora pasamos por alto: nos centramos y ensalzamos lo bueno.
Cuando a una de estas personas que está pasando por esta situación tan delicada, se le pregunta si “echa de menos la situación o la persona”, se quedan en principio muy sorprendidos, y cuando lo analizan la respuesta que dan, suele ser “la situación”. Es en ese punto en el que tenemos que trabajar.
No se trata de enseñar al paciente a “odiar” a su pareja, de fomentar el resentimiento, simplemente tienen que recordar el pasado con lo bueno, pero también con lo malo, incluso reconociendo su parte de responsabilidad en la ruptura (aprendizaje fundamental en futuras relaciones).
Cuando la persona consigue encuadrar su relación pasada en lo que fue, cuando se siente capaz de reconocer que aquello no funcionaba, tal vez esté preparado para dejar marchar su pasado, y sea el momento de centrarse en si mismo, en su recuperación.
Olvidar el pasado no es que no haya existido, es recordar las anécdotas, los buenos momentos como parte de nuestra vida, con una cierta ternura, como cuando piensas en tu hijo adolescente y larguirucho y recuerdas aquel momento en que te echaba sus bracitos regordetes pidiendo un beso, y no por ello ansiamos que se mengüe y vuelva a ser un bebe.
La tarea de perdón y reconciliación con uno mismo en ocasiones necesita la ayuda terapéutica para dejar en primer lugar que la persona pueda expresar sus emociones, descargarlas, y luego ayudarles a través de tareas programadas a ir venciendo la obsesión dirigiéndoles hacia el pensamiento racional.
Mención especial cabe en el tratamiento de estas personas, el fortalecimiento de la autoestima y la programación de actividades de ocio en las que encuentre una gratificación interna.
Desgraciadamente las relaciones, en las que nos adentramos con tanta ilusion, no siempre salen bien, y cuando así sucede, es mejor dejar partir a la persona y seguir el camino en solitario.
Nunca se sabe por cuánto tiempo, por lo que habrá que prepararse para una nueva forma de vida, en la que el pasado no limite nuestro presente.
Se deja de querer…
y no se sabe por qué se deja de querer;
es como abrir la mano y encontrarla vacía
y no saber de pronto qué cosa se nos fue.
Se deja de querer…
y es como un río cuya corriente fresca ya no calma la sed,
como andar en otoño sobre las hojas secas
y pisar la hoja verde que no debió caer.
Se deja de querer…
Y es como el ciego que aún dice adiós llorando
después que pasó el tren,
o como quien despierta recordando un camino
pero ya sólo sabe que regresó por él.
Se deja de querer…
como quien deja de andar una calle sin razón, sin saber,
y es hallar un diamante brillando en el rocío
y que ya al recogerlo se evapore también.
Se deja de querer…
y es como un viaje detenido en las sombras
sin seguir ni volver,
y es cortar una rosa para adornar la mesa
y que el viento deshoje la rosa en el mantel.
Se deja de querer…
y es como un niño que ve cómo naufragan sus barcos de papel,
o escribir en la arena la fecha de mañana
y que el mar se la lleve con el nombre de ayer.
Se deja de querer…
y es como un libro que aún abierto hoja a hoja quedó a medio leer,
y es como la sortija que se quitó del dedo
y solo así supimos… que se marcó en la piel.
Se deja de querer…
y no se sabe por qué se deja de querer.
José Ángel Buesa